por Admin-Web-QC | Dic 30, 2010 | Montañeros NZRT
7ª Marcha Montañeros Nazaret
Salida: 10.00 horas en Morata de Tajuña. Pasaremos por Perales de Tajuña (km. 9) y caminaremos hasta Tielmes (km 14). (Habremos dejado un coche en el punto de llegada).
Recorrido: 14 km. por pista llana apta para bicicletas y carritos.
Duración: Unas cuatro horas.
Vuelta: hacia las 5 de la tarde.
Material: No hacen falta botas pues valdrían unas deportivas. Comida, agua, ropa de abrigo (según el clima). Chubasquero y guantes y gorro.
Bibliografía: Ver en Internet “Via verde del Tajuña” y “excursionesysenderismo.com”
Desde Arganda se acondicionaron más de 34 km del viejo trazado ferroviario hasta más allá de Orusco con asfalto coloreado de rojo, señales, aparcamientos y áreas de descanso.
Es una marcha nostálgica para recordar el camino del tren de Arganda. No es un paisaje de ensueño pero nos permite desengrasar después de las navidades, y poder estrenar las bicis que nos echen los reyes. Es apta para que vengan críos y todo el mundo que quiera.
A los 9 km de recorrido se pasa por Perales de Tajuña y uno se puede retirar si quiere y se le recoge a la vuelta.
Punto de salida: Hormigones Blanca(Blanco?) en Morata de Tajuña. Allí en la explanada dejaremos los coches. Por allí mismo pasa la vía verde y en Morata todos lo conocen. Morata está a unos 32 km de Madrid. Id por donde queráis y apareced delante de la empresa hormigonera. Si no conocéis el camino planead una hora para llegar allí por si tenéis que preguntar.
¿Cómo llegar a Morata de Tajuña?: La carretera 313 sale del centro de la población de Arganda (a unos 24 km de Madrid) (por donde pasaba antes la antigua N-III) y a ese centro de población debemos llegar:
– A-3 en dirección a Valencia.
– Salida a Arganda (creo que es la salida 22). Seguir en dirección al centro de ciudad pasando varias rotondas con naves y almacenes a los dos lados de la carretera. De cuatro carriles termina quedando en una calle de doble dirección a medida que nos acercamos al centro. Pasaremos una gasolinera BP y seguiremos como unos 800 metros más hasta que veamos a la derecha el desvío a Morata (Carretera 313)
– Seguir las indicaciones a “313-Morata” que está bien señalizada aunque hay que hacer varios giros hasta que se sale del pueblo.
– Por carretera de curvas en 6 km llegamos a Morata.
– Pasamos el letrero de Morata y a 200 metros se tuerce a la izquierda (hay indicadores a Vía verde – a Perales de Tajuña – a Hormigones Blanca/o.
– Como a 1 km está el aparcamiento de la fábrica; antes habremos visto a la derecha el indicador del desvío a Perales de Tajuña (carretera 302 que va paralela a nuestro camino)
(Si llegáis a Morata por otra carretera, preguntad por la via verde y la fabrica de hormigones)
Vicente Pascual S.J.
por Admin-Web-QC | Dic 23, 2010 | Rincón de Julia
Domingo 26, Día de la Sagrada Familia.
LA FAMILIA ESPERANZA PARA EL MUNDO
Por Julia Merodio
El Reino de los cielos, se parece a una familia que no se cansa de echar las redes, a pesar de sacarlas vacías, más veces de las que quisiera.
Se parece, a una familia, que sabe remar mar adentro y no se desalienta si no consigue el resultado que esperaba; si no que continúa remando, a pesar del agotamiento del enorme esfuerzo.
El Reino de los Cielos, se parece a una familia, de las que son capaces de llegar el hogar de Nazaret, para desde él, tomar conciencia de que Dios la ha elegido para humanizar a las personas y al mundo.
PARTIENDO DE LA REALIDAD FAMILIAR
Ante mis ojos, encuentro una hoja en blanco que me reclama, mientras mi mano tiembla con un bolígrafo entrelazado. Imposible poder dirigirme a la familia desde la fría pantalla de un ordenador.
Soy consciente de que, lo que yo tengo asignado es ofreceros una oración con la que podáis llegar ante el Señor y, ayudados por ella, hacer silencio para escucharlo y sentirlo.
Sin embargo, al contrario que en otro tema cualquiera, un montón de cuestiones me interrogan de manera inquisidora:
- ¿Quién hará esta oración?
- ¿Cuántas familias se acercarán a ella?
- ¿De qué me servirá invitarlas a llegar al hogar de Nazaret, cuando ven esa manera de vivir como algo obsoleto y antiguo?
- ¿Cómo pronunciar las palabras que nos brindan, las lecturas de este domingo de la Sagrada Familia, a quien no quiere saber nada de cuanto suene a religioso?
Conozco el tema. Junto a mi marido, pertenezco a una comunidad de matrimonios, en la que se trabaja el tema familia. Ayudamos a familias con problemas… ¿Cómo “andarme por las ramas” ante un tema que tanto me afecta? ¿Cómo llenar de letras unas cuantas hojas sin decir esa palabra que, ayude, que cuestione, que anime, que sosiegue, que invite a tomarnos en serio el ser familia…?
LA FAMILIA NECESITA CONOCER Y TRASMITIR LA FE
Al encontrarnos con parejas, que vienen a pedir un servicio a las parroquias, aparece el primer problema por el que pasa nuestra limitación. En el mundo actual, las parejas trabajan los dos y no tienen tiempo de dedicar alguna hora al servicio de la parroquia, es por lo que, al que viene a pedir: el bautizo para un hijo; unas charlas prematrimoniales para casarse; catequesis para prepararse a la primera comunión, o confirmación… se le informa de los servicios y se le despide sin más. No hay nadie que pueda interesarse por su realidad, preguntarle si es creyente, si tiene fe, si quiere trasmitir la fe a sus hijos… Y, claro, aquí surgiría el primer tema: ¿Tenemos fe? ¡Claro que sí! Y ¿Qué es la fe? Pues no tengo ni idea, pero estoy seguro-a de que yo tengo fe.
CONTEMPLANDO LA REALIDAD
Lo primero que querría hacer, es invitaros a echar un vistazo a la realidad que nos envuelve, para que nos diésemos cuenta de cómo vamos perdiendo el sentido de lo esencial.
Empezaré planteando, la diversidad que existe en la familia de nuestro tiempo, realidad con la que me encuentro día tras día.
En este momento de la historia, las personas que formamos la familia cada una tenemos nuestra manera de pensar y de sentir y todos sabéis que no siempre coinciden, mejor dicho: casi nunca coinciden.
Hablamos con una pareja que nos dice: nosotros somos católicos, lo que pasa es que no practicamos, no creemos en los curas ni en la iglesia, pero creemos en algo.
Otra nos dice: nosotros somos agnósticos, una cosa es que nuestro hijo tome la comunión y otra que los curas nos líen…
Dice otra: lo nuestro es distinto, mi marido no es creyente y claro, yo no sé que postura tomar…
Entonces llegamos nosotros, “los que sí creemos”, y les decimos: ¡Tú tienes que tener fe, tienes que creer! A lo que, mirándote con ojos asustados, te dicen ¿Y qué es la fe? ¿Qué tengo que creer?
Acabamos de situarnos ante la primera dificultad que nos presenta nuestro intento de querer acercar a las familias del momento, entre las que pueden estar las de nuestros hijos, sobrinos, amigos, nuestros jóvenes… al hogar de Nazaret.
Ellos esperan de nosotros, razones sólidas para creer, por eso es importante caer en la cuenta de que, nadie puede trasmitir lo que no conoce. Y nosotros ¿Conocemos lo que es la fe? Y si lo conocemos ¿Por qué tenemos tanta dificultad para trasmitirla?
Por otra parte, tampoco el entorno que les rodea es proclive a ello. Nuestros hijos, nuestros matrimonios jóvenes, nuestras parejas que quieren casarse… viven en una sociedad, en la que la gente no quiere tener fe; quiere certezas, saberlo todo, estar al día, descubrir, tener convicciones, hacer comprobaciones…; y les fuerzan a estar tan preocupados en mirar “la vida por fuera” que son incapaces de ver la grandeza de su interior, donde precisamente anida la fe.
Momento de Oración
Por eso ahora, nos tomaremos un rato de silencio, para recapacitar sobre ello junto al Señor.
Y en este momento, en el que nos acercamos al Señor, empezaremos por tranquilizarnos; ya que quizá, lo necesitemos más que otras veces. El tema de familia nos inquieta demasiado; todos tenemos gente con esta realidad. Familiares separados. Hijos, sobrinos, conocidos… viviendo juntos, Personas que no quieren ni oír hablar del tema de la familia…
También conocemos injusticias, equivocaciones, parejas llenas de sufrimiento, niños intercambiados, padres tolerando para ver si las cosas se arreglan…
Hoy necesitamos unirnos al Señor de una manera especial y profunda. Callamos. ¿Qué decir?
Podemos ir poniendo, lentamente, en manos del Señor esas realidades que conocemos, esas que tanto nos inquietan, esas con las que ni siquiera sabemos como actuar…
Pedimos al Señor que nos dé luz. Que nos diga que camino tomar. Que nos dé la capacidad de amar por encima de todo. Que nos ayude a dar testimonio para que conozcan lo que de verdad tiene valor.
Sin escatimar el tiempo que estemos junto al Señor, vayámosle poniendo en su corazón, todo eso que nos molesta y nos incomoda.
LA FE Y LA CONFIANZA CAMINAN JUNTAS
La persona moderna no es capaz de pararse a pensar que, si no cree en Dios, tampoco podrá creer en el hermano y viceversa. Dios y el ser humano son las dos caras de la moneda: forman una unidad y todo por el amor gratuito de Dios que, quiso humanizarse para dignificar a cada persona de la tierra.
Por eso los que no son capaces de entrar en la novedad de Dios, los que no son capaces de profundizar en lo que, de verdad sirve para que la vida sea fecunda, se escudan en conceptos que han quedado obsoletos.
“Fe es creer lo que no se ve” nos decía una joven en catequesis de padres de niños de primera comunión, riéndose todos de la expresión. Pero ¿cómo va a consistir la fe en creer lo que no se ve? Lo que no se ve, es invisible y lo que no se conoce es lo desconocido, si alguien opina sobre lo que no conoce es un incauto.
Por tanto aquella fe, a la que esa persona se refería, serviría para un momento concreto de la historia, pero hoy no nos sirve. Y lo mismo que no nos pondríamos los modelos que vestían en aquella época, tampoco podemos revestirnos de “aquella fe”. Hoy aquellos atuendos los usamos para disfrazarnos y nosotros no queremos disfrazar nuestra fe. Por eso tenemos que ponernos al día y preguntarnos, una vez más ¿Qué es La fe?
Para mí, la Fe:
- Es un testimonio de lo que se conoce.
- Una vivencia personal, de la Palabra escuchada y respondida.
- Es una respuesta a todo eso que conocemos y vivimos.
- Un camino por descubrir.
- Un regalo, de Dios, al ser humano.
Si no fuese así, cómo se iba a atrever, San Pablo, a decirnos: que nos salvamos por la fe.
Con la fe cambia nuestra vida, cuántas veces hemos dicho ¿cómo se podrían superar ciertos acontecimientos si no se tuviera fe? Pero Dios nos ha hecho libres y nos ha dejado autonomía para decidir libremente, si queremos acoger o no, la fe que él nos regala y si queremos contar o no, con Él en nuestra vida.
LA EXPERIENCIA SIEMPRE MARCA
A las personas de nuestro tiempo, nos parece que estamos descubriendo la historia, cuando en realidad todo está ya descubierto.
Si nos situamos en el Génesis, primer libro de la Biblia, nos damos cuenta de que Adán y Eva ya pensaron, lo mismo que se piensa hoy, que no necesitaban a Dios. Si Dios les había dado todo ¿Para que podrían necesitarlo? Para nada. Por eso se alejaron de él; estar a su lado les intimidaba demasiado.
Sin embargo Dios, en su infinita misericordia, los había rodeado de todos los bienes necesarios, para que aprendiesen a vivir y ser felices, pero como hemos visto, en el momento que los dejó libres, cayeron en la tentación. Quisieron ser dioses, pero sin Dios. Lo mismo que nosotros. Creyeron que Dios los quería manipular, hacerles prohibiciones, marcarles unas pautas de convivencia… y rechazaron el que Dios quisiera compartir su vida. ¿No os parece este un planteamiento actual?
Como ellos, también nosotros pensamos, que Dios sólo quiere interferir en nuestra vida, estar por encima de todo, imponernos sus normas… Sin darnos cuenta de que Dios de lo único que trata, es de estar a nuestro lado para ayudarnos en todo lo que necesitemos.
Afirmación que nos introduce en lo nuclear de la fe:
Fe es creer que: Dios está en la vida de cada ser humano, no pasivamente sino activamente.
¿PUEDO CREER QUE A DIOS LE PREOCUPA MI VIDA?
Lo mismo que la familia de Nazaret, toda familia es una entidad en camino, una identidad por descubrir, un proyecto por realizar y, en todo este entramado, Dios está a su lado porque le preocupan sus problemas.
Pero no los problemas hipotéticos, sino los cotidianos: la buena convivencia, el pago de la hipoteca, el aprobado del hijo, el trabajo de los dos… porque todos sabemos que un buen padre es el que está pendiente de sus hijos.
A un buen padre le preocupa si el niño está malo, para llevarlo al médico; le preocupa si necesita ayuda en las tareas del colegio, escucha sus conflictos de trabajo, investiga qué amistades tiene… y le sugiere lo más conveniente para él. Acompañándolo, en ese proceso, en el que el hijo irá aprendiendo a confiar en sus padres dejándose aconsejar por ellos.
Porque la fe no se estudia, ni hay que ser muy religioso para tenerla. La fe se alimenta:
– De las experiencias de los otros.
– Y de saber contrastar, con humildad, las vivencias de los demás.
Por eso es tan importante tener una buena experiencia de fe, porque solamente desde esa experiencia seremos capaces de dar testimonio y transmitir lo que significa para nosotros, el que Dios actúe y se implique en el devenir de nuestra vida.
Momento de Oración
Volvemos a silenciarnos, tomamos conciencia de lo que significa ser familia. Lo vemos desde nuestra realidad: de esposos, padres, hijos, hermanos… comunidad religiosa, comunidad parroquial…
En un primer momento, podemos acercarnos a la Palabra de Dios y ver de qué dan fe los apóstoles.
Seguimos en silencio y traemos a la mente sus palabras: Dan fe de lo que han visto y oído. ¿Qué nos dicen que han visto? ¿Qué han oído?
En un segundo momento visualizamos mentalmente la casa de Nazaret ¿cómo viven? ¿Cómo confían los unos en los otros y todos en Dios? ¿De qué hablan? ¿Cómo se comportan? ¿De qué manera intiman con la Palabra de Dios?
¿Es esto lo que hacemos en nuestra familia? ¿Siguen nuestros hijos teniendo fe? ¿Nos ven a nosotros como personas de fe?
Juan comienza diciendo en su evangelio: “Y aquel que es la Palabra, se hizo carne y habitó entre nosotros y nosotros hemos visto su gloria”
Nos damos cuenta de que, para confiar necesitamos: ver y oír. Nos damos cuenta de que es necesario: Saber mirar y saber escuchar, como lo hacía María.
¿Reconozco esta actitud en mi familia? Con tranquilidad seguimos en silencio esperando que nuestra alma se vaya impregnando de certeza.
DIOS HA PUESTO LA FE EN CADA CORAZÓN
“La grandes generosidades de la persona están dentro, no las busquemos fuera no las vamos a encontrar. (La Fe, el Amor dentro)
Pero esto nos hace preguntarnos, ¿Y por qué a unas personas Dios les da más fe que a otras, o más amor, o más generosidad…? Si esto fuera así, ciertamente, Dios sería injusto y nosotros sabemos que no lo es, luego será que no nos lo planteamos debidamente.
Las generosidades están dentro de la persona; pero se hallan, en forma de semillas… Por eso es muy importante tener siempre presente que:
Nada se nos da hecho; no esperemos que baje un ángel del cielo, a darnos una barita mágica:
- Que trabaje la familia por nosotros.
- Que ponga la fe en el corazón, de nuestros hijos.
- Que nos evite el esfuerzo.
- Que nos libere del sufrimiento.
- Que nos marque el camino correcto por donde debemos caminar…
Lo trabajamos, o todo eso que se espera de nosotros, se quedará sin hacer.
El problema llega cuando, todo esto que podríamos hacer con facilidad, tenemos que realizarlo, en un mundo donde nos conciencian, insistentemente de que:
- La religión es un “comecocos” un terreno donde se refugian, las beatas y las personas inseguras que, no encuentran su sitio, en esta sociedad culta y próspera.
- Nos conciencian de que la fe es algo anticuado, que no necesitamos los que tenemos: seguros, a todo riesgo, para cualquier imprevisto, que se pueda presentar.
- Además, la gente te dice: yo tengo mi fe, mis creencias, mi Virgen, mi Dios… ¡Ah sí! ¿Acaso conocéis distintos tipos de fe, distintas Vírgenes, distintos Dioses…? ¡Esto si que es progreso!
LA IMPORTANCIA DE TRASMITIR LA FE
Si Lo de tener fe, ya nos ha parecido difícil, ¿qué decir de trasmitirla?
Cómo contestar a alguien que nos dijese: Y yo ¿qué tengo que hacer para trasmitir la fe?
Tendríamos que decirle ¡Pues nada! Hacer nada, simplemente vivirla. Porque lo: que eres, lo que vives y como te relacionas eso es lo que trasmites, eso es lo que llega a los demás.
Todos sabemos que la familia deja una huella imborrable en el corazón de los hijos. Sin embargo parece que los padres no se den cuenta de ello. Con frecuencia vemos que:
– Los papás llevan a los niños a catequesis y luego no van a misa.
– Les enseñan, algunos, a rezar el “Jesúsito de mi vida” pero, el niño, no los ve nunca rezar a ellos.
– Le piden que perdone a su hermanito, porque no le dejaba su juguete y luego ve que sus padres discuten y no se piden nunca perdón…
Es claro que, al niño, este ejemplo le va a dejar, inestable en cuanto a su manera de vivir la “fe”, pues en él se ha grabado una huella triste y confusa; y quizá los padres se confiesen creyentes, pero su fe, ni la viven ni la trasmiten en profundidad.
Esto nos lleva a preguntarnos: ¿qué hacer para ser buenos padres y para saber trasmitir la fe a nuestros hijos y al entorno en que vivimos?
Es obvio que necesitamos llegar a la familia de Nazaret para observar lo distinto que es al nuestro. A ese, hogar que parece haber perdido adeptos. Pero que, ¡cómo cambiarían nuestras familias si copiasen un poco más de él!
En él, además de José y el Niño, se encuentra María esposa y madre, títulos a los que llegó porque, comonos dice el evangelio de Lucas: “En ella puso Dios su mirada”
Es asombroso que, Dios pusiese su mirada, en una humilde ama de casa para trasmitiera la fe, nada menos, que a su Hijo.
¿Cómo vamos a fijarnos en una humilde ama de casa, para copiar de ella? Las amas de casa sabéis bien -lo que es ser ama de casa-, a pesar de habernos tocado vivir un momento que parece tan privilegiado. Llegas a un estamento oficial, al banco, a un despacho- y te dicen: ¿qué es usted? Ama de casa, pues dígale a su marido que venga para hablar con él.
Sin embargo Dios no ha entrado en la modernidad, hoy como entonces sigue poniendo su mirada en todas las personas sin excluir a nadie. Y ¡Qué importante, que la ponga también: en las amas de casa, en las esposas, en las madres, en las hijas… en todos los seres humanos! Si no hubiera sido así ¿cómo podría llegar este escrito hasta vosotros?
Aunque no nos lo creamos, como María, también cada miembro de cada familia, es mirado por Dios. Porque ciertamente resulta significativo, la importancia de: Ser mirados para poder mirar. Este es el núcleo de la experiencia de fe, hace brotar de nuestro interior una mirada limpia y nueva capaz de confiar, porque ese será el mejor testimonio para trasmitir la fe a cuantos nos rodean, empezando por nuestros hijos que tanto nos preocupan.
Una experiencia que todos alcanzaremos cuando nos dejamos mirar, porque, precisamente, cuando alguien se deja mirar, es cuando se siente amado.
Momento de Oración
Silenciamos nuestro interior, dejamos a un lado las ocupaciones y preocupaciones y nos disponemos, relajadamente a dejarnos mirar por el Señor. ¡Sintamos su mirada! Estemos un rato en esta actitud.
Después, en esta ocasión, vamos ha hacer una oración de petición y le vamos a pedir al Señor, que nos ayude a vivir desde Él porque queremos dar testimonio de nuestra fe, dejando que sea Él, el que marque nuestros esquemas; el que nos proponga el camino a seguir, el que acople nuestros razonamientos, el que nos ayude a caminar por sus sendas…
Sigamos sintiendo la mirada de Dios, observemos todo el cariño que hay en ella. Estemos así hasta que podamos decir:
- ¡Qué bien sabe mirar Dios!
- ¡Qué bien que Dios me mire!
- ¡Qué importante que me enseñe a mirar como Él mira y me preste sus ojos para hacerlo!
Observemos como la mirada de Dios crea la belleza y a nosotros nos gusta lo bello.
Quizá no consideremos que en nosotros haya algún tipo de belleza, pues en este momento vamos a darnos cuenta de que, cada uno de nosotros somos una obra de arte, salida de las manos y el corazón de Dios, creados por amor y puestos en el mundo para que todos los que quieran puedan admirarlas.
¿Habíamos descubierto algún tipo de belleza en los que están a nuestro lado? ¿Qué bellezas hemos descubierto últimamente? ¿No será que no miramos con los ojos de Dios?
Sin embargo ¡Cómo lo entendió María! “Porque ha mirado la pequeñez de su esclava” María supo ver lo que había detrás de la mirada de Dios y entendió lo que era amar y creer. Por eso María hizo lo posible para contemplar el misterio de lo imposible.
Para terminar podemos decir con fuerza: Señor, yo creo en la familia.
- Creo en el amor que viene de Ti, limpio y desinteresado.
- Creo en el amor, que une al hombre y a la mujer, en el sentir y en la vida.
- Creo en el amor humano proyectado en el hijo que nace.
- Creo en la familia como lugar de convivencia para los corazones que se aman.
- Creo en que este amor hay que renovarlo cada día, y que eso en compromiso y tarea constante de cada uno.
- Creo en el amor sereno, sufrido y compartido de los esposos.
- Creo que es posible vivir hondamente el amor, aún en este mundo donde nos sentimos interpelados, llenos ataduras y esclavitudes.
- Reconocemos que, el amor que con frecuencia se nos ofrece, es una palabra vacía y un erotismo superficial. Pero creo, también, que aunque nuestro amor se vuelva, con facilidad, secreto, replegado, calculador tenebroso y vivido a espaldas de Dios, es posible hallar un amor limpio basado en la autenticidad que nos brinda el Señor, ya que Él es el AMOR, auténtico.
por Admin-Web-QC | Dic 20, 2010 | Rincón de Julia
ES NAVIDAD
Por Julia Merodio
¡Qué rápido pasa todo! María, aprendió, por propia experiencia, lo que es la aceptación libre, voluntaria y gratuita. Ella, supo bien, de quién se había fiado y no hubo nada ni nadie que pudiera detenerla.
Después de lo que había pasado, conoció en, carne propia, lo que es la oscuridad de la fe. Esa oscuridad que, el conocimiento humano, no puede descifrar. Por eso supo ir, más allá de las cosas, con la seguridad de que, Dios lo puede todo.
LLEGA LA SALVACIÓN
¡Mirad! Ahí está. ¡Miradlo bien! Es, Él en persona. Ahí reposa, en una cueva sin puerta para que cualquiera pueda llegar. Sin protección, sin escolta, sin tapias, sin alarma, sin alambradas… Él no tiene tesoros que le puedan robar, ni bienes atractivos, ni riquezas de ningún tipo… Él es el gran tesoro, la gran riqueza…: Es Dios. Nuestro Redentor; que ha elegido para instalarse, un humilde y pobre, pesebre a fin de que no les dé reparo llegar a los pastores, los excluidos, los marginados, los sin techo… los desfavorecidos de la tierra. Y lo ha hecho para llenarlos a ellos y a nosotros de dones, para mostrarnos las cosas bellas que habitan en nuestro interior y que, todavía, no hemos sido capaces de reconocer.
Por eso quiero pediros que, este año dediquemos un tiempo amplio para hacer oración, en estos días de Navidad; procuremos, admirar y acoger al Dios que llega a salvarnos. Acerquémonos al Portal, contemplemos al Niño en brazos de su Madre; démonos cuenta del amor que refleja José en su semblante, miremos como cuida al Niño y a María; observemos su silencio, su delicadeza, su humildad para ocupar el último lugar.
Y después querría pediros una plegaría especial por todas esas madres a las que les han arrebatado al hijo de sus entrañas; por todos los no nacidos despedazados sin piedad; por todas las personas que, un año más, han despreciado la gracia que se les ofrecía; por todas esas que no quieren saber nada fuera del consumo y el despilfarro. Dentro del dolor que causa tanta indiferencia no queda más remedio que decir: Señor, conocemos nuestras carencias, pero tienes que comprender que, poco podemos manifestar a la gente que no ve lo que está mirando.
Por eso, vamos a tener muy presentes, en nuestra oración, a todos ellos: a esos que no ven, a los que ni siquiera miran, a esos que huyen cuando vislumbran que se les va a hablar del valor de la Navidad… y como somos conscientes de que, no podemos llegar hasta su realidad, este año los llevaremos con nosotros hasta la Cueva de Belén y, le hablaremos a Jesús, de una manera especial, de ellos y les diremos, por si alguno nos puede oír o leer: Tened la seguridad de que la técnica puede fallar, los interlocutores podemos fallar, los que se dicen amigos pueden fallar… Sin embargo, el único que nunca fallará a nadie, es: EL EMMANUEL – EL DIOS CON NOSOTROS.
¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!
L I T U R G I A N A V I D A D
PREGÓN DE NAVIDAD
Hace miles y millones de años, cuando las estrellas del universo, aún estaban apagadas, cuando los mares estaban secos y los montes no se habían formado; en una explosión de amor: El Universo brotó de las manos de Dios.
Y, siguieron pasando los años, sin que nada nuevo volviera a suceder, hasta que después de miles y millones de años, germinó de nuevo, el amor de Dios que revistió con la dignidad de su imagen al ser humano.
Los nombró: hombre y mujer. Los adornó con sus cualidades y les infundió “el soplo divino” haciéndolos a imagen suya. Los colocó en un hermoso jardín, donde la felicidad los colmaba y era, el mismo Dios, el que cada día los acompañaba en su paseo vespertino.
Pero el llanto surgió sobre la tierra. El ser humano no supo agradecer a Dios su generosidad y le dio la espalda al querer ser como Él.
Sin embargo Dios no se dio por vencido. Volvió a empezar. Hizo surgir, de entre los habitantes de la tierra, profetas que eligió para que rigiesen a su pueblo: Moisés, Abrahán, Jacob… Ellos supieron fiarse e Dios y guiar a ese pueblo con mano firme y segura.
Pero, todavía, las noches eran largas y sombrías; la Luz se resistía en aparecer en aquella tierra tenebrosa y triste y los humanos habían dejado de caminar en concordia y compañía, disgregándose y dejando, apartados, a los más desfavorecidos.
Ellos, sumidos en su desdicha, miraban al cielo suplicando la salvación y su súplica fue escuchada por el Señor.
Así, después de tantos siglos de espera, Dios se fijó en María y la llenó de gracia. Le dio un corazón limpio, dócil, humilde, sincero…
Y, los tiempos, llegaron a su plenitud. Y, el sueño de amor de Dios se hizo carne en las entrañas de la Virgen de Nazaret y el Espíritu Santo la cubrió con su sombra.
El cielo y la tierra se conmovieron y cantaron, la ternura inmensa de ver que Dios se hacía hombre.
Y, todo el Universo, que él había creado, se estremeció cuando a los nueve meses María dio a Luz el fruto Bendito de su vientre.
Fue: La primera Navidad. Una Navidad siempre nueva y siempre joven. Una navidad donde, descubrimos sobrecogidos:
El sueño de Dios, de formar un mundo nuevo, que le vuelve a decir “no”.
Su grandeza, escondida, en un recién nacido.
El Sí, incondicional, de Dios, a cada ser humano.
Su Luz capaz, de disipar, nuestras tinieblas.
La fuerza, de su amor, apostando por nosotros.
Una Navidad… que volvemos a celebrar hoy, en este año de 2007, en esta parroquia de Santa María de la Esperanza.
MISA DE MEDIA NOCHE
Monición de entrada.-
¡Aquí está!
Está: el esperado, el salvador, el libertador, la grandeza suma.
Es, el mismo Dios, presente en ese Niño, que acaba de nacer.
Está reclinado, en el “pesebre” que cada uno, personalmente, le hemos preparado en nuestro corazón.
Y, junto a Él, contemplamos a: María y José, mudos, ante el asombro.
No podemos quedarnos impasibles. Es momento de responder a su llamada de salvación. Él, personalmente, nos está invitando, esta noche: a vivir en el amor, a hacer un mundo más fraternal, más humano, a renovar cuanto nos rodea.
Nos invita a pronunciar, en este momento denso y profundo, un SÍ incondicional, como el de María.
Un SÍ a, la alegría, de la conversión.
Un SÍ, al cambio profundo.
Un SÍ a la donación gratuita.
Un SÍ a la voluntad de hacer un mundo mejor…
Un SÍ a unir nuestros corazones, para celebrar juntos, la mayor acción de gracias, que podamos ofrecer: La Eucaristía.
Monición sobre las lecturas.-
Las lecturas nos hablan de, ese puente, que Dios nos tiende, entre tiniebla y luz; entre el punto de partida y el punto de llegada.
Nos invitan a abrir los ojos para ver extasiados a un Niño descendiente de David, portador de plenitud, de justicia y de paz.
Es la venida de Cristo, nos dice la segunda lectura, que viene a proponernos, desde ahora, un comportamiento nuevo, sincero, cordial, fraternal… Una vida purificada y digna de recibir, en su aparición gloriosa, al Salvador del mundo.
Y el evangelio nos da la señal para reconocerlo: la pobreza, la sobriedad, la humildad.
Pues sólo cuando dejemos la suntuosidad, la grandeza, las preferencias, los privilegios… en que se ha acoplado nuestro mundo; podremos llegar a la cueva de Belén, donde en el silencio de la noche, aparece ante nosotros: La Majestad de Dios.
Oración de los fieles
Llenos de alegría ante el Salvador del mundo, presentamos nuestras necesidades y las de todos los hombres, con la confianza de ser escuchados.
R. GRACIAS POR ESTAR CON NOSOTROS, SEÑOR-
1.- Por el Papa y todos los que tienen un puesto de responsabilidad en la Iglesia; para que no permitan, que se quede nadie sin oír, el anuncio del nacimiento del Señor. OREMOS
2.- Por los que esta noche no han tenido nada para saciar su hambre de pan y de amor; para que sepan que aunque las personas somos injustas, Dios ha nacido, de una forma especial, para ellos. OREMOS
3.- Por los que sufren a causa de la violencia y las guerras; para que sientan, esta noche, dentro de su corazón la necesidad de dejar las armas y vivir en justicia y amor. OREMOS
4.- Por las familias que se han reunido pero no viven la fraternidad; para que el Señor ponga en su corazón la capacidad de perdonar, acoger, y amar. OREMOS
5.- Por los que estamos celebrando esta eucaristía; para que, mirando a ese “Dios con nosotros”, arda nuestro corazón y se nos ablande el hielo que tantas veces lo envuelve. OREMOS
Señor, recuérdanos todos los días del año, la gran Noticia de Salvación que celebramos esta noche.
Y dinos, de vez en cuando, ¡Alegraos! Porque os ha nacido un Salvador: el Mesías, El Señor.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
O F R E N D A S
Tarjetas de felicitación.-
Con estas tarjetas navideñas queremos llegar a los que nadie los felicita, a los que están solos, a la cama de cualquier hospital donde un enfermo necesite compañía… y, a todos los desfavorecidos de la tierra de los que nadie se acordará.
Micrófono.-
Dios se ha manifestado al ser humano, pero nosotros somos la voz de Dios. No tengamos miedo de gritar esta noche: Para decir a los abatidos una palabra de consuelo, para llevar, la dicha, a cuantos se sienten desgraciados, para decir a los que todavía odian, que Dios es padre y los ama; y gritar, a los tienen miedo, ¡no temáis! porque Dios os acompaña.
Alianzas
Te ofrecemos estas alianzas matrimoniales, a Ti que elegiste una familia, para vivir en la tierra, a Ti que la dignificaste y la hiciste sacramento de amor; en ellas queremos ofrecerte a todas las familias del mundo, esa familia degradada por tantos golpes, como la asedian: La ponemos en tus manos para que, Tú que todo lo puedes, le devuelvas la dignidad perdida.
Ropita de Bebé
Te ofrecemos esta ropita de bebé, para que disipe el frío de, todos esos bebés, que no tienen nada para cubrirse; porque muchos, cobardes, sin escrúpulos, no querían que nacieran; pero sus madres, mujeres valientes como María, optan por tener a sus hijos aunque no tengan nada con que protegerlos.
Dos bandejas con comida (En una Turrones y, en otra, arroz)
Aquí te traemos estas dos bandejas, que representan el mundo desigual donde vivimos. Con ellas queremos cuestionarnos, una vez más y denunciar, tanta injusticia, que preferimos pasar por alto para que no nos interrogue.
Pan y vino
Te ofrecemos el pan y el vino, alimento del alma. Alimento regalado, ofrecido, brindado…
El mismo para todos, en él no hay distinciones. Alimento para ricos y pobres; señores y siervos; santos y pecadores…
En él se ofrece el mismo Dios, como sacramento de salvación, para cuantos llegan a
ACCIÓN DE GRACIAS
En este momento, de ternura y cercanía,
En el que te sentimos más cerca que nunca,
te decimos desde lo profundo del corazón:
Ahora, que te percibo,
que te he visto nacer;
quiero ver cuánto me entregas
y quiero verlo con fe.
Quiero dejar mis tinieblas;
quiero la luz, encender;
quiero salir de la noche
y que empiece a amanecer.
¡Qué bien veía de niña
y qué mal veo al crecer!
Cómo se cansan los ojos,
de tanto mirar, sin ver.
Dame un foco que ilumine
mi entendimiento y mi ser.
Dame la Luz verdadera,
porque, Señor, quiero ver.
por Admin-Web-QC | Dic 17, 2010 | Rincón de Julia
CON MÚSICA EN EL CORAZÓN
Si la música es deleite,
que enciende nuestro interior
con su música, María,
brindo, al mundo, el Salvador.
MARÍA MELODÍA DE DIOS
Estamos en la cuarta semana de Adviento. En esta semana la Iglesia nos llama a la alegría, al júbilo, al canto…
Esa Virgen, que está encinta, toma el protagonismo para presentarse a punto de dar a luz. De ella nacerá el Hijo de Dios, al esperado de las naciones, nuestro Salvador.
Lo que María ignoraba era las experiencias que tendría que pasar, tanto en el alumbramiento como después de él. Ella tan sólo disponía de esa gran fe que inundaba su corazón.
Nosotros, sin embargo, conocemos bien lo que el evangelista Lucas cuenta al comienzo de su evangelio. Y lo cierto es que nos gustaría saber mucho más; los evangelistas son parcos al presentar la realidad, pero lo que sabemos nos seduce. Dios toma nuestra naturaleza humana y lo hace de una manera desconcertante para los que tenemos todo tan preparado. Dios accede a este mundo “por la puerta de atrás”, “por la escalera de servicio.
¿Quién puede enterarse de su nacimiento? ¡Nadie! Imposible oír el llanto del niño en aquel pequeño pueblo, alejado de la cueva del alumbramiento.
Al portal solamente se acercaron los despreciados de la gente, ya que por no “ser nadie”, no les quedaba más remedio que pastorear el rebaño de algún acaudalado y, naturalmente, no tenían otra cosa que hacer.
Pero sirvieron para alegrar el acontecimiento. Parece que María y José los acogieron con entusiasmo…
¡Los padres sabemos bien como se valoran los detalles que la gente tiene con sus hijos!
Más, los pastores llegan porque han sido informados del hecho. Cuenta el relato que el Ángel del Señor les avisó, mientras un coro de Ángeles cantaba: “Gloria a Dios en el cielo…”
Qué bonito nos parece saber que una de las primeras experiencias que ese Niño tuvo al nacer fue la de escuchar el canto. Qué significativo que fuesen los Ángeles de Dios los encargados de ofrecérselo. Sin embargo, lo que quizá no nos hayamos parado a pensar, es que Jesús antes de oír cantar a los Ángeles, hubiese oído cantar a su madre.
SER MÚSICA NO ES FÁCIL
A los que nos gusta la música, procuramos valorar a cualquier persona que nos la ofrece, sea en la forma que sea.
Sin embargo, es posible que no nos hayamos parado a pensar que hacer música no es fácil y mucho menos serlo.
Para hacer música se necesita:
- Preparar la partitura.
- Afinar los instrumentos.
- Impostar la voz.
- Armonizarlo todo.
- …. Para poder ofrecerla a los demás.
Por eso, después de tantos advientos y tantos temas tratados, he pensado que quizá sea bueno dedicar, este año, un tiempo a profundizar en ello; ya que si hay algo que enfatice con la alegría, es la música; tanto que, cuando preparamos una fiesta, en lo primero que pensamos es en la música y el canto.
PREPARANDO LA PARTITURA
Cualquier joven que se encontrase en la situación de María, lo último que habría hecho sería cantar. ¿Cómo pensar en hacer música con la que le había caído? ¿Cómo pensar en el canto con lo que tenía por delante? Cualquiera de nosotros nos hubiéramos hundido en el llanto o hubiéramos entrado en una depresión.
Pero María tiene la fuerza y la finura que caracteriza a los que, en serio, han apostado por el Señor. Por eso su corazón salta de gozo, en cualquier situación que se le presenta, ya que tiene el alma inundada de Dios.
TRABAJANDO EL PENTAGRAMA
Procuraremos trabajar el pentagrama en toda su extensión: líneas, espacios, notas, silencios, clave… Así empezaremos por:
Las Líneas.
Es fantástico descubrir lo definidas que está las líneas del pentagrama de María.
- Empezaremos enmarcándolo con la Anunciación
- Seguimos con el Nacimiento.
- La inesperada huida a Egipto.
- Las bodas de Caná. Impensado comienzo de la Vida pública de su Hijo.
- Para terminar en el Calvario, al pie de la Cruz, siendo corredentora de la humanidad.
A María no le quedó nada por pasar. ¡Tanto como nos quejamos nosotros de nuestras circunstancias! María pasó por todo, Dios lo dispuso así, para que la Madre pudiese comprender cada situación de sus hijos por desconcertante que fuese.
Momento de Oración
Tomamos conciencia de que estamos junto al Señor. Nos damos cuenta de que vivimos en esperanza, la Salvación llega y nosotros queremos prepararnos para recibirla.
En este silencio, nos vamos damos cuenta de los hechos que han ido definiendo, esas líneas donde María escribía su historia de salvación.
Después, junto a ella, nos detendremos a ver esos acontecimientos inusuales que nos han surgido últimamente. Han podido ser personales, familiares, de trabajo…
- ¿Qué líneas he encontrado en mi vida, que hayan ido definiendo mi historia de salvación?
- ¿Las he asimilado como recibidas de Dios?
- ¿Me han servido para crecer como persona y como creyente?
- ¿Han estado presididas por la confianza en el Señor?
Sigo en este clima de oración, sin prisa, dejando al Señor que sea Él mismo el que me diga si estaban presididas por la confianza, la esperanza y el amor.
Los Espacios.
Más, si las líneas las encontramos definidas, lo único que sabemos de los espacios es que ocupan un lugar entre línea y línea, sin poder precisar de ellos mucho más. Sin embargo, la importancia que los espacios tienen en la vida de María, lo mismo que en la nuestra, es máxima.
Los espacios encarnan esos periodos de tiempo comprendidos entre vivencia y vivencia; los espacios comprenden esas experiencias que van marcando la vida con su monotonía, sus situaciones ininteligibles, sus contextos cotidianos…
Son esos momentos que Dios usa para trabajar nuestro barro, para hacernos madurar, para irnos preparando a fin de que no desfallezcamos cuando las cosas empiecen a fallar.
Momento de Oración
Volvemos a silenciarnos, tomamos conciencia de que es Dios el que ora en nosotros y con nosotros.
Tomamos conciencia del momento presente. El único que en realidad nos pertenece.
Traemos a la mente todas esas cosas que necesitan ser realizadas por nosotros, esas que nadie puede hacer en nuestro lugar, como: orar, perdonar, acoger, resistir, esforzarse… Voy dejando la tendencia de posponer lo que, realmente, tengo que hacer.
Me detengo a observar, las veces que he echado a otros mi responsabilidad, fallando mi paciencia y mi determinación.
Después lentamente voy viendo:
- Esas respuestas de mi entorno, ante cualquier situación, que nada tienen que ver con la manera de responder de María.
- Observo como las voy acogiendo.
- Me detengo en esos sucesos que he ido viendo en televisión, leído en la prensa, escuchado en mi ambiente… esos que me han golpeado, me han sorprendido, me han alegrado, me han alarmado…
- ¿He reaccionado como lo hizo María?
- ¿Los he acogido con serenidad y fe, o por el contrario he “explotado” ante la sorpresa de los demás?
- ¿He sabido leer el mensaje que nos brindaban, para fortificar mi camino?
De nuevo silencio e interiorización. Dejemos que todo lo orado vaya tomando poso en nuestro corazón.
Las Notas.
Todos conocemos la importancia que tienen las notas en el pentagrama. ¿Cómo leeríamos un pentagrama si ellas faltasen?
Pero resulta significativo que, para que la música suene, para que haya melodía y armonía, no pueda faltar ninguna. No importa que sean blancas o negras, que tengan mayor o menor valor; lo importante es que todas son necesarias para que la música no desafine.
Siendo revelador que cada uno tenga su sitio, su tiempo, su ritmo, su definición…
Momento de Oración
Después de volver al silencio, observo como se van colocando las notas en ese gran pentagrama de la vida y me doy cuenta que la partitura comienza a tener belleza.
Hemos oído muchas veces que la belleza depende de cómo es percibida por nuestros ojos. De ahí que este sea un momento privilegiado para tomarnos tiempo, a fin de apreciar toda la belleza que nos rodea.
En cualquier momento que busque la belleza la encontraré. Dios hizo toda la creación llena de belleza.
María es capaz de ver en todo esa belleza. Sus ojos están abiertos a la hermosura de Dios.
- ¿Encontrarán los demás belleza en mi manera de obrar?
- Y yo ¿soy capaz de encontrar belleza en la suya?
Como María, intentaré buscar en este silencio toda la belleza que me circunda y que, por el ajetreo de la vida no he sido capaz de ver.
Los Silencios.
Los evangelios no nos dan demasiada información sobre las palabras que pronunció María. Parece que si buscamos lo más elocuente de su vida fueran sus silencios.
Silencio en Nazaret, silencio en Belén, silencio en el país extranjero, silencio en el Calvario, silencio al pie de la Cruz… ¿Qué hubiera sido del pentagrama de María sin sus silencios?
Sin embargo, a nosotros el silencio nos asusta, habla demasiado claro, decreta lo que no queremos escuchar, cuestiona más de lo que deseamos… No nos queda más remedio que huir de él si queremos tranquilidad; sin danos cuenta de que nuestro pentagrama queda distorsionado, produciendo una música tan desafinada que a nadie le gusta escucharla.
Momento de Oración
El silencio vuelve a presidir nuestro momento de oración. La quietud se apodera de nuestro interior. Siento una serenidad indecible. Veo como todo esto va profundizando en mi fondo…
Mis pensamientos se sosiegan y traigo hasta mi mente todo lo vivido. Me doy cuenta de que el mundo va demasiado rápido. Todo se sucede con celeridad, mientras la inquietud llega a las personas, por eso en este momento noto como mi ser quiere volver a la paz y la serenidad, llevando todo mi ser a la quietud que sabe a Dios.
En el silencio percibo la unidad con el Señor, siento su infinito amor y me doy cuenta de lo importante que era, el silencio para la vida de María y lo importante que es para la mía.
Me doy cuenta de que todo lo necesario para mi superación lo encontraré en mi cercanía al Señor y vuelvo a comenzar y recomenzar mis actividades con la seguridad de que el Señor salva mi vida.
La Clave.
De nada hubiera servido trabajar tanto la partitura si en el pentagrama faltase la clave.
María tenía claro cual quería que fuese la clave de su pentagrama. María vivía todos los acontecimientos en clave de Dios y ¡cómo cambia la vida cuando somos capaces de vivir en clave de Dios! ¡Cómo progresa cuando dejamos que Dios sea nuestra pauta, nuestro indicador, nuestro faro, nuestro hacedor…!
En el pentagrama de María la clave estaba signada en tamaño bien grande, para que se viera desde lejos y con mucho relieve para que sobresaliera bien.
María tenía muy claro que Dios era lo primero, lo único, lo grandioso, lo excelso…
Momento de Oración
Vuelvo a tomar conciencia de que Dios está conmigo y esa vida perfecta, que supone el que Dios viva en mí, se renueva cada día.
Ya no importa lo que pueda sucederme, no importa lo que pueda acontecer, Dios renueva mi existencia cada día. Junto a Él, puede resurgir la vida aún de la ceniza o de la escoria, porque Él renueva la vida sin importar la apariencia donde se esconda.
Al observar que Dios rige mi vida, se despejan mis temores, se calman mis pensamientos y se sosiega mi interior.
Dios no sólo cuida de nuestra vida física, sino que hace fluir en nosotros una vida sin límite ni condición.
Dios es la vida de verdad. Una vida donde la eternidad, la gracia y la Luz caminan de la mano.
por Admin-Web-QC | Dic 12, 2010 | Rincón de Julia
CON OJOS LIMPIOS
Por Julia Merodio
La Navidad, el adviento, la vida y tu inspiración,
tendrán el mismo color que tenga tu corazón.
LA IMPORTANCIA DE SABER MIRAR
Esta tercera semana de Adviento el profeta, que gritaba en el desierto, ha desaparecido, sus contemporáneos, no han sido capaces de ver lo que escondía su corazón y, por más que ha gritado, su oído endurecido, sólo percibía una actitud molesta que delataba demasiado, tanto que, no han parado hasta verlo encarcelado.
JUAN EN LA CÁRCEL
Con Juan en la cárcel, en aquellos corazones endurecidos, se ha instalado la seguridad, sin él todo será más fácil, eso de que haya gente entrometida es un fastidio.
Sin embargo hay realidades que nadie puede manipular. Las grandes dádivas de la vida: los pensamientos, sentimientos, opciones, vocación… son exclusivos de la persona que los posee y, solamente ella, tiene poder sobre su realización.
EL ANUNCIADO Y EL ANUNCIANTE
De ahí, que pronto falle el convencimiento y la estabilidad de aquella gente tan incauta. No han sido capaces de prever que podría entra en juego un nuevo personaje que, para su sorpresa ha llegado y ha tomado un protagonismo indiscutible. ¡Parece alguien importante!
Ante sus ojos cansados de tanto mirar, llega Él para demostrarles y demostrarnos que las obras de Dios son, realmente, imprevisibles y que muchos encontramos dificultad para verlas, ya que sólo los de mirada limpia y ojos nuevos podrán divisarlas.
Hasta la cárcel, donde Juan se encuentra preso, llegan los comentarios de ese protagonista que hace obras admirables pero, al contrario de los que comentan y opinan sin preguntar, Juan va de frente y manda, a los suyos, a preguntarle quien es.
Jesús no oculta su identidad, más no les da su número de identificación fiscal, ni la dirección de un lujoso hotel de la ciudad. Jesús les dice: “Id y decid a Juan: los ciegos ven, los sordos oyen, los leprosos quedan limpios…”
Juan no muestra dificultad para entender, no necesita escuchar nada más, una compasión de tal calado solamente puede poseerla: el “que se ciñe la cintura con el cinturón de la justicia y no juzga por apariencias” Él que es capaz de ver, lo que se desenvuelve en el corazón humano, el que tiene poder para sanar y redimir… El que, realmente es: el Mesías al que él anuncia.
Momento de Oración
Llegamos al encuentro con el Señor. Ya nos resulta familiar estar a su lado, mirarle, escucharle…
Así, en este momento, le miramos en silencio. Le miramos hasta darnos cuenta de lo que en realidad supone mirar a alguien al que amamos.
Y lo hacemos así, porque hoy vamos a pedirle que nos enseñe a mirar, que limpie nuestra mirada, que nos ayude a mirar con ojos compasivos y que, cuando no seamos capaces de mirar así, nos preste Sus ojos para poder hacerlo.
Al cerrar los ojos, voy comprobando como todo se aquieta y, al mirar con ojos limpios, mi corazón se abre a la inmensidad.
A medida que mi amor se abre a la compasión disfruto de un amor y consuelo profundos.
Cuando quiero ser consolada ya no necesito buscar personas que me fortalezcan, me basta recordar que soy una con el Señor y con todo lo que me rodea, -regalo de su amor-.
Eso me dará la seguridad de que, la mejor respuesta será evidente para mí y me pondré junto a María, madre y consuelo de los que lo pasan mal. A ella le diremos una vez más: Consoladora de los afligidos: Vuelve a traernos la salvación que tanto anhela la gente de hoy.
Y, cada día, de adviento me tomaré tiempo para tranquilizarme y orar, ya que, es en el silencio, donde mejor se siente el consuelo del Dios bondadoso, al que contemplamos llegar.
LA HUMANIDAD HECHA VIDA
En aquel, primer adviento de la historia, María y José, ajenos a todo aquello que estaba pasando, siguen su vida con normalidad; ellos lo mismo que nosotros no tienen realidades palpables.
María está embarazada y nada de lo que dijo el Ángel parece suceder. Su embarazo es igual al de cualquier joven de su época y en su vida no hay ni emisarios, ni enviados para darle instrucciones de lo que se avecina y, mucho menos, milagros que hagan más fácil su realidad.
Pero una cosa es cierta. El fruto de sus entrañas es real y la certeza de que está en su seno no ofrece ninguna duda. A ella nada de esto le sorprende, sabe mucho sobre el “esperado de los pueblos” ha escuchado la lectura del profeta Isaías y tiembla de gozo al interiorizar tanta grandeza.
Su corazón intuye que, el Salvador anunciado será tal y como el profeta describe. Alguien grande, de mirada limpia y renovada. Alguien compasivo capaz de “fortalecer las manos débiles y robustecer las rodillas vacilantes” Alguien capaz, de decir a los abatidos ¡Sed fuertes, no temáis! De decir, a los que tienen el corazón cansado: ¡Adelante que Dios os acompaña! De gritar a todos los que se odian: Que Dios es Padre y los ama.
Por eso esta semana toma, también protagonismo la alegría; porque la compasión y la alegría caminan unidas. Si hasta ahora hemos venido hablando de esperar al Salvador, en esta semana se da un paso más para llevarnos al encuentro con su misericordia, algo imprescindible para poder convertirnos en mediadores de esperanza, tanto con nuestros actos como con nuestras actitudes, tanto con nuestras obras como con nuestro testimonio de vida.
Ya que cuando somos capaces de mirar, con esa mirada con la que mira Jesús, nuestro ser se hace receptivo al gozo del descubrimiento.
Pero esto no gusta demasiado, a nuestra sociedad de hoy, la gente se suele poner muy nerviosa ante los descubrimientos que van apareciendo en al vida. Esta cerrada a la sorpresa y al misterio.
También nosotros nos descubrimos insertos en esa apatía. Cuántas veces hemos dicho: ¡Qué me van a decir a mí que no sepa, a mis años, con lo que llevo vivido, con tantos sucesos como me han pasado en mi existencia…! Y, así, casi sin darnos cuenta, nos vamos quedando pequeños y raquíticos; miopes y sordos… replegados en nosotros mismos y con miedo de mirar al horizonte.
Fue, el mismo Jesús, el que nos lo dijo: ¡Buscad la grandeza, de haceros como niños! Jesús sabía que los niños se sienten fascinados por la vida. Se maravillan ante cualquier resquicio de la naturaleza, tocan todo para poder sentirlo, disfrutan de cada aventura, de cada hallazgo… para ellos todo es nuevo y atractivo, tienen una manera maravillosa de vivir.
Los niños no tienen sentido del ridículo, se dejan tocar los ojos, poner barro en ellos… lo mismo que el ciego del evangelio; son capaces “de bañarse en el Jordan” sin miedo al qué dirán, como los leprosos que nos presenta Jesús… Y como ellos sus ojos se abren, su carne se limpia, su alma se purifica… Son beneficiarios de la misericordia de Dios.
Más, nos sólo ellos, personas mayores pasan por esta experiencia, su valentía para abandonarse en el Señor los llevó a acoger la vida y el misterio… Los llevó a encontrarse con el Salvador.
Momento de Oración.
Volvemos a silenciar nuestro interior. Echamos un vistazo a la realidad que nos rodea. Tomamos conciencia de que, en este momento de la historia tenemos una gran necesidad de que alguien se apiade de nosotros.
¡Tantas murallas, -de desigualdad-, esperando ser derribadas! ¡Tantos obstáculos, de entendimiento, que suprimir! ¡Tantas pendientes, -de querer sobresalir-, que bajar! ¡Tantos caminos torcidos, -que nos llevan por la senda del mal-, que enderezar!
Yo creo que, en este momento de la historia, Dios sigue conmovido de nuestra situación; por eso quiere venir de nuevo a repetirnos su grito: “Consolad, consolad a mi pueblo” Llevad a todos los rincones de la tierra un mensaje de consuelo; haced que llegue, hasta lo más profundo de cada ser, para que le infunda ánimo y coraje. No demos por conocido ese grito de Dios. ¡Oigámoslo de nuevo!
Decid a todos con fuerza: ¡Dios está conmovido de vuestra situación! Pero, su gran corazón de Padre, no quiere castigar vuestro desamor, sino pediros un arrepentimiento profundo.
Así, en silencio, ante el Señor, traigamos a nuestra mente al mundo de hoy, veamos como necesita ser consolado de tantas desdichas y tantas desgracias como le asolan: paro, soledad, accidentes, atracos, terrorismo…
Después, tomemos conciencia de cómo necesitamos, sin pérdida de tiempo, descubrir la ternura de Dios: su amor, su paciencia, su dulzura, su acogida, su misericordia…
Necesitamos dejar que nos tome en sus brazos; necesitamos que nos ayude a reconocer tantas heridas, como nos producen esos desvíos y esa falta de criterio.
Necesitamos pararnos a saborear, esa ternura de Dios, que nos ayuda a establecer un mundo más: pacífico, más humano, más fraterno…
Veamos, como Dios viene, de nuevo, a encontrarse con nosotros, en este Adviento. Acerquémonos a Él; pidámosle que haga nuestro corazón compasivo como el suyo. Capaz de:
– Compadecer a los necesitados.
– Llevar alegría, a los que se han instalado en la tristeza.
– Escuchar con cariño, a los que nadie escucha, porque resultan incómodos.
– Reconquistar, esas situaciones, que habíamos dejado como imposibles.
– Y mostrar, a cuantos se crucen en nuestro camino, que la Ternura de Dios llega, para inundar la tierra.
por Admin-Web-QC | Dic 9, 2010 | Montañeros NZRT
Fotos de la Octava Excursión de los Monteñeros Nazaret, a la Via verde del Tajuña, en Madrid, realizada en Enero de 2011.
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por Admin-Web-QC | Dic 9, 2010 | Montañeros NZRT
Fotos de la quinta Excursión de los Monteñeros Nazaret, a las cascadas del purgatorio, saliendo desde el Monasterio del Paular, en Madrid, realizada en Noviembre de 2010.
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por Admin-Web-QC | Dic 4, 2010 | Rincón de Julia
Por Julia Merodio
Descálzate compañero;
siente la arena en tus pies,
te espera un largo camino
hasta llegar a Belén..
EL DESIERTO COMO LUGAR DE ANUNCIO
Comenzamos la segunda semana de Adviento y parece que todavía se intensifican más las contradicciones entre los planes de Dios y los nuestros; ya que, si nos detenemos a pensar, la historia de salvación siempre empieza a gestarse en el desierto.
Pero ¿a quién se le podría ocurrir anunciar su espléndido negocio en el desierto? A nuestros contemporáneos, desde luego que no, pero parece que a Dios le gustó así.
Si nos adentramos en el Éxodo, libro narrado años y años antes de la venida de Jesús, ya encontramos esta ocurrencia. Al empezar el capítulo 3 se nos cuenta que Moisés, hombre de Dios y uno de los grandes orante de la Biblia, apacentando el ganado de Jetró, su suegro, atravesó el desierto hasta llegar al monte de Dios: el Horeb.
Atravesar el desierto en la actualidad es algo paradisiaco. En un avión lujosamente equipado, atendido por agradables azafatas, leyendo la prensa o las revistas del corazón, viendo en televisión alguna película o documental y comiendo tranquilamente parece que seduce la oferta, pero en tiempo de Moisés era otra cosa. El desierto se pasaba desprovisto de cualquier seguridad. El calor sofocante del día, el frío de la noche, la ausencia de caminos y señales, la escasez de agua y de comida, la falta de conversación, la soledad y el aislamiento daban mucho para pensar, para entrar dentro de sí, para asumir la carencia de bienes, para entregarse a cualquiera que pudiese ofrecer un resquicio de seguridad.
CUANDO ES DIOS EL QUE HABLA
Sumido Moisés en esa soledad sonora, allá donde Dios aparece, ve divisarse el horizonte en el que se encuentra el Horeb. Lo que Moisés no sabía es que, era allí mismo donde, alguien le esperaba.
Le esperaba el Ángel de Dios que, como nos sigue diciendo el Éxodo, se aparece como llama de fuego en medio de una zarza que ardía.
La visión no pasa desapercibida a los ojos de Moisés, el espectáculo parecía insólito y, como cualquiera de nosotros, es atraído por la curiosidad. Decide observarlo más de cerca, pero al avanzar, del mismo centro de la zarza, se oye una voz que le dice: ¡Moisés! ¡Moisés! Él responde ¡Heme aquí!
La descripción no puede ser más fantástica. Moisés se había despojado de todo por eso estaba preparado para recibir la misión de salvar a su pueblo.
ADVIENTO, UN TIEMPO SAGRADO
Puede ser que este epígrafe llame, poderosamente la atención de algunos, pero simplemente repito las palabras del encuentro en la zarza: “Quítate las sandalias porque el lugar que pisas es un lugar sagrado” Moisés se acaba de encontrar con Dios y esta experiencia íntima con Él, marca definitivamente la vida del profeta. Tanto que le hace portador de salvación.
¿Y, acaso no es eso lo mismo que nosotros intentamos hacer en este Adviento? Nosotros vamos al encuentro de Dios, a tener con Él una experiencia que marque nuestra vida. Y creo que si hay curiosidad al ver que Dios llama desde una zarza, no la hay menos al tener que contemplarlo en un recién nacido, reclinado en un pesebre.
Momento de Oración
Silenciamos, una vez más, nuestro interior, vamos a entrar en ese lugar sagrado donde se encuentra Dios. Un lugar que no es una zarza, ni una cueva, es nuestro lugar, ese donde la Palabra de Dios tiene una resonancia especial para nosotros.
Sosegadamente vamos haciendo desierto en nuestro interior. Dejamos a un lado: los ruidos, las cosas, las personas que nos distraen, las apariencias, los conflictos personales… todo lo que puede ocultar a Dios.
Tratamos de ver, lo que hay más allá de la escasez y limitaciones aparentes; y callamos por dentro y por fuera, para que sea Dios mismo el que nos lo muestre.
Ese Dios que llegó, llega y está llegando. Ese Dios que me ayuda a vivir en plenitud. Ese Dios que me trae la felicidad y el gozo. Ese Dios que viene a traerme la salvación.
¿De qué tendrá que salvarme en este Adviento?
¿Por qué sendas tendré que caminar, qué caminos escoger… para que mi vida se vuelva más valiosa y abundante?
¿Elijo el gozo de vivir en plenitud, aunque me suponga mayor esfuerzo; o por el contrario, elijo el gozo momentáneo que se diluye como la cera, dejando la marca de su sinsabor?
EN EL DESIERTO UNA VOZ GRITA
De nuevo volvemos al desierto donde nos encontramos con un nuevo personaje. Al contrario que Moisés él no habla en nombre de Dios, él no es el salvador del pueblo, él anuncia la llegada de otro salvador, un salvador que, no se esfuerza por salvar un pueblo, Él es el Salvador de toda la humanidad.
Por eso la procedencia, del anunciante, tiene el sello del vacío. La seguridad en el mensaje demuestra que, es un hombre, capaz de interiorizar lo que dice, su fuerza al mostrarlo da señales de que lo cree firmemente… Pero, a pesar de todo, eso de que lo grite en el desierto, parece que nos sigue dejando un poco descolocados.
Sin embargo el hilo conductor continúa, Dios busca personas vacías de sí mismas para poder asentarse y, aquí está Juan que, lo mismo que a los profetas, lo mismo que a María, la Palabra de Dios le fue dirigida para que comenzasen su misión.
Ello nos indica, que Juan es hombre de oración, que se alimenta de la Palabra de Dios y que su mensaje, de arrepentimiento y conversión, coincide con el pasaje de Isaías: “una voz grita en el desierto, preparad el camino al Señor…” Juan quiere acentuar el final universalista de la cita de profeta “y toda carne verá la salvación de Dios”
Pero parece que, en nuestro tiempo, esto no tiene demasiado atractivo. ¿Qué hacer?
ALEJADO DEL MURMULLO DEL MUNDO
Es reiterativo observar que las personas de oración se alejan del mundo. Vemos como algunos monjes se retiraron al desierto para encontrarse con el Señor y, seguimos viendo, aunque en menor cantidad que, en este momento de la historia, jóvenes con carrera, con una colocación prestigiosa, con todas las necesidades cubiertas, se van a un convento de clausura para dedicar su vida al Señor.
Todos habréis comprobado como la gente, que nos rodea, se echa las manos a la cabeza ¿cómo es posible? Quizá el hecho no tenga la contestación lógica y razonada que ellos esperan, pero lo cierto es que, la felicidad que los-as envuelve dista mucho de la efímera felicidad que, a fuerza de arrojo quieren logran los grandes líderes que lo tienen todo.
EL TESTIMONIO MARCA
Por eso en este Adviento quiero invitaros a ir por este camino, por el camino del silencio interior que habla de otra clase de necesidades y otra clase de respuestas. Un silencio que marca, que predica con la vida y llega a los destinatarios; pues, el mundo de hoy, está ávido de testimonios de vida y no de palabrería inútil, que no satisface el deseo de los que buscan.
Y es significativo que aquel hombre, de quién Jesús diría más tarde “que era el más grande nacido de mujer”, se declare no sólo el precursor, sino el esclavo del Salvador, al decir “que no era digno de desecharle la correa de sus zapatos” y vemos que es así, porque solamente los esclavos se rebajaban a quitar las sandalias de los pies de sus amos para lavárselos. Un signo que debió gustar a Jesús ya que, Él mismo, lo usaría más tarde con sus discípulos.
¡Qué sorpresa!, a pesar de todo ello, la autoridad de Juan no pierde un ápice de su esencia, todas las personas de Dios tienen una autoridad innata, es la autoridad de dejar transparentar al que representan, que es el mismo Dios.
Momento de Oración
Volvemos a silenciarnos, para escuchar al personaje del desierto: “Convertíos porque está cerca el Reino de los cielos” –nos grita-
Tomamos conciencia de lo que significa la palabra conversión. Nos damos cuenta de que nuestra conversión requiere un cambio de corazón y un cambio de alma.
De manera personal, cada uno, va tomando conciencia de que, cuando somos uno con el Señor, el bien y la paz fluyen en nuestra vida.
Volvemos al silencio interior, hasta darnos cuenta de que todo nuestro ser se ha silenciado, en ese momento ya estamos preparados para seguir oyendo las palabras de Juan:”Él os bautizará con Espíritu Santo…”
Tomo conciencia de que es, precisamente el Espíritu el que me da vida y aliento para seguir bendiciendo, para seguir esperando, para seguir orando… Así me adentro en la quietud, hasta que noto vibrar la presencia de Dios en mí y siento como van desapareciendo mis dudas y mis temores, saboreando el fruto de la conversión, que me va haciendo uno con el Señor.
Desde esta perspectiva, acojo los cambios que van llegando a mi vida. Elijo, lo que a Dios le agrada, cuando me encuentro en encrucijadas difíciles y hago los ajustes necesarios, para vivir en plenitud el adviento de mi vida.
Junto al Señor, acojo las oportunidades que la vida me ofrece, como dones de Dios y acepto el bien que ellas me proporcionan, como ese preciado regalo, que Dios me hace.
Le pido a Dios que me ayude a estar receptivo a todas aquellas personas que lo están pasando mal y comparto con ellas los bienes que Dios ha puesto en mí, tanto los materiales como los espirituales.
También presento, al Señor, a los olvidados, a los que nadie les habla de Él y estoy receptivo a sus necesidades para que comprueben que hay una manera de vivir que ellos desconocen.
Así, día a día, iré descubriendo más cosas sobre mí, sobre los hermanos, sobre el mundo que me rodea e iré dando gracias a Dios por su gran bondad.
“No os engañéis, hermanos, toda dadiva buena, todo don perfecto, viene del Padre de arriba, del Padre de las luces, en quien no hay cambios ni periodos de sombra” (Santiago 1, 16 -18)
por Admin-Web-QC | Nov 26, 2010 | Montañeros NZRT
De Canencia a la Morcuera
Salida : 9.00 h desde el Puerto de la Canencia. Recorrido circular.
Duración: 5 horas ( unos 14 km)
Desnivel: Primer tramo 200 m; segundo tramo 200. Bajada: 400 m.
Llegada a Madrid : Sobre las 18.00 h.
Material: Comida, agua, ropa de abrigo, gorro, guantes y botas pues pisaremos nieve. Siempre a mano chubasquero o copa de agua.
Descripción ruta: En Internet hay muchas páginas que la describen.
Algunos enlaces son:
http://trotamontes.org/marcomorcuera.htm
http://www.infoaventura.com/ruta.asp?Id=91
Al puerto de Canencia se sube desde Miraflores de la Sierra (a unos 40 minutos de Madrid) y a este pueblo se accede por la carretera de Colmenar desviándose uno hacia Soto del Real por la carretera M-609 y después por la M-611 que va a Miraflores. (Ahora hay obras en la carretera a la altura de la cárcel de Soto). Han hecho carretera de circunvalación de Soto. Seguid los letreros
De Miraflores parten dos carreteras, hacia el puerto de Canencia y hacia el puerto de la Morcuera. La nuestra a Canencia sale a la derecha y está bien indicada. Se suben los 7 km hasta el puerto y allí a la izquierda sale una pista forestal a la izquierda cerrada al tráfico.
Hay mucho sitio para aparcar, tanto a la derecha de la carretera como en los parkings cercanos. La carretera baja hacia Pinilla del Valle y Rascafría.
De Canencia a Morcuera seguimos una pista de 9 km muy fácil y con poco desnivel.
Para no volver por el mismo camino y hacer un poco de montaña dos kilómetros antes de la Morcuera tiraremos a la izquierda y ganaremos altura, unos 200 m. hasta una antena de la Guardia Civil, para después por la cuerda ir descendiendo al puerto de Canencia. Quizás ahí haya algo de nieve pero nunca mucha y será fácil andar por ella pues abriremos huella los de delante.
Vistas preciosas al Valle del Lozoya, Buitrago, Najarra, Soto del Real, Cabrera, Bustarviejo, Mondalindos etc.
por Admin-Web-QC | Nov 26, 2010 | Montañeros NZRT
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Vicente Pascual S.J. Grupo Montañeros de Nazaret