Orar la Semana Santa

Orar la Semana Santa

Este año os mando la oración con las cinco llagas; pero no sólo para el Viernes Santo, sino para orarlas durante toda la semana y si fuese durante todo el año, pues mucho mejor. Puede venir bien, pues muchos ayudáis en los pueblos y quizá os podrá venir bien para sacar alguna idea. Os deseo que esta Semana Santa, sea especial de: cercanía al Señor, de silencios prolongados, de interiorización, de dejar que el Señor actúe en vuestra vida… Os deseo que sea una Semana…”Realmente Santa”. Julia Merodio

DOMINGO DE RAMOS

Comienza la semana grande del año, comienza: La Semana Santa.

El Domingo de Ramos, es el pórtico a La Semana Santa y en él, la liturgia nos presenta: La entrada triunfante de Jesús en Jerusalén, el único triunfo que Jesús se permitió en su vida; el que le ofrecieron en la entrada a Jerusalén. El camino del seguimiento había terminado, comenzaba la etapa fanal, la entrega absoluta, la muerte y Resurrección.

Todos estamos llamados a recorrer nuestro camino en la vida, es el significado de la naturaleza humana. Un camino que emprendemos el día de nuestro nacimiento y por el que necesitaremos transitar hasta el final. Un camino con sus avatares, sus encrucijadas y sus interrogantes.

Un camino que tanto significa en la Sagrada Escritura. En ella vemos el camino como lugar espiritual, en el que Dios acompaña al ser humano para liberarlo de las dificultades que en él se presentan. Es más, el camino tiene tal significado en la escritura que, Jesús, no duda al decirnos: Yo soy el Camino.

La entrada de Jesús en Jerusalén, fue un día grande en su vida. Jesús es alabado, enaltecido, glorificado… Posiblemente no fuera demasiadas las personas que lo aclamasen, pero ahí estaban los que para ellos significaba mucho en su existencia: los que había sanado, los que había resucitado, los que comieron hasta saciarse… Tampoco el número debió extrañarle mucho a Jesús, Él mismo había dicho “muchos son los llamados y pocos los escogidos…”

Posiblemente, el hecho resulte distinto para los que medimos los resultados con mente humana; para nosotros, estarían junto a Jesús en aquella subida, “los buenos” para Dios estaban, los que él había dado su gracia para poder estar.

Acabamos de recibir la primera lección necesaria: Dios elige por puro don, ayuda a responder por puro don. Todo es gracia y por lo tanto, también la Semana Santa es una gracia, un don que Dios nos regala un año más. Unos la acogerán, otros no. Y nosotros:

  • ¿La acogeremos?
  • ¿Cómo pensamos vivirla?
  • ¿Será de verdad santa, toda la semana?

Empezamos a Caminar….

Como acabo de indicar, esta semana, vamos a orar con las llagas de Jesús, tanto las visibles como las invisibles; tanto las perceptibles como las imperceptibles.

Como os decía al comienzo, las llagas de Cristo no son para recordarlas en una determinada época, olvidándolas el resto del año; las llagas de Cristo hemos de recordarlas siempre, porque como las nuestras, no aparecen y desaparecen; ellas permanecen. Es más, puede ser que en la llaga se haya calmado el dolor; puede ser que el daño haya sido sanado; incluso han podido cerrarse y sellarse… pero la cicatriz permanecerá siempre. Y ahí están; delatando en sus cicatrices: nuestro desamor, nuestra superficialidad y nuestro egoísmo. Solamente tenemos que mirar a la Cruz, para ver las señales que dejó a Jesús, cuando se encontró clavado en él, retorciéndose de dolor y sin poder moverse… ¡Es tan grande y tan pesado el madero! Necesariamente tenía que ser así, si pretendía aguantar el peso de un joven de 33 años.

LUNES SANTO –  Día de ESTAR

“Cerca de Ti, Señor, quiero morar.

Tu grande y tierno amor, quiero gozar”

Jesús está clavado en la Cruz y por más esfuerzos que haga no podrá bajar de ella. También nosotros estamos clavados a  nuestras cruces: grandes, pequeñas; pesadas, triviales; visibles, invisibles; cruces que nos vienen y cruces que nos buscamos… Cruces, cruces… Acaba de aparecer el Sacramento del Estar.

En las cruces, siempre hay que estar. Nadie puede deshacerse de una cruz cuando quiere y como quiere; y más, si en ella lo han clavado con clavos de grandes dimensiones. ¡Cuánto daríamos por bajarnos de nuestras cruces! Sin embargo las personas grandes, las que tienen el corazón magnánimo ellas, no bajan, ellas están, ellas permanecen… ¿No os acordáis de, esas palabras de, nuestro querido Juan Pablo II? Dijo para que todos lo oyesen: “Si Él no bajó de la Cruz, ¡Cómo voy a bajarme yo!”

A cualquier vida humana llegan situaciones donde se nos pide estar, ayudar, socorrer, arrimar el hombro, resistir, acoger el sufrimiento… y estar, donde hay que estar, sin desfallecer. Ofrecer nuestras manos, nuestros pies y utilizarlos a favor de los demás.

Pero resulta significativo que, eso que parece tan sencillo y que hizo, Jesús, con tanta normalidad, fuese precisamente, lo que exasperó a los que eran incapaces de hacerlo.

Sin embargo hallaron una fácil solución: clavarlo en una Cruz. Y no dejaron las cosas a la improvisación, se cercioraron muy a fondo para realizarlo bien, a conciencia… no podían permitirse fallos; y buscaron los clavos más grandes y más fuertes que había en el lugar; al clavar la mano de Jesús y ver el resultado, quedaron tranquilos, esa mano ya no sería productiva.

Esto es lo que vamos a interiorizar en nuestra oración de hoy. A ella va a ir dirigida nuestra mirada. Vamos a fijarnos en:

La llaga de la Mano derecha de Cristo

El triunfo ya estaba logrado y tu mano inutilizada. Ya no podías bendecir, ni socorrer, ni curar, ni ayudar, ni acercarnos al Padre… Ahora ya hacías bastante con utilizarla para sostener el peso de tu cuerpo, aguantar el dolor y desangrarte por ese enorme agujero.

¡Qué poco te conocían! ¡Qué poco sabían de Ti! Ellos eran incapaces de pensar, que Tú seguirías descolgando tu mano para ayudar a cuantos llegasen a Ti, cansados y agobiados.

Todos tenemos experiencia de ello. ¿Quién no ha sentido alguna vez, en su vida, la mano llagada de Cristo, acariciando su alma? Esa mano que se mete en los rincones más escondidos del corazón. Allá donde hay un ser humano sufriendo, muriendo, soportando, aguantando… ¿Quién no se ha tropezado en aquel túnel oscuro y tenebroso, por el que estaba pasando, la mano de Cristo que como una ráfaga de luz le ha mostrado la salida?

Pero también hemos de saber que Jesús necesita otras manos para sustituir a la suya clavada. Necesita nuestras manos, para que hagan los trabajos que hacían las suyas.

Jesús nos pide hoy que aprendamos a ESTAR, a estar allá donde alguien reclame nuestro servicio. Y ¿Dónde necesitamos nosotros estar en este Lunes Santo?

  • Quizá tengamos que estar con nuestros hijos, que por tener vacaciones se van a quedar solos en casa. Quizá tengan la suficiente edad para creer que no nos necesitan, pero nosotros sabemos que aunque no hagamos nada necesitamos ESTAR, necesitamos que sientan nuestra presencia, que nos sientan a su lado.
  • Quizá tengamos que ir a ver a nuestros padres ancianos, a los que hace tiempo que no hemos visitado. Puede ser que todavía se valgan por sí solos, pero necesitamos ESTAR regalarles nuestra presencia y mostrarles nuestro amor.
  • Tal vez tengamos que ESTAR en ese hospital donde nos están tratando; o visitando a ese paciente que no tiene a nadie que se ocupe de él; o conversando con ese que, lleva un fardo pesado a la espalda, sin que nadie le ayude a llevarlo.
  • Quizá podamos ir a regalar nuestro tiempo a esa asociación que ayuda a los desfavorecidos y ESTAR para que se sientan tenidos en cuenta, acogidos, dignificados…

Después de haber orado con La Llaga de la Mano Derecha de Jesús, sólo nos queda caer de rodillas para decirle:

Señor: Aquí tienes mis manos. Te las ofrezco para: ayudar, para servir, para compartir, para levantar al caído… para hacer esas funciones que la tuya no puede hacer.

Quiero, Señor, que cuando llegue a tu presencia, mis manos no estén solamente limpias, sino también llenas, llenas de prestar servicios a los demás, como estaban las tuyas cuando las clavaron.

Y, así, en este silencio volvamos a mirar la mano derecha de Cristo, clavada en la Cruz. Miremos la llaga que ha quedado, miremos la misericordia que, mezclada con sangre, se derrama por ella. Luego, sin perder el clima de oración, miremos nuestra mano derecha y demos a Dios gracias por ella.

Para terminar podemos orar con la lectura que nos ofrece la liturgia del día, tomada del Profeta Isaías: 42, 1 – 7

MARTES SANTO.-  Día de SER

“Mi pobre corazón, inquieto está.

Por esta vida voy, buscando paz”

Ya he dicho otras veces que, el Martes Santo, es el día en que se suele celebrar la Misa Crismal, un acontecimiento al que no se suele dar demasiada propaganda, pero de la que todo el mundo debería conocer el valor que encierra.

La eucaristía, oficiada por el Sr. Obispo, reúne a todos los sacerdotes de la diócesis, o del arciprestazgo, o de la orden religiosa… para bendecir en ella, los santos óleos que se utilizarán durante todo el año siguiente para la administración de los Sacramentos.

Los sacerdotes, asistentes a ella, llevan un recipiente donde recogen la cantidad que van a necesitar y ese óleo sellará los Sacramentos que en la parroquia se impartan en ese periodo de tiempo.

Ciertamente es una Eucaristía abierta, a cuantos quieren compartirla, y que merece la pena celebrarla y compartirla porque deja una huella significativa en el alma.

Ese santo crisma, por el que todos hemos sido ungidos, es el que nos ayuda a SER:

  • Cristianos.
  • Creyentes.
  • Seguidores de Cristo.
  • Adoradores…. (Cada uno conocerá su situación concreta)

Por eso este día, de martes Santo, va a tener para nosotros dos connotaciones importantes:

·         Día de Ser: Seguidores y apóstoles ungidos por el Óleo Santo.

·         Y Día de orar, fijándonos en:

La llaga de la mano izquierda de Cristo

Evidentemente, todo sabemos que Jesús tenía “mano izquierda” y que la uso con demasiada frecuencia.

Pero no la uso, precisamente para evitar que lo crucificasen, ni para salvarse de la Cruz. Jesús uso la mano izquierda para perdonar, para defender a la adúltera, para hacer bajar a Zaqueo de aquel árbol, donde se había subido, para poner en pie al mendigo del camino, para sanar al paralítico de la camilla… para salvar, a unos y otros, de tantas situaciones incómodas como se les iban presentando en la vida, logrando sacarlos de la rebeldía y la desesperación, que producen esas realidades duras que te dejan tambaleando.

Pero, a muchos de sus conciudadanos, no les gustaba demasiado la mano izquierda de Dios, por lo que deciden aferrarla al madero, lo mismo que habían hecho con la derecha. Y La Mano Izquierda de Jesús quedó sujeta sin más paliativos a ese madero que tenían preparado.

Los descomunales golpes para introducir el inmenso clavo, perforaban el alma sin poderlo evitar. En aquellos golpes estaban significados tantos desamores como se van sucediendo en nuestra vida, en nuestro entorno, en nuestra ambiente, en nuestra manera de vivir…

Por eso, hoy, día de martes Santo, vamos a mirar, la mano izquierda de Jesús, clavada en la Cruz. Vamos a poner en ella nuestros rencores, nuestras aversiones, nuestras hostilidades… Hagámonos despacio, viendo rostros, pronunciando nombres… Sacando de dentro lo que nos daña.

Después quedemos en silencio y vayamos comprobando como, cuando ponemos en manos del Señor todos esos desajustes que nos habitan, notamos brillar en nuestro corazón la gracia de su acogida.

Pero Jesús sabe, mejor que nadie, que también hay mucho bueno dentro de cada uno de nosotros, lo que pasa es que cuando menos lo esperamos somos capaces de estropearlo debido a nuestra fragilidad, nuestras deficiencias y nuestra inconstancia.

Por eso, así, de manera orante, en este día que hemos elegido como día de SER, vamos a observar ante el Señor, si:

  • Somos capaces de afrontar nuestra realidad haciéndola fecunda. Observando si, eso que parecía negativo, nos ha ido servido para trabajar nuestra debilidad.
  • Tomando conciencia de que, eso que me revuelve por dentro y me deja anclado en la negatividad, no puede adueñarse de mí. Mi ser ha de abrirse a la gracia de la acogida que me devuelve al amor redentor; ese amor que fortifica todo mi SER.

Después, mirando el dolor que produce, sentir la mano clavada de Jesús, pediré por todos aquellos que tienen clavadas sus manos y no pueden hacer nada, porque alguien les ha quitado la dignidad, los bienes, la ayuda… todo eso que les corresponde como hijos de Dios.

Sentiré dolor porque yo también tengo parte en todos esos dolores, de una forma o de otra, y pondré junto al Señor mi cobardía y mi miedo a la hora de entregarme del todo.

Pidiéndole, de manera especial, que su Mano Izquierda me devuelva la dignidad y me ayude a madurar mi SER.

Terminando nuestra oración, con la lectura que nos ofrece la liturgia del día, tomada del Salmo 70:

         “A Ti, Señor, me acojo; no quede defraudado para siempre;

Tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo”

MIÉRCOLES SANTO.-  Día de ADMIRAR

“Yo creo en Ti, Señor, yo creo en Ti.

Mis ojos ya no ven, sostén mi fe”

Jesús ya tiene inmovilizadas las manos, pero ¿Qué hacer con los pies? Con la práctica que tienen parece que esto les resulta fácil, los clavarán también.

Así: Los Pies de Cristo fueron sellados al madero.

La llaga de los pies de Cristo

Los caminos se han quedado solitarios. La presencia de Jesús en ellos ha sido retirada. Los ciegos, los cojos, los sordos, los leprosos… ya no se encontrarán con Jesús por sus sendas, ahora tendrán que llegar a la Cruz si quieren presentar a Jesús sus peticiones. Pero ¿Qué puede hacer una persona clavada de pies y manos?

No lo tenemos fácil, Jesús está cosido a la Cruz y las necesidades aumentan por momentos; ¿alguien cree que podremos dar una respuesta a ellas sin Dios?

En nuestro próspero mundo moderno encontramos: una fila interminable de parados, refugiados, gente muriendo de hambre, sedientos en busca de algo para beber, ancianos carentes de amor, familias hundidas por: la incomprensión, los desórdenes, las adicciones…; niños eliminados en el vientre de su madre, buscando comodidad, dignidad, buen nombre…

Las cosas no cuadran y Dios necesita a alguien que le ayude en esta difícil tarea. Y, como siempre Dios vuelve a arriesgar por el ser humano, ese ser que tanta veces le ha fallado. Y ¡cómo no! Ha pensado en ti y en mí, ha pensado en nosotros para que lo sustituyamos. Por eso es necesario que este miércoles Santo, lleguemos hasta el Señor para que nos muestre sus pies llagados; para que, allí mirándolos insistentemente, se nos vayan revelando esas necesidades a las que nos vamos acostumbrando:

  • Quizá hoy nos muestre, ese desorden que se está incrustando en nuestra sociedad, de manera imperceptible y que esta haciendo desestabilizar: la familia, la religión, los valores, la fidelidad…
  • Quizá nos muestre como nos vamos desanimando, como nos vamos paralizando, como nos vamos desinflando… metiéndonos en nosotros mismos y viviendo el individualismo del acomodamiento.

Quizá, hoy, día de miércoles Santo, en oración ante el Señor, necesitemos preguntarnos, cada uno en particular:

  • ¿Soy capaz de seguir admirándome ante la vida?
  • ¿Corresponden mis obras a esa admiración de sentir, que Dios actúa a través mío?
  • ¿Cómo alimento esta admiración?
  • ¿Qué hechos concretos aporto a los demás, para que sena capaces de quedar admirados ante el Señor?

Después de largo rato de oración, oraré diciéndole al Señor:

Señor:

  • Quiero creer en los demás.
  • Quiero ver en ellos tu Rostro, Señor.
  • Quiero ofrecer mi credibilidad cristiana a cada persona que se cruce en mi camino.
  • Quiero estar abierta para captar las necesidades que se me presentan.

Y, sobre todo, quiero pedirte fuerza para llevarlo a cabo.

Como cada día, hoy terminaremos la oración, con la lectura que nos ofrece la liturgia del día, tomada del Profeta Isaías: 50, 4 – 9

“Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba.

No oculté el rostro a insultos y salivazos. El Señor me ayudaba, por eso ofrecí mi rostro como pedernal y sé que no quedaré defraudado”

JUEVES SANTO.-  Día de AMAR

“Mi voz alabará, tu santo nombre allí,

y mi alma gozará cerca de Ti”

No se me ha olvidado que falta la llaga del costado y la del hombro, que aunque nadie hable de ella, fue una llaga muy dolorosa pues fue, la que le hizo precisamente, el peso de la cruz; pero no sé, si se puede vivir un cúmulo tal de acontecimientos, en tan escaso periodo de tiempo.

Por eso haremos un alto en el camino, para alimentarnos y coger fuerza, ya que nos queda contemplar la úlcera más sangrante.

Prefiero no pensar como estaríamos nosotros si nos encontrásemos en la situación de Jesús; pero Él, es de los que no se cansan, de los que perseveran, de los que intervienen cuando encuentra una necesidad; y ¡ha contemplado en el mundo tantas necesidades!

Sin embargo, en este momento, sus facultades se encuentran muy  mermadas, Jesús tiene los pies clavados y no podrá volver a los caminos, por eso decide abrir la mesa e invitar a todos los que lo necesitan, para que se acerquen a ella.

Jesús, sabe bien que, la Mesa tiene mucho que ver con el camino.

  • En la mesa se toma el “Viático” alimento para los viandantes.
  • En el camino se abre la mesa a fin de coger fuerzas para seguir.
  • Si la Cuaresma se presenta como camino hacía la Pascua, hay un camino que está en sintonía con este, es el camino que hace Jesús, en la última etapa de su vida: la subida a Jerusalén.
  • Este camino es el camino de la fe y de la reafirmación.

o   ¿Quién dicen los hombres que soy yo?

o   Y tú ¿Quién dices que soy?

o   ¿Quién soy y qué significo en tu vida?

Posiblemente, estaría bien que este año nos hiciésemos estas preguntas el día de jueves Santo. Unas preguntas que, no son realmente un examen, sino que son preguntas existenciales. Una cuestión que nos lleva, a ponernos ante Jesús para dejarle que, sea Él mismo el que nos lo pregunte: ¿Quién soy para ti?

Quien dices, a la gente que soy yo, con tu manera de:

  • Vivir.
  • De amar.
  • De tratar.
  • De socorrer.
  • De compadecerte…
  • De vivir: como matrimonio, familia, congregación, comunidad, Iglesia… ¿Quién dices que soy yo?

El Dios del Amor

Para definir a Dios, necesitamos sentarnos en el Cenáculo con los discípulos, pues es precisamente allí donde mejor se comprueba que, para describir a Dios, solamente hay una palabra: AMOR.

Dios es Amor:

  • Amor entregado.
  • Amor fiel.
  • Amor gratuito.
  • Amor desinteresado.
  • Amor respeto.
  • Amor servicial.
  • Amor eterno…

Por eso, hoy, Jueves Santo, es día de AMAR.

Día en que Jesús nos invita a contemplar, lo que es el verdadero amor, sentados en la mesa de la Cena. Un día, en el que quiere hacernos escuchar, esas palabras tan sorprendentes: “Nadie me quita la vida la doy yo, porque no hay amor más grande que dar la vida por los que se ama” En esto consiste la victoria del amor, en regalar la vida para que vivan los demás, porque la fuerza del amor siempre es creadora.

No nos equivoquemos; no se puede vencer a nadie con armas, por muy sofisticadas que sean, sólo vence el amor.

Cuando seamos capaces de vivir así, de trabajar por los demás, de esforzaos como nos demanda el Padre… comprenderemos bien lo que, Jesús, nos pide:”Que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado”

Será bueno volver a buscar ese rato de oración y silencio para preguntarnos:

  • ¿Cómo ama Jesús?
  • ¿Se parece en algo mi amor al suyo?

Jesús ama poniéndose a los pies de todos para servir.

No podemos pensarlo más. Nos está esperando el uniforme de servicio para ayudar a Jesús en su tarea, porque hay servicios para los que es preciso usar uniforme. Nadie sirve a los demás con traje de fiesta. Nadie puede acercarse a una chabola sin mancharse de barro. Nadie puede aproximarse al dolor sin subirse las mangas para lavar la herida. Debe de haber una relación muy directa entre amor y servicio.

Es verdad que, el mundo, nos ofrece otras clases de amor más atractivas, más sugerentes… Es verdad que nos harán dudar, que tirarán de nosotros… Pero también puedo asegurar que ninguna podrá dejarnos la paz en el alma.

Porque, el verdadero amor, consiste en disminuir yo, para que crezca el otro; perder yo la vida, para regalar la del otro; y eso cuesta, eso duele y eso no es lo que se anuncia. Pero tened la seguridad de que es lo auténtico. No necesitaremos grandes demostraciones para comprobarlo ya que, el amor verdadero:

  • Engrandece.
  • Madura.
  • Hace crecer.
  • Hace personas libres
  • Auténticas.
  • Abiertas.
  • Alegres.

Pues el amor:

o   Lo puede todo.

o   Lo abarca todo.

o   Lo traspasa todo.

o   Lo cuida todo.

o   Lo hace florecer…

o   El amor auténtico, siempre es: Creador

Texto para la Oración.

“Ya que os habéis acogido a Cristo Jesús, el Señor, vivid como cristianos. Enraizados y cimentados en Él, manteneos firmes en la fe que se os ha enseñado y vivid en permanente acción de gracias.

Porque es en Cristo, hecho hombre, en quien habita la plenitud de la divinidad”                  (Colosenses 2, 6 – 12)

VIERNES SANTO.-  Día de SUFRIR

“Llena mi pobre ser, limpia mi corazón,

hazme tu rostro ver, en la aflicción”

Es Viernes Santo. Un día grande. Un día de celebración. Un día para mirar a Jesús clavado en la Cruz.

Jesús, está ya soldado al madero; está, herido de muerte. Sus pies y manos han sido taladrados por aquellos enormes clavos que han hecho emerger la sangre a borbotones; pero parece que a Jesús le cuesta morir, ninguno de los que se hallan junto a Él, podía imaginarse que tuviese tanta resistencia.

Y, ante el asombro de todos, levantando su cuerpo con una fuerza sobrehumana, va desgranando unas palabras que no dejan a nadie indiferente.

¡Cómo íbamos a imaginarnos, que Jesús pudiese dejarnos esos mensajes, si nosotros creíamos, que a Jesús nunca le pasarían estas cosas!

Tampoco creíamos que nos pasarían a nosotros. Sin embargo, como Jesús, todos tenemos experiencia de dolor y lo queramos o no, nuestra vida esta llena de cruces y clavos, que tanto nos hacen sufrir. Por eso es necesario que, miremos de nuevo a Jesús en la Cruz. Que contemplemos sus llagas. Que traigamos, a nuestra mente, todo eso que nos perfora y nos lastima. Y, desde esas caóticas situaciones, en las que a veces nos vemos metidos, vamos a observar junto a Jesús sufriente, la fecundidad del dolor, asumido y vivido junto a Cristo.

Señor: Mi corazón está encogido. Me resulta imposible hacer un nuevo movimiento. Con mirarte sin ladear la vista ya tengo suficiente.

Lo de significarte “despojo humano” me parece nimio comparado con lo que contemplo.

La sangre que, hace escasos segundos, caía por los agujeros de los clavos empieza a secarse, y ¿qué decir? ¡Ni sangre te queda, Señor!

El resultado, no extraña a nadie. Como en cualquier situación humana, llegó lo que tenía que llegar:

Jesús acababa de morir

Estoy segura de que, todos habréis sentido estremecer vuestro cuerpo cuando ante vosotros, se han pronunciado alguna vez, estas palabras: HA MUERTO.

Los ojos de los presentes se apartaron, repentinamente del rostro de Cristo, al verle inclinar la cabeza. No es posible ver a un joven de 33 años, en aquel lamentable estado, y seguir mirando con sosiego. Todo se había cumplido. La plenitud de Dios, se adentró en Jesús, como se adentra por su Espíritu, en la existencia de cada ser humano.

Y, ahí pendiente de aquel madero, estaba Dios. Jesús había derramando la vida por todos: por ti por mí; por la comunidad a la que pertenecemos, por la Iglesia… y por aquellos que todavía no estaban muy seguros de que acabase de morir.

Pero lo importante, lo que más preocupaba a los encargados de velar por Él, era la comprobación de que estuviese muerto y bien muerto.

Para sellar la certeza no se complicaron demasiado la vida. Una lanza rubricaría su convencimiento. Y, ante los ojos atónitos de esa gente que tenía la plena certeza, de que aquella atrocidad había terminado, uno de los verdugos saca de su vaina una lanza y la hunde en su costado con gran ferocidad.

Acababa de producirse una llaga más, La llaga de la Lanzada. Pero tampoco podemos olvidarnos de la llaga del hombro, esa llaga que le hizo el peso de la cruz, llevada durante tanto tiempo.

Ellas nos servirán para la oración de este día de viernes Santo.

La lanzada: Llaga del costado de Cristo

Tu madre, se había agarrado fuertemente a la cruz para no desfallecer, los presentes seguían atónitos sin saber reaccionar; y, en medio de aquella incertidumbre ven salir, de tu costado, unas escasas gotas de sangre mezcladas con agua. Era la única sangre que quedaba ya resbalando por tu cuerpo, el resto la habías derramado toda.

Y contemplando aquellas, gotas de sangre mezcladas con agua, nos tienes a nosotros, ciudadanos del siglo XXI, que seguimos tan impactados como aquellos que te acompañaban, en el primer Viernes Santo de la historia.

Tampoco sabemos que pensar de aquello, a pesar de haber pasado tanto tiempo; pero si tenemos una seguridad de que, todo lo que hiciste fue fruto del AMOR:

  • Del amor-fiel.
  • Del amor-entregado.
  • Del amor-gratuito.
  • Del amor-permanente.
  • Regalado, espontáneo, sincero y limpio.
  • Del amor, salido hacia fuera para que llegue a todos.

Y en ese amor, manifestado en la sangre y el agua brotadas de tu costado, nos ofreciste: Bautismo y Eucaristía formando una unidad.

  • Conversión y limpieza, obtenida en el Bautismo.
  • Alimento y fuerza, adquiridos en la Eucaristía.

¿Se puede dar más?

¿Se puede amar más?

¿Se puede servir más?

Este fue el ideal evangélico que nos trasmitió Jesús. Un ideal que, aunque parezca demasiado exigente, no es inalcanzable. Con él, simplemente, quiere decirnos: Abrid vuestro ser, para que se haga en vosotros la voluntad de mi Padre, lo mismo que se hizo realidad en Mí.

  • Amaos con fuerza, porque yo seguiré amando en vosotros.
  • Esforzaros por ayudar a los demás, porque en vosotros seguiré poniéndome al servicio de todos.
  • Poned a Cristo en vuestras cruces, porque a través de ellas estáis redimiendo conmigo a la humanidad.

Texto para la Oración.

Es importante, dedicar tiempo en este día, a orar con la lectura de la pasión que nos ofrece la liturgia. Hagamos silencio interior. Oigamos lo que el Señor quiere decirnos a cada uno personalmente, en este momento. Detengámonos ante la primera adoradora de las Llagas: María.

¡Como adoraría la Madre, las llagas aún calientes de Jesús, al recibir su cuerpo muerto en el regazo!

Pensemos en esas madres que se hallan en situaciones parecidas. Detengámonos en su dolor. Observemos las llagas de los no nacidos, de sus madres. Y pausadamente vayamos preguntándonos:

¿Qué sentimientos produce en mí esta realidad?

¿Qué huellas de inquietud hallo en mi interior, por el mundo del sufrimiento que voy descubriendo?

¿Con qué actitudes, me gustaría llegar hasta Jesús en este preciso momento?

Sigamos cada uno poniendo nuestros propios interrogantes…

Al final observaremos que, lo queramos o no, ese Jesús que nos muestra sus llagas, para enseñarnos a vivir en el amor, es: NUESTRO SEÑOR Y NUESTRO DIOS

SÁBADO SANTO.-  Día de CALLAR

“Si ciegos al mirar, mis ojos no te ven,

yo creo en Ti, Señor: Sostén mi fe”

Hemos llegado al día de, Sábado Santo. Un día reservado al silencio:

  • Silencio de Dios.
  • Silencio de la Iglesia.
  • Silencio de la persona.

Día de callar y enmudecer; día de velar, de permanecer; día de oración, junto al sepulcro; día de meditación, de contemplación, de recogimiento. Una jornada en la que, por nuestra cabeza y nuestro corazón han de recorrer la plegaria con los Salmos, como nos fue enseñando Jesús. El ellos hallaremos esa fuerza de Dios, que llega en la hora del dolor, de la decepción, de la duda… en la hora de la muerte.

Como el salmista nosotros, también meteremos prisa a Dios: “Date prisa en socorrernos” necesitamos salir de esta situación a la que no vemos salida.

¡Son ya demasiados, Sábados Santos, en nuestra vida humana! ¡Demasiados silencios, demasiadas esperas!

Y es que, cuando Dios calla, la persona se desinstala. Nuestro mundo no quiere saber estas cosas, parece que no le interesa el silencio de Dios; él vive de espaldas a Él, quiere ir lejos de su presencia y solamente tenemos que echar un vistazo a nuestro derredor para contemplarlo.

La gente se ha ido de vacaciones y hoy es un día para “vivir a tope” tiene que apurar lo último que le queda. Tiene que vivir al máximo, divertirse, comer… y guardar, esos “retazos de felicidad” para cuando vuelva mañana para continuar la vida cotidiana. ¿Para qué necesita a Dios? Sin embargo, para llegar a esto, ha tenido que tapar a Dios la boca, pues en su interior algo le interrogaba todavía.

Y han tenido que tapar a Dios la boca, porque su palabra: interpela, denuncia y compromete ¡Cuánto hubiesen dado, los que contemplaban la escena, porque Jesús se hubiera estado calladito en la Cruz! Sus palabras se meten demasiado dentro, llegan al corazón y eso el algo peligroso para los que no quieren ser interpelados, salvo por sus “propios dioses”

Creo que esta situación no es de unos pocos; todos hemos pasado por ella de alguna manera. ¿Quién no se ha sentido olvidado por los demás, traicionado, vendido…? Por eso en este silencio que regenera diremos, desde lo profundo del corazón y de manera personal:

Señor:

Ten piedad, compadécete de mí Señor, recibe mis lágrimas porque estoy abatido y mi alma se ha llenado de angustia. Nadie me toma en cuenta. Soy como algo sin valor.

Creía que tenía amigos y ahora me encuentro solo. Tan sólo me quedas Tú, Señor. Pero yo confío en Ti y te amo.

En tus manos pongo mi destino, mi vida, mi forma de conducirme porque creo en tu bondad y en tu misericordia.

Me has brindado tu perdón y al sentirme regenerado mi corazón ha saltado de gozo.

Gracias por alentar mi vida aún en las horas más amargas y duras.

Sigamos en oración. Acompañemos a la Madre en este día, de soledad fecunda ¿Qué sentiría?

Ella entendía mejor que nadie que este día de espera, no era un día de silencio vano, sino lleno de sentido, de admiración y asombro. Un silencio, contemplativo.

Sigue en oración. Acojamos nuestro propio silencio, valorémoslo y sigamos acompañando a María en su soledad, diciéndole desde lo profundo del corazón:

  • Madre quiero esperar contigo el momento de la Resurrección.
  • Quiero vivir a tu lado ese momento, en que despuntando el Alba, nos abra a la Vida plena.

 DOMINGO DE RESURRECCIÓN.-  Día de GOZAR

“Día feliz veré, creyendo en Ti,

en que yo habitaré, cerca de Ti.

Mi voz alabará, tu santo nombre allí,

y mi alma gozará cerca de Ti”

Hemos llegado al momento, en que nuestra oración toma un giro sorprendente.  La Pasión de Cristo, que a veces, nos repele; porque, seguimos anclados en el primer Viernes Santo y la contemplamos: como destrucción y como desmoronamiento, por medio de la Resurrección pasa a ser revelación y afirmación del amor. Porque:

Resucitar es, dejarnos encontrar por el Señor para que marque nuestra vida. Es caminar en la luz, en el encuentro, en la alegría, en  el gozo.

El que Jesús haya resucitado nos invita a recorrer un camino glorioso donde el gozo se hace presente. Nos lo demuestra esa mujer que ha ido, al encuentro de Jesús.

Poco antes de su muerte, ella, lo sorprendió en una comida en casa de Simón. Irrumpió en la sala y, ante el asombro de los comensales, bañó con perfume los pies del Maestro y los secó con sus cabellos. Es María, una pecadora conocida por todos y de cuya acción han quedado sorprendidos.

Pero el encuentro con Jesús, tras la Resurrección, la ha transformado. Ha aprendido muy de cerca que Jesús comprende como nadie. Ella ha experimentado que el amor de Cristo siempre restaura, siempre salva.

Por eso no puede quedarse encerrada con los discípulos cuando descubre que ha perdido lo único que le importaba en su vida. De ahí que salga en la noche a buscar lo único que le importa. Vive sumida, en la noche del alma, esa noche profunda en la que entramos cuando vemos que ya nada tiene sentido. Pero ella es valiente, va al sepulcro, a buscar un cadáver, un cadáver que la ha sumergido en un profundo hundimiento. Sus ojos cegados por las lágrimas, no son capaces de dejarle ver la realidad. Llega, a la sepultura y se encuentra, no con un muerto, sino con una persona viva, que le dice: ¿Por qué lloras? ¿A quién buscas? Su dolor le impide tomar contacto con la realidad.

Es lo mismo que nos pasa a nosotros ¡Cuánta tiniebla nos inunda! ¡Qué falta de confianza engendra el mundo de hoy!

Estamos en un día en el que la angustia ha sido desterrada. Por eso viajemos a nuestro fondo, entremos dentro de nosotros mismos, rastreemos en nuestro corazón. Después, dejemos que sea Jesús el que nos pregunte:

  • ¿Por qué lloras?
  • ¿A quién buscas?
  • ¿Qué te impide vivir en el gozo?

Respondamos a las preguntas durante el tiempo que sea necesario. Esperemos, hasta que sea Jesús, el que vaya respondiendo por nosotros. Luego acerquémonos a Él, y dejémosle enjugar nuestro llanto, dejémosle que nos ayude a buscar en la noche eso que tanto necesitamos y que nos hace vagar inquietos sin encontrarlo.

          Pídele al Señor:

o   Que te ayude a resucitar con Él.

o   Que te ayude a salir de la noche

o   Que te libre de pasarte la vida buscando un cadáver.

o   Y que te dé fuerza para apartarte de las utopías y vivir la realidad de la Vida.

 

   ¡¡¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!!!

69º Marcha: Cueva Valiente – Mayo17

69º Marcha: Cueva Valiente – Mayo17

Fecha: 7 Mayo 2017.

La presente salida no constituye una actividad tutelada. Cada participante elige la actividad concreta a desarrollar y el modo de llevarla a cabo, siendo el único responsable de la misma. La organización se limita a la convocatoria entre los asistentes, a la propuesta de actividades y, en su caso, a la contratación del hospedaje si fuera necesario.

Salida: 9:00 h en el Alto de los Leones. 9:30 h. Camping “Valle de Enmedio” (Peguerinos 1.450 m)

Desnivel: 450 metros.

Distancia a recorrer: 11,5 km i.y v.; 5 horas.

Regreso: Hacia las 17 horas.

Material: Botas, mochila, ropa de abrigo, bastones, chubasquero, gorro/a, guantes, agua, crema solar, gafas de sol, comida

Cómo llegar al punto de salida: En Madrid se coge la A-6 dirección Coruña. Tomamos la salida 42 en dirección al Puerto del León y Guadarrama. Atravesamos el pueblo de Guadarrama y seguimos por la antigua N-VI hasta lo alto del puerto. Allí aparcamos a la izquierda delante del restaurante. (Madrid-Puerto del León 57 kms. Calculad 60 minutos).

ATENCIÓN.- A las 9:10, esté quien esté, tomaremos la carretera local (más bien es una pista) que en 9 km. nos lleva al camping. Del camping al pueblo habrá unos 4 kilómetros.

(El que quiera ir al camping por la carretera oficial a Peguerinos (Ávila) que discurre por El Escorial y Puerto de la Cruz Verde, puede hacerlo y nos reunimos a la puerta del camping. Ojo que hay dos campings cerca)

Descripción de la ruta: Cueva Valiente pertenece al municipio de Peguerinos (Ávila) aunque su cima está muy cerca del límite con la provincia de Segovia. A pesar de su modesta altitud es uno de los miradores más generosos del Sistema Central. Su subida es cómoda y relativamente breve. Si encima discurre por frondosos pinares en una de las zonas más remotas y solitarias de las montañas madrileñas, no queda otra que concluir que la ascensión a Cueva Valiente es una de las marchas más recomendables de la zona centro.

A Cueva Valiente se puede subir por todas partes. Desde la vertiente norte, la segoviana, iniciando la marcha en San Rafael. Desde el Collado del Hornillo (muy cerca del collado de la Mina donde aparcamos cuando fuimos a la cueva de la bruja) que es la ruta con menor desnivel. Y desde Peguerinos que será nuestra ruta.

Pasaremos por el las ruinas del refugio del Valle de Enmedio y por zona de trincheras de la guerra civil y llegaremos a una antigua y destrozada carretera por la que podríamos volver a Peguerinos o acercarnos al coqueto refugio de piedra situado bajo las rocas de la cumbre. Originalmente fue un puesto del frente durante la guerra que una vez reconstruido hoy es un excelente resguardo para los días invernales.

El punto culminante está marcado por un geodésico al que se trepa sin dificultad.

Aunque es domingo en un principio No tendremos misa. Si vamos bien de tiempo, SI.

En caso de pérdida: Vicente / Josechu / Jose Ignacio

Próxima marcha: domingo 4 de junio a la peña del Águila (en la Fuenfría)

Donde está Jesús no tiene cabida la muerte

Donde está Jesús no tiene cabida la muerte

Llegamos al quinto domingo de cuaresma y la liturgia, muy acertadamente, comienza a presentarnos la cruz, pero no se queda ahí, nos ofrece la cruz y la luz de la resurrección formando una unidad. Porque:

La Cruz y la Luz, formando una unidad.

·        En el anverso de la Cruz, aparece Cristo –Luz del mundo-

o   En el reverso, los hermanos agrupados en multitud. Entre los que se halla la iglesia sufriente.

·        En el anverso la misericordia de Dios, en el reverso la infidelidad del pueblo.

·        Y uniendo estas situaciones: Jesús, el Hijo entregado, para devolver la vida al mundo con su Resurrección.

La cruz es consubstancial a la vida., todos tenemos que llevar un trozo de la cruz de Cristo. Pero las cruces nonos gustan, nos inquietan, nos molestan, nos desinstalan. Pero lo queramos o no, el sobresalto llega en el momento que menos esperamos y eso es lo que pasó en la casa de Betania donde vivían los amigos de Jesús. Lázaro acaba de morir y las hermanas quedan desoladas ¡Si, al menos, hubiera estado aquí Jesús! Pero Jesús no estaba.

Sin embargo, Jesús, es el amigo que nunca falla. Y allí se presenta, aunque parezca que ya no hay nada que hacer, aunque parezca que todo está consumado… allí está Él.

Marta, se da cuenta de su presencia y acercándose a María le dice: El Maestro está aquí.

María se sorprende, pero la esperanza ya no tiene cobijo en sus corazones, las hermanas saben que Lázaro estaba muerto y bien muerto y, no es que no creyesen en Jesús, pero el rumbo de su caminar, como el nuestro, les hacía pensar que todo estaba perdido.

Al llegar donde estaba Jesús, María le dice: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano” (v. 32).  El saludo de María para Jesús es muy similar al de Marta. Las dos hermanas le echan en cara a Jesús su ausencia: «Si hubieras estado aquí». Pero Jesús les invita a que vean más allá, a que no crean en Él como un mago. Él no es un mago, él no es el que resucita a la gente: Él es, la Resurrección. Que una cosa es dar de comer a la gente y otra muy distinta es ser el Pan Vivo.

Y ese Jesús amigo que nunca falla, ahora se convierte en el Jesús humano que, al ver a las hermanas llorando se conmueve profundamente, Jesús se emociona como nos emocionamos cualquiera de nosotros. Jesús aparece con las limitaciones propias de cualquier persona. Se nos olvida muchas veces, que Jesús eligió ser igual a sus hermanos y  pasar por uno de tantos para poder comprendernos mejor.

Lo que somos incapaces de aceptar es que, todos vamos muriendo un poco cada día. Todos vamos dejando por el camino retazos de nuestra vida; unos voluntariamente, otros arrebatados sin piedad.

Por eso, cuando ya se han vivido bastantes años, empezamos a notar que, la vida, se va volviendo rígida; nos sentimos inmóviles, fríos, calculadores… nos vemos atrapados, por multitud de ataduras terrenas y somos esclavos de sus experiencias.

·        ¡Cuántas ataduras en nuestra vida!

·        ¡Cuántas esclavitudes!

·        ¡Cuántas realidades, nos van llevando a la rigidez!

·         ¡Qué grado tan alto de frialdad va llegando a nuestro corazón!

Sería estupendo que en ese momento oyésemos las Palabras de Jesús: ¿dónde lo habéis sepultado? “Ven a verlo, Señor”  Las mismas palabras que Jesús usa para invitar a ser discípulo. “Venid y lo veréis”

¡Quitad la piedra! “Señor, huele mal porque ya hace cuatro días”  Marta protesta la orden de Jesús de quitar la piedra, porque el cuerpo de Lázaro ya habría empezado a descomponerse en estos cuatro días.  El horrible olor y el verlo de esta manera… Pero vamos a ver Marta ¿Crees o no crees?

Igual que nosotros: Bueno lo pediremos por si acaso pero…

Jesús repite: ¡Quita la losa! Por grande que sea, por mucho que pese ¡Quítala! Porque “Yo os libraré de todas vuestras infidelidades y os purificaré” Os sacaré de vuestras muertes: del miedo, la desesperanza, la tristeza, la duda, el cansancio, el conformismo, el desamor… y, os demostraré que, el que ama, no puede estar muerto.

¡Qué momento tan especial de confianza plena! ¡Si la gente, fuera consciente de que Cristo, siempre contagia vida, todos se acercarían a Él!

“¡Lázaro, sal fuera!” Fijaos. Jesús, es el Señor de la esperanza. Si Jesús hubiera creído que ya no se podía sacar nada de aquella situación, Lázaro nunca hubiera resucitado.

Sin embargo nosotros caemos, una vez y otra, en la desesperanza ¡Cuántas veces pensamos que de la historia que vivimos ya no se puede sacar nada! Sólo deseamos que todo esto termine y vamos por la vida como autómatas, sin ganas de vivir. Pero al pronunciar estas palabras, la esperanza crece.

Lázaro intenta salir de la tumba pero aparece un nuevo problema. Está vendado. Todos pensamos que Jesús no se ha dado cuenta de ese detalle. Pero Él dice ¡desatadlo! ¡Quitadle lo que le oprime!

Vuelve a nosotros el reflejo de nuestra vida. Llega hasta nosotros un nuevo problema, un nuevo golpe, un nuevo daño… y lejos de recurrir a la esperanza, lejos de tener fe y recurrir a Dios, nos ponemos una nueva venda encima de las que ya llevamos, encontrándonos más atados que antes y sin poder salir de nuestro sepulcro.

Necesitamos de nuevo oír las palabras de Jesús: “Quitadle el sudario, y dejadle caminar”  Es alucinante imaginarse aquel cuerpo vendando luchando por salir de la tumba atado y maniatado.

Pero aquí lo tenemos eso es lo que nos dice hoy, Jesús a  nosotros “¡Salid de vuestras tinieblas! Dejad atrás vuestras muertes, vuestras oscuridades, vuestros pesimismos…

¡Recibid a Cristo en vuestro corazón! No lo dejéis para otro día. Porque todo el que recibe a Cristo Resucita. Resucita: a la alegría, a la paz, a la superación, a la generosidad, al perdón, al amor… Todo el que recibe a Cristo en su vida, resucita a la verdadera: VIDA.

68º Marcha – Río Lozoya y Pontón de la Oliva – Familiar – Abril 2017

68º Marcha – Río Lozoya y Pontón de la Oliva – Familiar – Abril 2017

Fecha: 2 abril 2017. Marcha familiar, fácil, pero de 11 km. Es larga para niños que no anden.

Salida: 10:00 h. Parking del antiguo poblado de la presa del Pontón de la Oliva

Desnivel acumulado: 150 metros.

Distancia a recorrer 11 km.

Tiempo: ruta circular de 3,30 horas sin paradas

Regreso: Hacia las 17 horas.

Material: Botas, macuto, ropa de abrigo, bastones, chubasquero, gorro, guantes, agua,  comida, gorra para el sol,

Cómo llegar al punto de salida: En Madrid se toma la A-1 dirección a Burgos. En el km 50 se coge el desvío a Torrelaguna por la M-320. Se cruza Torrelaguna en dirección a Patones (se pasa por una panadería muy buena) y por la M-102 atravesaremos Patones de Abajo y continua hacia el embalse del Atazar por la M-134. En una curva a unos 300 metros del comienzo de esta carretera 134, junto al poblado de las casas de los obreros de la presa del Pontón, veremos un Parking muy bien acondicionado. (No desviarse hacia la entrada a la presa del Pontón).

Madrid-Torrelaguna = 62 km; Torrelaguna-Ponton = 9 km. Total: 1,30 horas comprando el pan)

Itinerario.- Empieza el camino junto a las ruinas del ermita Virgen de la Oliva (s. XII-XIII) y subimos al castro romano de la Oliva (907 m.) (restos del s. II a.C.). Estas ruinas están muy bien explicadas con paneles. Pasaremos por la famosa cueva del Reguerillo que ahora tiene prohibida la entrada. Toda la zona está repleta de elementos importantes del canal de Isabel II para abastecer de agua a Madrid. Bajaremos al cauce del rio Lozoya y lo recorremos por una preciosa senda arbolada con fresnos centenarios y alisios. ¡No sabíamos que teníamos en Madrid un rio tan precioso!.

Terminaremos en la presa del Pontón de la Oliva, la primera presa que se hizo en Madrid.

Aguas arriba hemos dejado las presas de la Parra, Atazar, el Villar, Puentes Viejas, Río Sequillo y el embalse de la Pinilla el primero que empieza a recoger las nacientes aguas del Lozoya.

Tendremos la eucaristía a la vera del rio y comeremos.

Por la tarde los que deseen se pueden acercar a pocos kilómetros a contemplar la mayor presa de Madrid la del Atazar y todo el complejo hidráulico que lleva consigo. Un aéreo mirador nos servirá para contemplar una maravilla de paisaje y de obra de ingeniería. Los que dispongan de tiempo pueden visitar el precioso pueblo de Patones de Arriba paseando por sus empinadas y típicas calles.

Sólo Dios ve el Corazón

Sólo Dios ve el Corazón

Todos sabemos que no nos gusta ver nuestras cegueras. De ahí el dicho popular “No hay peor ciego, que el que no quiere ver” Por eso, es primordial reconocerlas, porque si no somos conscientes de que no vemos, nunca nos acercaremos a Jesús para decirle: ¡Señor, que vea!

A mi me parece que nuestra primera ceguera consiste, en que no queremos mirarnos a nosotros mismos y por lo tanto no nos reconocemos.

Es cierto que todos tenemos una parte que se ve mejor desde fuera que desde dentro; es, esa parte de nuestra personalidad, que intentamos mostrar a los demás y que, a veces, nada tiene que ver con la realidad.

Porque, no siempre nos vemos como nos deberíamos vernos –somos demasiado benévolos con nosotros mismos. A veces tenemos, un desenfoque visual de nosotros mismos y no nos reconocemos bien. Nos sobre-valoramos, nos creemos mejores que los demás y no nos importa despreciar a los que no nos gustan demasiado.

  • ¿Creo que me conozco?
  • ¿Creo verme como soy, o al mirarme a mí mismo, tengo distorsionada la mirada?

Otras veces nos infravaloramos; nos creemos poca cosa, nos parece que no servimos para nada, nos sentimos desgraciados y, todos hemos constatado que, si alimentamos esta realidad, podemos desembocar en una depresión.

Este desenfoque puede llevarnos a querer desarrollar cualidades triviales: A obsesionarnos por nuestro físico, a condicionarnos por la posición social, a alimentar nuestro ego… olvidándonos de los verdaderos dones que Dios ha puesto en nuestra alma.

Y tantas cegueras, nos impiden ver, esa conexión que se funde con el misterio de Dios. Pues en esa profundidad es donde se encuentran:

  • El valor de uno mismo.
  • El valor de los hermanos.
  • Y el valor por las cosas que, Dios ha puesto en nuestra vida, como un regalo singular.

En realidad ¿Qué hago yo para entrar en ese misterio de Dios, en esa profundidad donde anidan los verdaderos valores de la persona?

Es significativo que, a la ceguera de “mirarnos a nosotros mismos”, siempre le suceda, una segunda ceguera; esa que, no nos deja reconocer a los demás, como hermanos nuestros.De ahí, que como ciegos que somos, juzgamos a los otros por las apariencias. No somos capaces de aceptar el misterio que llevan dentro y no es posible amar aquello que no aceptamos.

UUrs von Baltasar decía: “sólo donde hay misterio, hay hondura” Por eso, si nos movemos en la superficie, veremos al hermano como un simple bulto, o lo que es peor, como un rival nuestro, pero no seremos capaces de ver, la huella de Dios, que hay en el fondo de cada ser humano.

·        Y yo ¿me muevo en la superficie, a soy persona de hondura?

LA CALIDEZ DEL ENCUENTRO

El ciego se encuentra con Jesús. Y, no es que tuviera deseo de hacerlo. Su ceguera era tan profunda que no tenía la aspiración de curarse. Se había instalado en ella y no creía que pudiese salir de aquella situación.

De nuevo es Jesús el que toma la iniciativa. Él es la Luz del mundo. Ha venido para disipar todas nuestras tinieblas.

Y con esta afirmación, se presentan ante nosotros dos actitudes que nos comprometen:

  • Catequizarnos, para que nuestro proceso se encamine a la Luz.
  • Y Reconocer que: la falta de respuesta entorpece la salvación.

 

Con el proceso de curación del ciego, Jesús, vuelve a darle un giro a nuestra mente corta y estrecha, mostrándonos el por qué y el para qué de esa ceguera:

  • No es cosa de pecado, sino de gracia.
  • No es castigo, sino bendición.
  • No es una negatividad, sino una mirada positiva de encuentro, con la realidad de la Luz.

Jesús es la medicina que actúa, siempre que lo deseamos, con fuerza.

Jesús nos saca del abismo de nuestra miseria, acogiéndonos con su gran misericordia.

Jesús regenera el cuerpo y el corazón y pone a la persona en contacto con el mismo Dios.

Jesús, además, no elude los medios humanos, manda, al ciego: Lavarse, obedecer y creer. Más tarde el ciego entenderá que, el agua que Jesús le ofrece es la del Bautismo. La misma agua del Espíritu de vida; un agua, ofrecida por la “piscina” de la Iglesia y la fuerza de la fe.

El ciego es curado por el gran Sanador de: ayer, hoy y siempre… ¡Pero cómo nos cuesta creerlo!

El ciego, sin saberlo, ha entrado en la dinámica de la fe.

  • Primero: con una Fe incipiente, solamente ve a Jesús, como un simple hombre.
  • Después, con la Fe adulta, empieza a verlo como un profeta que viene de Dios.
  • Más tarde, con la Fe cristiana, se postra para confesarlo: Enviado y Mesías.
  • Finalmente, su Fe testimonial, será capaz de sufrir persecución para dar testimonio de Cristo.

El Ciego, se ha convertido en testigo. Ha dejado los salvavidas y se ha sumergido en el mar de Dios.

Qué momento tan oportuno para preguntarnos:

·        ¿Qué situaciones me han llevado, a saber que no veía con claridad?

·        ¿Qué personas me han ayudado a descubrir, mis cegueras?

·        ¿Con qué medios he contado, para acercarme a Jesús y decirle: ¡Quiero ver!?

·         ¿Qué situaciones, personas o cosas me ayudan a conocer mejor a Jesús?

Cuando dejamos curar a Dios nuestras cegueras,

aún sin saberlo,

hemos entrado en la dinámica de la FE.

¡Si conocieras el Don de Dios!

¡Si conocieras el Don de Dios!

Por Julia Merodio

Ya no nos cabe la menor duda, de que Jesús ha venido, a dar respuesta:
• A tantos interrogantes como nos envuelven.
• A tantas necesidades como nos acompañan.
• A tantos avatares, como nos llegan de un lado y de otro.
• Porque Jesús, ha venido, a salvar a La Persona.

EL PROCESO DE LA VIDA
El ser humano es, un ser en proceso. Nada se le da hecho, nuestro camino es una incógnita por descubrir y, en ese camino van apareciendo las necesidades fundamentales de la persona.
Aparecen: el frío, el calor, el hambre, la sed…, a y cada uno en particular, no nos queda más remedio que buscar la forma de remediarlas. De ahí que nos encontremos ante un proceso, hondo y lento, que nadie puede hacer por nosotros.

Sabemos por experiencia, que muchas veces esas necesidades tratamos de saciarlas por medio inadecuados, en sitios erróneos… y, ahí vamos tratando de saciar nuestra sed, con sorbos de cualquier fuente que se nos va ofreciendo.
En un primer momento, puede parecer que, nuestra sed de: fama, poder, grandeza, gloria… quedan satisfechas, pero enseguida necesitamos buscar otros “pozos” distintos porque nuestra sed ha vuelto a aparecer de nuevo.
Y pasamos, tiempo y tiempo sin admitir que solamente Dios, puede saciar nuestra verdadera sed. Solamente Él puede calmar todas nuestras ansias. Solamente Él puede aplacar todas nuestras aspiraciones… Nos hiciste, Señor para Ti y nuestro corazón permanecerá inquieto hasta que descanse en Ti” (San Agustín)

Por eso es tan importante dedicar tiempos a la oración, porque en ella descubrimos que nuestra sed, es una apertura a lo infinito. A lo que no caduca, a lo que no cambia, a lo que perdura en el tiempo…y eso, solamente, puede dárnoslo el Señor.
Jesús como experto en relacionarse con Dios –su Padre- no deja ambigüedad al trasmitírnoslo. La comunicación con el Padre solamente se puede dar en el Tú a tú, en lo secreto del corazón, en la intimidad más absoluta.
De ahí que, el encuentro con la Samaritana no sea nada casual, Jesús sale a buscarla. La busca como buscó a S. Pablo, a S. Agustín a santa —- Benedicta… como buscó y busca a cada uno de sus seguidores. Porque, tiene que quedar claro que, no somos nosotros los que buscamos a Dios, es Él el que nos busca a nosotros. Y nos busca para descubrirnos el manantial que puede brotar de lo más hondo de nosotros mismos.
Jesús, experto en humanidad- se muestra profundamente interesado por la interioridad de la persona con la que está dialogando y le revela que, en contraste con la antigua ley y los mandamientos externos, existe ese templo de Dios que está dentro de cada persona.
¡Con qué claridad lo ve el Papa Francisco! Todo ser humano es un don, -nos dice- la palabra es un don, la ayuda es un don, calmar la sed es un don…
De ahí la pregunta que viene después: Y yo, ¿en qué fuentes sacio mi sed? Porque esto ocurre hoy, lo mismo que ocurrió en el brocal de aquel pozo, Jesús nos dice –hoy, aquí, ahora- a cada uno personalmente:
• “Dame de tu agua y Yo te daré de la mía”
• “Dame un vaso de tu cántaro y yo te regalaré una fuente”
• Y es curioso, que esto nos lleve a encontrarnos de frente con la oración. Porque la oración es ese encuentro con Dios, cálido y abierto, en el que notamos que la relación empieza a tomar un cariz distinto. Nosotros que, habíamos llegado llenos de posesiones, nos convertimos en mendigos ¡Señor, dame de tu agua! Dame esa agua que, Tú posees.

Sin embargo es sorprendente como, la persona de hoy no necesita nada de eso. La persona de hoy, intenta manipular a Dios; cambiarlo; adaptarlo a las necesidades del momento, a nuestros gustos…
Se oye, asiduamente, la Iglesia no se moderniza, no se adecua a nuestro tiempo… Os confieso que siento una pena inmensa al oírlo. ¿Qué nos quieren decir con eso? Da la impresión de que, lo que el mundo de hoy necesita para vivir tranquilo es:
• Que se desmoralice la moral.
• Que se desvirtúe el evangelio.
• Que se cuestione la justicia.
• Y se tergiverse el amor.
Es como si nos dijesen: ¿Cómo se puede pretender que, Dios siga siendo Dios, después de tantos años de historia?
La gente de hoy no necesita a Dios, tiene toda la clase de “dioses” y “religiones”; como a la Samaritana les basta con todas sus seguridades. La gente de hoy, como ella tiene: pozo, cubo, soga y cántaro ¿Hay quién dé más?
Hay que reconocer que, Jesús, hoy, lo mismo que en el encuentro del pozo, está en desventaja, Él no tiene nada de eso.
Jesús no tiene Internet, ni móvil, ni WhatsApp, ni tablet… y lo mismo que la Samaritanas nos envanecemos, nos crecemos… y Jesús, como siempre se humilla para mendigar nuestra “agua”
Acabamos de llegar, al núcleo del encuentro con Dios. El Señor, siempre sale a nuestro encuentro mendigando amor, para ofrecernos el Amor transformado que conduce a la Vida. Y, en ese encuentro no tarda en aparecer, el diálogo: La Oración.
Es sorprendente, la manera de dialogar, que tiene Jesús: su tacto, su delicadeza, su respeto, su hondura… Él no aturde, no impone, no perturba… Él nos va dejando entrar, paso a paso, en el mundo de nuestros deseos, de nuestras aspiraciones… y, nos deja ir descubriéndolas poco a poco, deja que nos vaya viniendo la luz, la certeza… hasta que un día quedamos deslumbrados, entusiasmados y, ya entregados a Él, somos capaces de abrirnos para acoger su gracia y su mensaje.
¡Si conociésemos el Don de Dios!
¡Si conociésemos quién es el que nos da de beber!

Este es mi hijo amado… ¡Escuchadle!

Este es mi hijo amado… ¡Escuchadle!

Por Julia Merodio

El próximo domingo, la liturgia –como cada año- nos ofrecerá el evangelio de la transfiguración. Todos sabemos que la liturgia va cambiando de ciclos y de lecturas, pero los dos primeros domingos de cuaresma siempre se ofrecen las mismas, Las Tentaciones y la transfiguración.
Y cuando un evangelio se oye tantas veces, se predica sobre él tantas veces, se ofrece tantas veces… existe el problema de que la mente se desconecte y deje de escuchar. ¡Qué me van a decir a mí de la transfiguración! Conozco el tema como si me lo acabase de estudiar.
Es posible que la letra del evangelio la conozcamos a la perfección, pero ¿Nos hemos parado algún año a oír la voz del Padre? ¿La hemos acogido en el corazón? Porque en las palabras del Padre hay un mensaje muy claro: “Este es mi Hijo, el predilecto, ¡escuchadle!”
• Vamos a escucharle, sin prisa, vamos a dejar que nos diga esa palabra personal que tiene para cada uno de nosotros.

Ante estas sorprendentes palabras, recordé lo que decía Anselm Grün “Dejad que la Palabra baje de la cabeza al corazón” Y pensé ¿Qué es la transfiguración sino dejar que la Palabra baje de la cabeza al corazón?
Todos tenemos experiencia de que cuando la Palabra de Dios la dejas llegar al corazón la persona comienza a transfigurarse, la vida empieza a cambiar, la escala de valores varía, las necesidades que nos habíamos creado desaparecen, las perspectivas que habíamos soñado se atenúan… ¡cómo necesitamos dejar que la Palabra baje de la cabeza al corazón!

DEL EVANGELIO DE MATEO, 17-1
En aquel tiempo tomó Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte, a un monte alto.
Allí se transfiguró ante ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salió una voz que decía: “Este es mi Hijo, el amado, escuchadle”
Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: “Levantaos, no tengáis miedo”

Es lo que, un año, nos ofrecía el mensaje del Papa: Benedicto XVI, para la cuaresma:
“La Cuaresma es el tiempo privilegiado de la peregrinación interior hacia Aquél que es la fuente de la misericordia”
De ahí que, este sería un buen momento para ver si de verdad somos capaces de llegar a ese interior donde habita la Palabra.
A ese interior donde, Dios mismo nos acompaña a través del desierto de nuestra pobreza.
A ese fondo donde Dios nos sostiene para ayudarnos a llegar a la alegría de la Pascua…

LO QUE TRANSFIGURA
Todos tenemos experiencias de que tanto el amor como la muerte transfiguran al ser humano. Por eso Jesús quería mostrarnos que la gloria de Dios no sólo se podía contemplar en el Tabor sino también en la cruz, pues todo sufrimiento que se asume con amor transfigura, transforma, ablanda, moldea… graba en el ser humano la imagen de Jesucristo.
Es verdad que esto es difícil de entender y mucho más de aceptar, pero la Pascua nos desvelará el misterio, porque podremos observar que después de resucitar todo se convierte en dicha, una dicha que habrá que compartir con los demás.

Por eso, Jesús, que conocía a la perfección a sus discípulos, les manda bajar del monte, lo mismo que nos lo manda a nosotros en esta mañana.
Bien sé lo a gusto que estáis aquí nos dice. Pero a la salida os esperan muchos que, necesitan de vosotros alimentos, medicinas, cercanía, comprensión, consuelo… necesitan un poco de luz de la que vosotros habéis recibido aquí.
No se puede guardar la luz para uno solo, porque la luz como la dicha necesitan ser compartidas. No se puede ser feliz a solas, ni complacerse a solas… Pero hay una recomendación de Jesús que no podemos olvidar: No tengáis prisa en compartirlo; es preciso que antes lo hayáis madurado en la oración y el silencio. Porque la experiencia de Jesús hay que interiorizarla en la espera y la paciencia… Hay que hacerla pasar por la prueba del sufrimiento.
”Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que os digo al oído pregonadlo desde la plaza.
No tengáis miedo a los hombres porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse y nada hay escondido que no llegue a saberse”
(Mateo 10, 26 – 28)

Hablar de Dios a los demás, lleva consigo el haberlo encontrado en la verdad de nuestro ser y en lo concreto de nuestra situación particular. Si nosotros no lo hemos encontrado en la verdad de nuestro corazón, si no lo hemos encontrado en cada situación que se nos haya ido presentando la vida, difícil será que llegue a los demás con la fidelidad que ellos merecen. No basta con tener algo que decir, hay que vivirlo para que despierte interés y sea inteligible.
Cuando quieras ser portador de Dios, antes de hablar, calla, haz silencio, acompáñalo al desierto y ponte a su lado para que te llene y te envíe.
Dile desde lo profundo de tu corazón:
¡Oh Dios!, que pequeño me siento ante tu inmensidad.
Que necesitado de acoger tu alianza.
Qué privilegiado de vivir esta cuaresma.
Yo sé que tu poder realiza la historia paso a paso.
Sé que me guías por el honor de tu nombre.
Sé que, aunque las cañadas sean oscuras no temeré porque Tú vas conmigo.
Sé que tu vara y tu cayado me sosiegan. (Salmo 22)

El Foro de la Familia organiza la I Jornada sobre Conciliación y Corresponsabilidad

El Foro de la Familia organiza la I Jornada sobre Conciliación y Corresponsabilidad

El Foro de la Familia organiza la I Jornada sobre Conciliación y Corresponsabilidad

“Desde el Foro de la Familia creemos que la conciliación es una necesidad urgente para el bienestar de las familias españolas, y que incide además, en un aumento del rendimiento laboral de los trabajadores y las empresas”, ha dicho Mariano Calabuig, presidente del Foro de la Familia.

“La jornada será un momento muy bueno para escuchar a todas las partes implicadas y poder establecer un marco común de entendimiento y trabajo para promover la adopción de nuevas políticas de conciliación que ayuden a fortalecer el tejido familiar”, ha señalado Luisa Maldonado, directora general del Foro de la Familia.

El próximo 22 de marzo tendrá lugar la I Jornada sobre Conciliación y Corresponsabilidad organizada por el Foro de la Familia, en colaboración con ACdP, en el salón de actos del Colegio Mayor CEU San Pablo.

Uno de los objetivos del Foro de la Familia es desarrollar campañas de sensibilización dirigidas a la sociedad española para promover y difundir la necesidad de que hombres y mujeres concilien la actividad laboral integrándola en el conjunto de las responsabilidades familiares y domésticas.

“Desde el Foro de la Familia creemos que la conciliación es una necesidad urgente para el bienestar de las familias españolas, y que incide además, en un aumento del rendimiento laboral de los trabajadores y las empresas. Hay que modificar la cultura actual de la conciliación en España, poniendo en un verdadero equilibrio la vida familiar, personal y laboral de las personas”, ha dicho Mariano Calabuig, presidente del Foro de la Familia.

La finalidad de esta Jornada es implicar y dar voz a todas las partes, políticos, empresas y sociedad civil, para aunar esfuerzos y poder hacer posible que la conciliación sea una realidad cada vez más factible.

“La jornada será un momento muy bueno para escuchar a todas las partes implicadas y poder establecer un marco común de entendimiento y trabajo para promover la adopción de nuevas políticas de conciliación que ayuden a fortalecer el tejido familiar. Creemos que hay que defender desde la sociedad civil el avance de nuevas y mejores políticas de conciliación a favor de la familia, así como generar actitudes sociales positivas a favor de la conciliación tanto desde el ángulo de los directivos como del lado del trabajador”, ha señalado Luisa Maldonado, directora general del Foro de la Familia.

En la I Jornada de Conciliación y Corresponsabilidad del Foro de la Familia participarán representantes de los cuatro grandes partidos políticos (PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos); representantes de las empresas españolas que mayores medidas de conciliación han implementado en sus políticas empresariales; asociaciones y miembros de la sociedad civil que trabajan cada día por una mayor conciliación para beneficio de las personas y las familias y representantes de diversos medios de comunicación fundamentales para la difusión de una cultura de verdadera conciliación.

La asistencia a la jornada será a través de inscripción hasta completar aforo. Para inscripciones, pinchar aquí.

 

Abrimos las puertas a la Cuaresma

Abrimos las puertas a la Cuaresma

Ha llegado el tiempo de cuaresma y con ella, una nueva posibilidad de conversión, de reentonar el corazón, de optar por Cristo, de salir del hombre viejo, que tanto nos pesa, para entrar en la novedad de Dios.
No nos quedemos impasibles ¡abramos la puerta a Dios!

El encontrar una puerta entreabierta, siempre causa curiosidad, dan ganas de asomarse a ver lo que encierra el interior.

Pero asomarse a la Cuaresma es más serio, no seduce tanto. Asomarse a la Cuaresma posiblemente nos lleve a descubrir muchas promesas sin cumplir, cantidad de esperanzas perdidas, afluencia de sueños irrealizados… No es extraño, por tanto, que la gente salga huyendo; hoy día nos asusta demasiado la exigencia y el cambio.

Pero, a pesar de todo, os invito a hacer la experiencia, a descubrir lo que encierra este tiempo de gracia, a dejaros acoger por el Señor.

Es sorprendente que cuando uno llega a la casa del Padre, siempre va   reclamando “lo suyo” sólo quiere cogerlo y marchase. Pero, ante esa firme propuesta, asombra todavía más- el silencio del Padre. El Padre  siempre mira sin decir nada; es, como si estuviese esperando nuestro vil comportamiento.

Sin embargo, su amor nos marca al descubrir su mirada. En el silencio y, aún sin casi darnos cuenta, se escucha su silenciosa palabra. Ni una pregunta, ni un reproche; ¡eres libre puedes tomar tu propia opción!

Su respeto estremece. Por eso, muchas veces, nos vamos deprisa no estamos acostumbrados a esa sumisión y, sin casi advertirlo, nos encontramos sumidos en el fango de nuestra ceguera. Malgastamos la vida, asfixiamos el amor y nos quedamos hambrientos e insatisfechos.

No somos capaces de saber que, si levantásemos los ojos, divisaríamos la imagen del Padre en la puerta y escucharíamos la fuerza de su voz que acaricia y sana. Notaríamos latir con fuerza su corazón y nuestros pasos se dirigirían, sin proponérnoslo,  hacia sus brazos, para decirle:

Padre, aquí vuelvo con el corazón roto y el alma deshecha ¡sé que he pecado, que quise borrar tu huella!

Mientras, sosegadamente, el Padre acercándose nos diría:

No importa hijo entra y déjame que te abrace con fuerza.

·         ¿Cómo quisiera dirigirme al Padre en esta cuaresma?

·         ¿Qué querría decirle?

·         ¿De qué forma me gustaría sentir su amor?

Nuevo periódico digital Católico: El debate de hoy

Nuevo periódico digital Católico: El debate de hoy

Algunos miembros de la Acción Católica de Propagandistas, dirigidos por Justino Sinova, periodista de reconocido prestigio y larga trayectoria profesional, han puesto en marcha un nuevo periódico digital, ”El Debate de hoy”.  Esperemos que se consolide este importante proyecto y que responda a la necesidad que en los últimos años hemos echado en falta el mundo católico.

Más info en:

El Debate de Hoy | Revista de análisis, reflexión y valores

El Debate de Hoy | Revista de análisis, reflexión y valores