PASOS: Transmitir la Fé a nuestros niños

PASOS: Transmitir la Fé a nuestros niños

Como sabéis algunos, hace unos años se creó PASOS. Es una Comunidad Cristiana para niños en Madrid. La iniciativa ha surgido a través de algunos Padres y algunos jóvenes Jesuitas.  Su nombre remite a caminar juntos hacia adelante y hacia lo hondo. Está dirigido a niños de 1º a 6º de Primaria y de primero de secundaria.

Se ha abierto  la inscripción en este curso, y el plazo es hasta el 20 de Septiembre.

Leed atentamente esta presentación de “PASOS”. Hay algunos matrimonios de Nazaret que ya han integrado a sus hijos en esta iniciativa tan interesante. Algunos incluso como monitores (ver en “Metodología”). Podéis ver debajo el testimonio de uno de ellos. Es cuestión de “verlo en el Señor” y animarse. Al final está la forma de contacto.

Nos remiten esta carta que os adjuntamos, para animaros a inscribir a vuestros hijos:


Queridos amigos de la Comunidad de Matrimonios Nazaret:

El motivo de estas líneas es presentaros, por si fuera de vuestro interés, una comunidad cristiana de niños que lleva funcionando tres años en Madrid. Ahora comenzamos nuestro cuarto año y os queríamos invitar a conocer esta realidad. La preocupación que hizo que naciera Pasos fue la necesidad de encontrar cauces adecuados en el ámbito ignaciano para transmitir la fe a nuestros hijos en un tiempo cultural donde cada vez se hace menos significativa.

Hemos querido presentar una propuesta centrada y definida de la fe. Centrada en la figura de Cristo, en toda su altura y profundidad, y en la Iglesia como comunidad que comparte y convive. Hemos querido presentar una propuesta a la altura de los tiempos y de la cultura de nuestros hijos, que hable su lenguaje (música, cine, cuentos, dibujo, magia, baile, etc.) y que les resulte atractiva y divertida.   Hemos querido elaborar una propuesta alegre y positiva de la fe, una propuesta amable y gozosa. No son catequesis ni son clases. Tratamos de ir alumbrando y acompañando experiencias gozosas de fe escuchando el fondo religioso que nuestros hijos ya tienen y no anunciando teorías ni doctrinas desde fuera y con superioridad. Os paso a contar más en detalle nuestra comunidad.

Una Comunidad Cristiana para Niños

Es una iniciativa que nace en 2016, por el deseo de muchos padres/abuelos de que sus hijos/ nietos vivan la fe desde una mayor hondura y una perspectiva más ignaciana, o por la preocupación de que, aun estando en contextos favorables, estos no enganchen a fondo en las cuestiones de fe.

Creemos relevante el hecho de que en edades comprendidas entre 6 y 13 años, la identificación con los amigos de los padres es clave en los procesos de cambio. En muchos ámbitos estas amistades tienen más continuación que los amigos del colegio o los primos-familiares.

La comunidad de Pasos tiene dos objetivos principales:

  1. «Para todos»: Para   gente   que   quiera   formar   cristianamente en espiritualidad ignaciana. Desde la PAL, desde la Compañía de Jesús y con la Compañía de Jesús.
  1. Crear comunidad y lazos de amistad: Actividad realizada desde padres y con padres comprometidos que quieren educar a sus hijos en lo gozoso e importante que es vivir en comunidad, en la Iglesia, desde el Evangelio.

Metodología

Se trata de transmitir la fe de modo actual, de modo «divertido» y con rigor basándose en experiencias prácticas y modelos. Cada día estará conducido por una o dos personas con experiencia en el tema. Cada sesión tendrá tres partes:

  • Actividad-experiencia-dinámica
  • Reflexionar sobre lo hecho – experimentado por grupos con monitores
  • Celebrar lo vivido-Eucaristía, a la que también acuden la mayoría de las familias de los niños.

Líneas de Formación

Una formación basada en prácticas y experiencias gozosas de Dios y de la Iglesia, con 4 ejes:

  • Formación espiritual-interioridad.
  • Formación sacramental-eclesial-comunitaria: participar y vivir la eucaristía, con otras comunidades, compartir con otros grupos.
  • Formación social y pública, afectiva y de amistad.
  • Formación cultural: ver cine, disfrutar del arte, cantar y tocar música,

Programa 2019-2020: El camino de Jesús

  1. Cantar a las personas y alabar a Dios : Damián, sacerdote redentorista y cantante
  2. Las parábolas de Jesús: Godly Play. Equipo Pastoral de Escuelas Católicas. Mercedes, Vicky, Nieves
  3. Dibujar para mirar a Jesús: Fernando de Pablo y Miren Lasa. Dibujario. Graphic Facilitator & Creative.
  4. Mirar la ternura: los cuadros de la navidad. Mirar y tocar lo interior: Equipo de pasos
  5. Contar nuestros pasos: Javier Fonseca. Escritor infantil y cuentacuentos.
  6. La magia de las personas, la magia de Dios: Antonio Fuertes y su equipo de magos
  7. Deporte y competición, encontrarse y colaborar para ser equipo: Carlos Mulas sj y otros
  8. Un Dios de cine. Héroes y villanos. La guerra de las galaxias y Gru??: Álvaro Portugal, profesor religión, y Javier de la Torre, Univ. P. Comillas
  9. Jesús cura a los enfermos y se acerca a los pobres. Equipo Pasos
  10. Confiar Todos somos limitados y dependientes.: Fe y Luz. Amalia Jiménez y Miguel Campo sj
  11. Interioridad y oración. Sentir a Jesús en nosotros: Equipo Pasos
  12. Cuidar y respetar la naturaleza: Paz Olivares y Grupo Scouts Goa de la Parroquia San Francisco de Borja

¿Cuándo y Dónde?: Tiempo, Frecuencia y Lugar

Los sábados: cada 2-3 semanas, en horario de 17:30-20:00 horas.

Fechas: 19 de octubre, 9 de noviembre, 23 de noviembre, 14 de diciembre, 11 de enero, 25 de enero, 8 de febrero, 22 de febrero, 14 de marzo, 28 de marzo, 25 de abril, 6 de junio.

Lugar: Colegio Nuestra Señora del Recuerdo (Chamartín).

Edad: de  1º a 6º primaria. 1º y 2º secundaria. Se dividirán por grupos.

Cuotas para cubrir gastos: 70 euros. Se abonarán una vez comenzada la actividad.

Equipo de Responsables

Coordinador: Javier de la Torre, Facultad de Teología Universidad P. Comillas.

Responsables: Carlos Mulas sj , Angel Redondo, Asunción Pérez, Javier de la Torre, Belén Chaparro, Jana Alonso

Coordinadores de grupo: Luis Sánchez-Terán, Cristiana Arechaga, Pablo Ollero, Jana Alonso, Celia Fernández, Álvaro Portugal, Iñigo Alcaraz sj., Esther Enríquez, Álvaro Portugal, Edyta Bujok, Ignacio, Isabel Meléndez, Belén Chaparro, Asunción Pérez.

Contacto: Interesados, poner un correo a:

pasosignacianos@gmail.com

Más Info: https://infosj.es/noticias/8942-nace-pasos-una-nueva-comunidad-cristiana-de-ninos-en-madrid

 

Ejercicios en la vida diaria – Centro Pedro Fabro

Ejercicios en la vida diaria – Centro Pedro Fabro

Centro de espiritualidad Ignaciana Pedro Fabro

El próximo mes de octubre dará comienzo un nuevo curso y aquellos que deseen ayuda para poner a Dios en el centro de su vivir, ya sea por haber caído en el abandono, por encontrar que no avanzan en su vida espiritual o porque desean profundizar en la experiencia que ya cultivan, el Centro Fabro ofrece los Ejercicios en la vida diaria a través de los Itinerarios. El curso se desarrolla de octubre 2019 a mayo 2020, a través de un encuentro semanal en grupo con un acompañante o personalmente en la modalidad online.

Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio constituyen el núcleo de nuestra espiritualidad, la peculiar manera que, con base en su propia experiencia, ofrece a cuantos quieran buscar y hallar la voluntad divina en su propia vida.

Entre las diversas modalidades de abordar los Ejercicios, desde los retiros de fin de semana, los ejercicios de 8 días o los completos de mes, una nueva manera de hacer los Ejercicios en la vida diaria se va extendiendo: los Itinerarios de Iniciación y Profundización en la experiencia de Dios y hasta el Itinerario que aborda los Ejercicios completos o de mes.

En Maldonado se ubica, en la segunda planta, la oficina del Centro de Espiritualidad Ignaciana Pedro Fabro, que lleva años trabajando a través de los Itinerarios en ayudar a cuantos buscan avanzar en su experiencia personal de encuentro con Dios. Los que se adentran en el camino de los Ejercicios, experimentan que la oración transforma su vida y descubren que hay una nueva manera de mirar, oír, tocar, gustar y sentir que permite descubrir y saborear a Dios en todo y en todos.

Los Itinerarios se imparten tanto de manera presencial, normalmente en grupo, como en la modalidad online, para facilitar la experiencia a aquellos que, por diversas razones, no pueden acceder a los encuentros semanales presencialmente.

Para ampliar información y valorar la oportunidad de iniciar la experiencia y en qué modalidad, pueden dirigirte al Centro a través del email centrofabro@jesuitas.es

Amor regalado

Amor regalado

Este año, me gustaría invitaros una vez más, a profundizar en la riqueza que encierra la Eucaristía, pues creo que es necesario desenvolver ese preciado regalo que Jesús nos hizo al decidir quedarse entre nosotros.

Pero… para llegar ahí, hemos de estar convencidos de que:

  • La Eucaristía es fuente y cuna de toda vida cristiana, pues contiene todo el bien espiritual de la iglesia, es decir: Cristo mismo, nuestra Pascua.
  • Es Comunión, porque en ella nos unimos a Cristo que nos hace partícipes, de su Cuerpo y de su Sangre, para formar un solo cuerpo. Haciéndose carne, de nuestra carne, para transformarnos a nosotros en otros Cristos.
  • Y es Acción de Gracias, por tantos dones recibidos de Dios.

“Jesús, tomó el pan y el vino

y pronunciando la acción de gracias…”

 

Pan partido y sangre derramada. ¿Quieres  tomar la decisión de amar con todo lo que conlleva de ofrenda, silencio y gratuidad?

El que Jesús decidiera quedarse en la Eucaristía, para estar siempre con nosotros, es un bien que jamás podremos llegar a comprender, ni a agradecer; pero al menos, deberíamos pararnos ante este gran Don, para ir acercándonos un poco más -cada día- a su grandeza.

Es bueno recordar siempre, que Jesús -en el momento más sublime de donación y entrega- en lugar de ascender, desciende, se arrodilla, se humilla y lleno de bondad comienza a lavar los pies a sus discípulos.

Sabemos bien que ellos quedan desconcertados, saben que no son dignos de ese gesto de ternura de Jesús y así se lo hace saber Pedro… pero lo que entonces no intuyen, es lo que conlleva esa enseñanza.

Sin embargo, lo más triste, es que también a nosotros se nos haya olvidado, comulgamos como si nada estuviese sucediendo, como si fuese algo normal y corriente en nuestra vida. Pero:

  • ¿Se nos ocurre preguntarnos si también nosotros estamos dispuestos, a descender, a arrodillarnos, a humillarnos… a lavar los pies a los que se los han manchado del polvo del camino?

 Jesús ya había hablado de todo esto a sus discípulos. Ya les había dicho en una ocasión -al referirles una de las parábolas: “Seréis mis seguidores cuando en lugar de buscar los primeros puestos intentéis ocupar los últimos” Pero, una vez más, ellos escucharon sin oír y siguieron “rifándose” los lugares más importantes del Reino.

¡Qué poco difiere nuestra vida de esta situación! Nosotros también  comulgamos sin escuchar las palabras de Jesús. Nosotros ansiamos los primeros puestos dentro y fuera de la iglesia y huimos de servir a los demás y buscamos el placer, el tener y el sobresalir… Pero eso sí, ahí estamos –puestos un día y otro- en la fila de los que van a recibir el Cuerpo de Cristo.

¡Qué lejos vivimos de lo que Jesús pretendió hacer cuando quiso regalarnos el gran Don de la Eucaristía! ¡Y qué poco lo valoramos!

Por eso es necesario que volvamos a recordar, que cuando Jesús ofrece la Copa –a los discípulos- el día de la Cena, les está diciendo desde lo más profundo de su corazón ¿podréis sostener en vuestras manos, la copa de la vida que os espera de ahora en adelante? ¿Podréis sostenerla cuando os llegue la persecución, el acoso, el sufrimiento…?

Soy consciente de que el ambiente en que vivimos no nos lo pone fácil.  Todos conocemos a gente que no permite coger nada de lo que se le da y, mucho menos, la Copa de la Cena, porque cree que cogerla es signo de inferioridad.  Gente, que cuando le llega un mal momento lo ocultan sin ser capaces de pedir ayuda –aunque lo están pasando muy mal- porque ello les hace sentirse suficientes.

Esta es la realidad del mundo de hoy. Una realidad, que si no salimos de ella, difícilmente podremos sentarnos en la mesa de la Cena para entrar en la gratuidad de Dios.

Dios en el momento de la Eucaristía, se ofrece por entero a nosotros. Pero eso nos da demasiado miedo porque lo primero que pensamos es: ¿y qué nos pedirá a cambio?

¡Cuándo acabaremos de aprender que Dios –Sacramento de presencia viva- es gracia, regalo… es Don salido de sí para darse a los demás!

Y eso es, sencillamente, lo que se nos pide a nosotros día del Corpus Christi. Que aprendamos a darnos gratuitamente como lo hizo Jesús. Que aprendamos a descender a nuestro fondeo donde habita Dios. Que aprendamos a humillarnos…

Porque no se puede recibir a Dios y no dar una perspectiva nueva a nuestra vida.  No se puede recibir a Dios -que se hace uno con nosotros- y vivir sin tener las mismas actitudes que Jesús. Por eso, recibir a Cristo, nos ha de llevar a:

  • Crear alegría.
  • A dar esperanza.
  • A ser personas de acogida.
  • A abrir nuestra puerta y nuestro corazón al necesitado.
  • Y a esforzarnos por vivir en la alabanza, el abrazo y la fiesta.

 

Porque Jesús nos da la vida, para que –por medio de ella-seamos partícipes en el diálogo de amor que nos une al Padre.

Nos da la vida, para que por medio de ella, nos entreguemos no sólo en la eucaristía, sino en los detalles de cada día, siendo presencia suya en el mundo.

Y nos regala la vida para enseñarnos, a que hemos de ser ante –cada ser humano- portadores de salvación.

Celebración 50 años de matrimonio: Testimonio de Julia y Jose Antonio

Celebración 50 años de matrimonio: Testimonio de Julia y Jose Antonio

Este domingo, 16 de junio, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, ha presidido una Eucaristía de acción gracias con más de una cincuentena de matrimonios que este año celebran sus bodas de oro y plata. La celebración ha tenido lugar en la catedral de Santa María la Real de la Almudena, y contaba, entre los matrimonios, con Julia y Jose Antonio, miembros de la Comunidad de Nazaret. Han dado su testimonio y han sido entrevistados en diversos medios, como Alfa y Omega y Trece TV. (Los enlaces al final)

Transcripción de la entrevista por los 50 años matrimoniales a Julia Merodio y a su marido Jose Antonio, testimonio de matrimonio cristiano, en la Revista Alfa y Omega.

¿Cómo os conocisteis?
José Antonio.- Nosotros somos del mismo pueblo y yo conocí a Julita el día que la bautizaron, pero claro, una cosa es que nos conociésemos y otra que nos tratásemos, pues debido a que yo tengo siete años más que ella nuestra amistad era nula.
Años después, con bastantes años más, fui a pedirle unos libros que necesitaba y que ella tenía, motivo que el que nos acercamos un poco pero nuestro trato seguía siendo lejano.
Sin embargo los dos éramos afines en las prácticas religiosas y coincidíamos con frecuencia en la parroquia, lo que hizo que comenzásemos a tratarnos más. Dando lugar a que, poco a poco, fuésemos sintiendo algo el uno por el otro.

Julia.- Así José Antonio comenzó a frecuentar mi pandilla que la llamaban “la de los estudiantes” Pero a mí en casa me tenían muy protegida y a penas me dejaban salir por lo que tampoco podíamos vernos demasiado. Pero mis padres tenían una tienda y además estanco, lo que facilitaba a José Antonio el buscar escusas para pasarse por allí a comprar algo, a fin de ver si salía yo a despachar y podíamos vernos.
Pero cuando la cosa comenzaba a funcionar un poco nuestros padres salieron del pueblo, porque la gente se iba fuera a buscar trabajo y la distancia entre nosotros se sitúo en 320 Km. Yo me fui a vivir a Zaragoza y él a Madrid. Seis largos años de noviazgo separados ¡Ufff! Sin muchos recursos y sin móvil… ¡Difícil, difícil…¡

¿Cómo ha sido vuestra vida de hijos y nietos?

José Antonio.- Por fin hubo boda. Nos casamos en la Catedral de Sigüenza para estar a mitad de camino y facilitar la asistencia a las dos familias.
Nuestra vida era normal, estábamos juntos y eso para nosotros era lo más grande. La verdad es que no estuvimos mucho tiempo solos, pues nuestra casa se convirtió en casa de acogida siempre teníamos a alguien de la familia viviendo con nosotros.

Julia.- Luego comenzaron a venir los hijos ¡¡Qué alegría!Pero una cosa es lo que nosotros queremos y otra lo que Dios permite.
Hemos tenido cuatro hijos. Dos que están en el cielo y dos que están con nosotros y son la alegría de nuestra vida.
El primero se me murió dentro porque me di un susto en el metro, quedándome un trauma impresionante. Pero pronto volví a estar embarazada y con una alegría inmensa, tuvimos nuestro segundo hijo que murió ¡no sabemos de qué murió! pero fue cerebral, a los 19 meses y medio.

José Antonio.- Esta fue una prueba muy dura que tuvimos que pasar y fue en ese momento cuando nos refugiamos el uno en el otro –de manera especial- y juntos nos unimos en serio a Dios. De ahí que hiciésemos unos Ejercicios Espirituales y terminásemos metidos en los jesuitas –Congregación de Matrimonios Nazaret – donde cambiaron nuestros esquemas, asumiendo la realidad de que los hijos no eran nuestros, sino que eran de Dios.

Julia.- Yo me quedé destrozada. Imposible poderme quedar embarazada. Pero con un tratamiento médico tuvimos a nuestro tercer hijo, cuatro años después. Nos parecía imposible. Era precioso, Dios había premiado nuestra confianza.
Más, no queríamos quedarnos con un hijo solo, pero teníamos problemas para tener más. De nuevo consultas al médico hasta que de nuevo me quedé embaraza. Sin embargo nuestra alegría duraría poco, pues en la primera consulta me dicen que tengo que abortar porque viene mal.

José Antonio.- Otra vez metidos en el dilema ¿qué hacer? ¿Seguir? ¿Hacerles caso? De nuevo fuimos a consultar a otro médico que nos tranquilizó y nos dijo que con un buen seguimiento del embarazo podíamos tener a nuestro Bebé. Fue fácil la elección pues teníamos claro que queríamos tener a nuestro Bebé y decidimos seguir adelante.

Julia.- El embarazo fue horrible. Solamente oía en las consultas la palabra “aborto” Y como estaba sola porque entonces no dejaban venir a los padres pues salía destrozada.
Pero llegó el día feliz y tuvimos una niña preciosa y totalmente sana que pesó tres kilos y medio. Los médicos no podían creerlo y el día que me dieron el alta bajé a la consulta y les dije –con un poquito de sorna-: Aquí tienen a mi “aborto”
Para no extendernos más sólo decir que ahora tenemos, además, una nieta de dos años que nos tiene locos, es nuestro Tesoro.

¿Cuál es vuestro “secreto” para cumplir 50 años?

Julia.- Vivir a dos no es fácil. Uno solo se pone de acuerdo en dos minutos. ¡Pero dos…!
Después de tantos años, lo que nosotros creemos es, que el “secreto” para llegar a los cincuenta años y a los sesenta y a los (jajaja)… consiste en trabajar la relación. Nada se nos da hecho. No hay baritas mágicas, según se trabaja así se logra.

José Antonio.- En la relación es muy importante la ayuda mutua, y el no cansarse nunca de ceder…

Julia.- Sí, es verdad. La gente cree que ceder, que perdonar, que amar gratuitamente… es de débiles, pero no es verdad. Para devolver, a un daño que nos hacen otro aún mayor, no hace falta fortaleza, la fortaleza se necesita para no devolverlo.

José Antonio.- También hay que saber que en las cosas importantes no se entra en el primer momento, se va entrando poco a poco en lo que el otro siente, en lo que al otro le preocupa… Porque el amor es como una planta, que bien cuidada mejora con el tiempo.

Julia.- Por eso una de las cosas que más hay que cuidar es la comunicación. Hoy los jóvenes se comunican por mail, por WhatsApp… siempre con una pantalla por medio, sin ver las caras, sin oírse, sin sentirse… y eso desgasta, se necesita el calorcito del encuentro. Porque una cosa es compartir una cosa puntual y otra comunicar lo de dentro, lo que sientes, lo que necesitas… lo que valoras del otro, lo que significa en tu vida… Eso de “dedicar poco tiempo pero de calidad” a mí me parece muy cuestionable.

José Antonio.- Pero la comunicación no es fácil. Las mujeres siempre necesitan hablar más que los hombres – esto es por naturaleza- y claro pues más de una vez las aguas se enturbian, pero hay que aprender a serenarlas dejándolas reposar.

Julia.- Otra cosa muy importante es la relación con Dios. Si antes decía que la relación a dos es difícil, cuando se entra el campo de lo religiosos es todavía más, pues cada uno tiene su propia manera de llegar a Dios y eso hay que respetarlo profundamente.

José Antonio.- Nosotros en eso tuvimos suerte. Ya de solteros y sin ponernos de acuerdo pertenecíamos, cada uno desde donde estaba, a la Legión de María y luego de casados nos dedicamos a la pastoral matrimonial y prematrimonial. Estuvimos metidos de llenos en las CVX e hicimos Encuentro Matrimonial. Fue una experiencia fantástica. Y con Julita, pues siempre metidos en un montón de líos –pues como yo digo, “tiene cara de cargo” en el momento que hablaba nos asignaban un cargo.

Julia.- Bueno yo no querría terminar sin decir que, aunque las bodas de Oro y Plata se celebren como una Acción de Gracias -cosa muy plausible- me parece que debería ser imprescindible que, antes de la ceremonia se dedicase un tiempo a la puesta a punto, donde por supuesto estuviese presente el Señor. Un tiempo donde la humildad y la valentía se impusiesen y los esposos fuesen capaces de bajar a su fondo y ver cómo están esas tinajas que guardan en la bodega de su corazón, donde reside: el amor, la generosidad, la alegría, la fidelidad, la donación, la paz, el perdón… y mirar, cuanto se han vaciado con el tiempo y por qué. Y se sentasen juntos los dos, siendo capaces de hacer una revisión profunda de su trayectoria, abordando los momentos agradables de esos años, pero también las heridas que llevan en el alma, -mirando personalmente- lo que les ha dañado del otro, cómo se han sentido, a dónde les ha llevado la situación, qué impacto ha tenido en los hijos esa forma suya de vivir; qué daños ha podido producirles: su comodidad, su incoherencia, su indiferencia… y juntos preguntase:

· ¿Qué es lo que te sigue agradando de mí?
· ¿Qué significa para ti mi ayuda?
· ¿Qué es lo que sigue dándote fuerzas para vivir conmigo?
· ¿Hay en nuestra vida, una alegría capaz de llegar al corazón de nuestros hijos?
· ¿Cuál es la voluntad de Dios para nuestras vidas…?

Y juntos llorar si es preciso y reír si lo merece y orar desde lo más profundo y sellar el perdón que sana heridas y prometerse fidelidad y amor, el tiempo que les quede de peregrinación juntos.
Porque la celebración, nunca puede ser el momento de llegada, ha de ser el momento de partida en que los dos salgan de la ceremonia renovados, nuevos, jóvenes de alma, con un lifting recién elaborado y eso no se conseguirá si todo se hace porque se tiene que hacer… pasando inadvertido lo que significa la ceremonia. Pues entrar en la fiesta supone haberse puesto la túnica nueva, haberse calzando las sandalias en los pies y llevar en el dedo el anillo de la alianza.
Porque así, sí, ¡sí que habrá fiesta! ¡Claro que habrá fiesta! Y los hijos beberán ese vino nuevo del que habla el evangelio.

Enlace a Artículo en Alfa y Omega: Aqui

Enlace a Entrevista TRECE TV: aqui

Santísima Trinidad

Santísima Trinidad

El domingo pasado, leíamos la Secuencia de Pentecostés que tanto nos gusta y que sería bueno que rezásemos con asiduidad; pero lo que quizá no descubrimos al leerla, es que en ella se fusionan las tres festividades que la liturgia nos presenta en estos tres domingos consecutivos.

Comienza diciendo:

Ven Espíritu Divino, manda tu Luz desde el cielo,

Padre amoroso del pobre, Don en tus dones espléndido. (Pentecostés)

 

Pero la Secuencia continúa adentrándonos en la hondura y la profundidad de Dios, que nos lleva a encontrarnos en las maravillas que el Señor nos regala, a la vez que nos hace entrar en profunda adoración.

Un momento, en el que se hace visible la Trinidad de Dios, a la vez que nos muestra que en Dios todo es entrega, participación, intercambio, amor desinteresado, cercanía al ser humano… Qué importante sería que le dijésemos desde lo profundo del corazón:

Entra hasta el fondo del alma, Divina Luz y enriquécenos.

Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro,

mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento

 

EN PROFUNDA ADORACIÓN

Cuando la persona es capaz de postrarse ante el Señor, para alabarle y adorarle, lo primero que descubre es el vacío que siente el ser humano cuando no es capaz de percibir, que está habitado por el mismo Dios.

Es un momento en el que la persona se da cuenta, del poder del mal que impera dentro de ella para llevarla a realizar tantas equivocaciones, tantas imperfecciones, tantas faltas… un poder sutil, casi imperceptible que poco a poco va minándola sin piedad; haciendo que, su interior se vaya convirtiendo en un vació difícil de llenar.

Hace pocas semanas presentaban en televisión, un maravilloso “robot” que la ciencia había conseguido, capaz de hacer cosas inimaginables. Bajaba escaleras, hacía tareas domésticas, atendía a ciertos estímulos… tan auténtico que, daban ganas de levantarte del sillón y aplaudir. Pero, nadie era capaz de aclarar que le faltaba algo que el ser humano nunca será capaz de implantar en él: Un cerebro y un corazón.

Sin pretenderlo, esta maravilla de la ciencia nos estaba enseñando, en lo que puede convertirse una persona cuando le falta Dios; alguien sin cerebro y sin corazón. Alguien que, a base de no dejarle pensar se va convirtiendo en un ser inhumano que tan sólo piense en sí mismo; sin importarle, lo más mínimo los que tiene a su alrededor. Un ser solitario, por mucho que viva en ciudades superpobladas, un ser insociable que no es capaz, de cruzar unas palabras con los vecinos de sus inmensas torres de viviendas.

Así vemos a jóvenes y menos jóvenes, incluso personas con más edad: ociosos, vacíos, sin criterio… sólo les preocupa: la buena vida, el placer, el parecer, el pasarlo bien… y cuando comparten su juicio, descubres que su interior está bastante deshabitado.

Este es el vacío que, todos tenemos en más o menos medida; y este vacío es el que os invito a presentar hoy ante el Señor.

  • Este vacío que, solamente se puede llenar con: Horas en su presencia. Con la interiorización de la Palabra. Con el alimento de su entrega.
  • Este vacío que pide: adoración, silencio, confianza, abandono en las manos del padre…
  • Este vacío que, no se llena con cosas, ni con ocio, ni con relaciones humanas… se llena con amor, con donación, con respeto, con perseverancia…
  • Este vacío que solamente podrá ser colmado por el Señor.

 

CON HONDO RESPETO

Cuando aprendamos a rastrear a través de la creación, las huellas de Dios y le dejemos llegar hasta el fondo del alma… empezaremos a notar que nuestra vida está presidida por la Trinidad de Dios.

Cuando las palabras de la Secuencia, empiezan a tener eco dentro de nosotros para irnos descubriendo nuestro vacío; empezamos a tomar conciencia de todas esas personas que, tanto queremos y que también tienen sus vacíos. De esas otras que caminan a nuestro lado y están en idénticas condiciones; de algunas que vemos con un aspecto envidiable pero se vislumbra que dentro no tienen nada… y decidimos presentarlas ante el Señor.

Es el momento de la adoración. De la Oración profunda. Por lo que nos ponemos –en actitud orante- en presencia del Dios de la vida para presentarle nuestra realidad.

Señor: Hoy te pedimos un corazón blandito. Un corazón capaz de:

  • Sentir con los demás.
  • De dedicarles nuestro tiempo.
  • De acoger la realidad de los que viven con nosotros.
  • De tolerarlos.
  • De respetarlos.
  • De seguir creyendo, en ellos y en Ti
  • De seguir esperando.
  • De seguir amando.
  • Y seguir orando…

Danos un corazón que se vaya haciendo grande de tanto dar, de tanto vivir la misericordia, la ternura, de tanto ser bondadoso, dulce, compasivo… de tanto intentar parecerse al tuyo.

Y, sobre todo: VEN. Ven a cada uno de nosotros, no nos dejes solos, sin Ti todo es complicado y doloroso. Por eso te repetimos desde lo profundo del corazón:

“Ven dulce huésped del alma,

descanso de nuestro esfuerzo,

tregua en el duro trabajo,

brisa en las horas de fuego,

gozo que enjuga las lágrimas

y reconforta en los duelos”

 

 

Pentecostés

Pentecostés

El día que aprendamos que, no se puede penetrar en el corazón del mundo sin haber encontrado a Dios; descubriremos que, tampoco se puede penetrar en el corazón de Dios, sin antes haber aceptado la realidad del ser humano.

Estamos en Pentecostés, Pentecostés de 2019; y, resulta sorprendente que, Jesús nos siga mandando lo más preciado que tiene: su Espíritu; Espíritu que nos lleva a lo esencial, a la verdad plena, a la novedad de Dios. -No puedo dejar de preguntarme si las personas de nuestro tiempo son conscientes de esto y si, los que somos conscientes, estamos dispuestas a acogerlo-

En Pentecostés empieza algo nuevo. Se produce un acontecimiento impensable; surge una fuerza que nos lleva a insertarnos, en le mundo de lo imprevisible.
Por eso, sería muy importante que hoy, lo mismo que entonces, dejásemos que se realizasen en nosotros aquellas maravillas que llevaron a los apóstoles a tener: Un lenguaje común.

EN EL MUNDO DE LA COMUNICACIÓN

Resulta sorprendente observar que, en este tiempo donde prolifera la traducción simultanea, el conocimiento de varias lenguas, la tecnología más avanzada en traducciones simultaneas…nos encontremos más cerca de la confusión de lenguas que se produjo en Babel, que en la uniformidad que se produjo en Pentecostés.

Somos capaces de entender lo que nos dice un mensaje publicitario y nos es sumamente costoso entender lo que quieren decirnos nuestros: marido, mujer, padres, hijos, hermanos, familia, amigos… Hacemos jeroglíficos y no sabemos resolver lo que nos dice la Buena Noticia.
Olvidamos que sigue existiendo una lengua común, el lenguaje de los valores evangélicos; el que acreditó a Jesús en su vida y en su muerte y el que tantas veces tenemos la experiencia de seguir oyendo en nuestra “lengua nativa”, la que viene de nuestra opción por Cristo. El Amor.
Y es lógico, después de tantos años todavía, no hemos sido capaces de aceptar que, Pentecostés es una experiencia de amor y que, ese amor es el motor que pone al ser humano en pie y le hace caminar.
Sin embargo, no esperemos que ese camino se nos dé hecho; en él se nos irán presentando una serie de alternativas; de las que cada uno, desde su libertad, cogerá unas y dejará otras; pero con la seguridad de que, si lo hacemos bajo la fuerza del Espíritu, nos iremos insertando en la vida de creyentes y, sin pretenderlo, lo mismo que les pasó a los apóstoles, nuestras hazañas pregonarán la grandeza del Señor.
No podemos, por tanto, basar nuestra vida en actos, sino en buscar las actitudes. No vale conformarnos con oír homilías, sino desde ellas mirar dónde tenemos puesto el corazón. No vale el “cumpli-miento” de actos religiosos, sino llegar a la grandeza de buscar en ellos a Dios.
Esta es la realidad que insertará en nosotros las grandezas que surgieron del primer Pentecostés. La que nos llevará a ansiar que toda la tierra bendiga y proclame la gloria del Señor y de nuestro corazón brotará el agradecimiento para decirle, al Señor, con entusiasmo:
• Te alabamos Señor por la inmensidad de tus dones.
• Te alabamos por hacer realidad nuestras inquietudes más hondas.
• Te alabamos porque la alabanza siempre brota de un corazón agradecido y el nuestro desborda de gratitud.
• Te alabamos porque nos has congregado en unidad, a los que participamos de tu mismo Cuerpo y Sangre .
• Te alabamos porque al participar de tu Espíritu has hecho posible que comamos de un solo Pan, bebamos de la misma Copa y formemos un solo Cuerpo.
• Te alabamos por esta oración en grupo. Pues tenemos la seguridad de que, aquí y ahora, aunque presididos por la distancia, sigue siendo Pentecostés.

EL ESPÍRITU LLEGA DONDE QUIERE

Si ha habido un momento en la historia en que se le quiere poner freno a Dios es este. Y no es que sea peor que otros, pero quizá sí más obstinado y más minucioso; hoy no se hacen las cosas por ignorancia, todo se calcula con precisión y se manipula de manera descarada, de forma que ante tanto poder pretendemos manipular también a Dios y no nos damos cuenta de lo que quiere advertirnos Pentecostés.

Nos dice el libro de Los Hechos de los Apóstoles:
“Vino una ráfaga de viento impetuoso” (Hechos 2)

Un viento que limpió el ambiente: quitando miedos, devolviendo la calma, la libertad, la fuerza de expresar la fe, de vivir como verdaderos apóstoles.
Un viento tan fuerte que, también fue capaz de desatrancar las puertas de hacernos salir de nosotros mismos, de ir por la vida sin poner fronteras, pues uno no puede “asomarse a Dios” y seguir atado a los prejuicios y recelos que nos marca la sociedad.
Por eso hoy, os invitaría a que nos preguntásemos: ¿no somos cristianos demasiado fríos y correctos; demasiado formales y normales; demasiado convencionales… como para dar una imagen digna –del Espíritu Santo- a los demás?
¿No somos cristianos demasiado estirados incapaces de acoger el riesgo y el vértigo que produce vivir desde la fe?
¿No necesitamos muchos más testimonio de hombres y mujeres que lo arriesgan todo sin cálculos ni previsiones?
¿No precisamos poseer de tal manera el Espíritu que rompamos ataduras y condicionamientos para salir a predicar un testimonio de vida?
Así, año tras año, seguimos hablando del Espíritu Santo pero sin pararnos, ni silenciarnos para que venga a cada uno de nosotros. Seguimos hablando de sus dones, pero nos asusta la responsabilidad de recibirlos.
Y es que recibir los dones del Espíritu compromete demasiado, “hay que dar frutos dignos” nos dice repetidamente Jesús en el evangelio “por sus frutos los conoceréis” dijo en otra ocasión; dones y frutos no pueden separarse, por lo que es sorprendente que se hable tan poco de los frutos del Espíritu Santo, pero ahí están; y el catecismo nos los recuerda.
Los frutos son: Caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad. ¡Y tantos más…!
Pues tanto los dones, como los frutos del Espíritu son infinitos y no pueden encasillarse ni abarcarse; por eso, aunque la Iglesia nos ofrezca unos determinados nosotros podemos ir experimentando muchos más.

Pero, si es importante conocerlos, lo es mucho más practicarlos por eso en os invito a que en esta semana nos preguntemos:
– ¿Cómo los inserto yo en mi vida?
– ¿Conocen los demás que el Espíritu habita en mí porque ofrezco frutos dignos?

TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU DE DIOS

He apuntado reiteradas veces que, el que forma y el que envía es Jesús, pero que, el que transforma es el Espíritu de Dios, de ahí que el Espíritu Santo sea el elemento esencial del ser de cada bautizado.
Si nos acercamos al Génesis y nos situamos ante el germen de la vida, aparecen esas admirables palabras, que nunca terminarán de asombrarnos: “Cuando Dios formó al ser humano, del polvo de la tierra, sopló sobre su rostro el aliento de vida”
El Espíritu, es por tanto, la fuerza divina que dinamiza y transforma al ser humano, hasta hacerlo capaz de consagrar su vida, al servicio de los demás.
Por eso el que está abierto al Espíritu de Dios, experimenta la gracia del encuentro: en el seguimiento, la imitación, la unión y la configuración con Cristo, capaz de transformar todas esas actitudes en misión.
Y ahí tenemos la confirmación. Antes de recibir los apóstoles el Espíritu Santo, antes de recibirlo cada uno de nosotros, ya lo había recibido una criatura muy especial llamada María. “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra”, le había dicho el Ángel. Y Así fue. Imposible la efusión del Espíritu sin el SÍ de María. ¡Qué despliegue de realidades encierra el misterio de Dios!
Más ¡qué decir de ese SÍ! Creo que lo más sobresaliente en María era: su ser totalmente pobre, pero lleno de las riquezas de Dios, por eso quiero invitaros hoy a ponernos junto a ella con sencillez, sin rodeos, desde la verdad de nuestro corazón para juntos decir al Señor: ¡Henos aquí!
• Haz que el Espíritu Santo descienda sobre cada ser humano, lo mismo que descendió sobre María, porque el mundo necesita entrar en el Reino de las Bienaventuranzas, con más urgencia que nunca.
• Ayúdanos a ser, como la Madre, disponible para que el Espíritu Santo pueda obrar también en nosotros maravillas.
• Y lo mismo que hizo Ella, escuchemos, sin desfallecer, la llamada de Dios, pues el Espíritu, siempre hace su aparición más silenciosa, en los momentos más decisivos de nuestra vida.

La Ascensión

La Ascensión

Si quieres ser presencia de Cristo en medio de la historia, acompaña, a Jesús, hasta el monte donde tuvo lugar su Ascensión; deja que te bendiga, que haga presente en ti su Espíritu. Y después, dile que te envíe a ser signo, para cada persona que se cruce en tu camino…

Segundo Misterio.- La Ascensión del Señor
Jesús vuelve a subir al monte para despedirse de los suyos. Su misión sobre la tierra ha terminado. Y quiere volver al Padre para preparar sitio a todos los que ama.
Le sigue una gran comitiva. En cabeza los apóstoles y entre ellos alguien muy especial, La Madre: María. Ella siempre mezclada con los demás. Siempre huyendo de privilegios, pasando desapercibida… aunque sin saberlo, brille con luz propia ante el mundo.

SUCEDIÓ EN UN MONTE
Nos sorprende observar, cómo elige Jesús, la montaña para los grandes acontecimientos de su vida.
– En la montaña multiplica el pan para que llegue a todos.
– En la montaña muestra su gloria el día de la transfiguración.
– En la montaña entrega la vida por amor a la humanidad.
– En la montaña nos enseña a perdonar, a acoger, a suplicar.
– En la montaña nos entrega a María por madre.
– Y ahora vuelve a subir a la montaña para despedirse de los suyos.
¡Qué significado tan especial debe de el Monte para Jesús!

Yo creo que lo hace así, porque el monte significa superación, ascenso, escalar, abrir caminos… Y Jesús sabe muy bien que el ser humano es el continuador de la creación, un productor de la tierra, un caminante en busca de Dios que es la perfección plena.
Y eso, precisamente, es lo que busca Jesús para cada uno de nosotros. Él ya había dicho “ser perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” ¿Acaso Jesús al decir esto ignoraba lo precario de la condición humana? Al contrario. Jesús conocía mejor que nadie la precariedad. Él había querido sentirla en su carne haciéndose hombre como nosotros… y sin embargo se atreve a decirnos que seamos perfectos.
Jesús sabía bien que cuando hablaba de perfección, se refería a la superación, al progreso, a la madurez… a dar pasos hacia adelante para alcanzar nuevas metas, a desarrollar los dones recibidos para compartirlos con los demás, a esforzarnos por llegar a Él, única plenitud.
Por eso cuando quiere referirse a la naturaleza humana, lo hace con su sencillez habitual: mostrándonos una semilla, un granito de mostaza… cosas insignificantes a primera vista. Para decirnos que, las grandes generosidades de la persona, Dios las ha plantado en nuestro corazón y a cada uno nos corresponde cuidarlas, engrandecerlas, hacerlas germinar… para que den fruto. Porque sólo así podremos ofrecerlas a los demás dignificadas.
Muy sencillo, pero muy costoso. Para llegar a hacerlo realidad, no queda más remedio, que insertar el amor en nuestra vida. Oigamos como nos lo dice Jesús: “Al que me ame, vendremos a él y haremos morada en él” (Juan 14,23) Y no es menos significativo lo que leemos en los salmos: “Dios habita en su santa morada…” (salmo 83) Pero:
– ¿Qué morada preparo yo a Cristo, para que habite en mí?
– ¿Cómo podría mejorarla?
Nos encontramos ante el misterio que hay dentro de cada persona al saber que Dios habita dentro de ella. Sin embargo, ¡Que diferente sería nuestro trato si fuésemos capaces de creérnoslo de verdad! ¡Cómo intentaríamos comprender a los que están a nuestro lado!
Todo ser humano es morada de Dios porque, un día, no sólo “la Palabra (Jesús) se hizo carne…” sino que además, habitó en nosotros.
Por eso Jesús nos dice hoy a cada uno en particular:
Ahora vivo en ti que me escuchas,
en ti que me rezas, en ti que me necesitas,
en ti que me amas…
Ahora vivo en ti si me dejas amarte.

• Pidiendo, al Señor, por todos los que viven como si Él no existiera, como si no estuviera en sus vidas, como si no les importasen los favores que les brinda, rezamos juntos: Un Padrenuestro y diez Avemarías –un misterio del Rosario-
Podemos terminar diciéndole:
Ayúdanos Señor a acompañarte al Monte de la Ascensión. A ese lugar donde siempre nos esperas para consolarnos, para fortificarnos, para alimentarnos. Ayúdanos a vivir, de una manera especial la Eucaristía, para hacer nuestra tu Palabra de vida; para dejar entrar, en cada uno, el amor con que nos amas y para llevar esa vida a cada hermano, que está esperando de nosotros algo nuevo y distinto de lo que hasta ahora les habían ofrecido.

María la madre de los pueblos

María la madre de los pueblos

Estamos terminando el mes de Mayo, mes dedicado a María y ¿a quién no le gusta honrar a María? Todos invocamos a nuestra patrona, todos tratamos de sacar tiempo para ir a celebrar su fiesta, sin embargo qué pocas veces nos preguntamos si ese amor a María nos acerca realmente a Dios, pues no es difícil ver en los santuarios marianos a personas que, manifiestamente, no tienen nada de seguidores de Jesús.

Pero no es a nosotros a quién nos corresponde juzgarlos, sino que respetándolos como se merecen, nos conviene fijarnos en ellos para revisar nuestra devoción a María por si también nosotros estuviésemos cayendo en algún tipo de error. De ahí que os invite a preguntarnos:

•  Y a mí ¿me acerca a Dios, esa Virgen a la que tengo tanta devoción?

Normalmente siempre nos detenemos ante el momento en que Jesús, al pie de la Cruz, nos regala a su madre. Y es verdad que es un momento precioso, pero hablamos poco de cómo la palabra Padre, en labios de Jesús, significaba casi como si dijese mamá, pues cuando Jesús pronunciaba la palabra Abba, estaba diciendo que se sentía querido, que confiaba, que… ese Dios temible que se presentaba en el Antiguo Testamento, no era real, que su Padre es un Dios de bondad con entrañas de madre, un Dios que no daba miedo sino que daba seguridad y sosiego.

Y precisamente esto es lo que el pueblo cristiano fue transfiriendo de María, la madre de Jesús, sin darse cuenta de que con ello, estaba salvando la Buena Noticia que se veía en peligro.
El pueblo ve en María: la madre de misericordia, el refugio de los pecadores, el consuelo de los afligidos, el auxilio de los cristianos… De ahí, que todo lo que Jesús quería expresar con el Abba al Padre, fue trasladado a la Madre. De ahí que sería bueno que nos preguntásemos:

•   Y nosotros ¿cuándo estamos dirigiéndonos a María en estos términos, nos acordamos del Abba que Jesús dirigía al Padre?

Es significativo, que la fe de María es la que ayuda al pueblo cristiano a vivir ese Abba, pronunciado tantas veces por Jesús al dirigirse al Padre. Pues la madre es cercana, no da miedo… en la madre se confía, ella es seguridad y cariño; es compasiva, asequible… capaz de sanar todas las heridas que produce el largo camino de la vida.

Con María, se recupera al padre, al médico, al amigo… ya nadie se queda sin amparo, sin protección. De ahí que, ella sea exactamente lo que para Jesús significaba la palabra Abba.
Por eso, no hay palabras ni sentimientos capaces de agradecer lo que María ha hecho para acercarnos a la Buena Noticia de Jesús. María nos ha enseñado que llegar a Dios es: sentirse querido, saber que alguien siempre nos comprende, nos perdona, nos acoge… Que Dios es alguien a quien no hay que temer porque no lleva cuentas del mal, porque todo lo olvida, todo lo espera, todo lo disculpa…

• ¿Qué sentimientos despierta en mí conocer a ese Dios que María quiere mostrarme?

Quizá ahora podamos entender mejor que en la Parábola del Hijo Pródigo no hay madre porque no hace falta, porque el corazón del padre es maternal. Y es curioso que María sea también, parábola de Dios.

Por eso, descubrir todo esto, ha de hacernos aumentar de manera especial, nuestra devoción, admiración y gratitud a María -la madre de Jesús y nuestra- por la que, gracias a su Sí incondicional, pudo Jesús ser uno de nosotros.

Ella es la que, a través de los siglos, nos ha llevado al Padre, nos ha acompañado en el camino de la vida y nos ha mostrado el verdadero rostro de Dios. Por eso ya solamente nos queda dar gracias por tan singular Don.

Gracias, Señor:
Gracias, por habernos regalado a María: Madre de Jesús y nuestra a la vez.
Gracias, porque de ella hemos aprendido: que la constante de nuestra vida ha de ser: la de alzar los ojos para alabar a Dios, desde la verdad de nuestro corazón.
Gracias, porque ella nos ha enseñado, que el secreto de su corazón, estaba en ser pobre, disponibilidad que la llevo a ser invitada a alegrarse.
Gracias, porque también hemos conocido que su corazón era, sensible para acoger la Palabra, que guardaba y aceptaba con infinita paz y comprensión.
Hemos aprendido… Que su corazón era joven y buscaba lo nuevo; estando disponible para dejarse hacer por su Señor.
Que su corazón era fiel, con una fidelidad que la hacía firme como la roca.
Que su corazón era creyente; y en él cabía la fiesta, el canto, el júbilo.
Y, gracias… porque ahora sabemos, con certeza, que sus brazos y su corazón, están siempre abiertos para acoger, a cada hijo que necesita cobijarse en ellos.

Y yo… me avergüenzo del evangelio

Y yo… me avergüenzo del evangelio

Quizá pueda parecer una ofensa comenzar un artículo, enviado de forma primordial a personas comprometidas con este epígrafe, pero nada más lejos de la realidad. Yo misma me vi sorprendida al adentrarme en él.
Estoy segura que nunca se me hubiera ocurrido escribir sobre ello de no haber sido porque echaron un folleto en mi buzón en la que se leía. Y tú ¿te avergüenzas del evangelio? ¡Avergonzarme del Evangelio! ¿Cómo voy a avergonzarme yo del evangelio? Pero la pregunta me hizo seguir leyendo y, aunque todo era muy escueto, llamó mi curiosidad de manera firme.
En ese momento me iba a la parroquia, así que lo metí en el bolsillo y con mi folleto a cuestas me presenté ante el Señor. Pero ese folleto me seguía interrogando, por lo que recurrí a S. Pablo y en Romanos encontré lo que buscaba. “Pues no me avergüenzo del evangelio que es fuerza de Dios para que se salve todo el que cree, tanto si es judío como si no lo es” (Romanos 1, 16 – 17)
Seguí en silencio pero, ¿por qué dice S. Pablo, sin que nadie le preguntase, dice que no se avergüenza del evangelio? Entonces me di cuenta de que allí precisamente estaba la respuesta. El evangelio es un mensaje que proviene de Dios y que tiene que ser acogido y proclamado con fidelidad por mucho que cueste y los apóstoles lo habían entendido perfectamente. Lo que pasa es que, a veces a nosotros, nos acechan dos equivocaciones.

Somos dados:
• A quitarle el contenido para hacerlo más asequible.
• O a añadirle información y adornarlo para hacerlo más atractivo.
No es nuevo para ninguno de nosotros leer que, el evangelio ha sido manifestado en todos los continentes de la tierra, en todas las condiciones sociales, raciales, culturales, económicas… Produciendo en todas ellas el mismo fruto. El evangelio ha despejado tinieblas, ha roto ataduras, ha libertado a los cauticos y ha dejado a todos la Paz. Pero también hemos visto, que muchos se aparten de él porque les parece demasiado exigente.

Sin embargo, es grandioso que después de 2019 años no haya perdido nada de su esencia, ni de su poder. Pues, el poder de Dios para la salvación, es el mismo hoy que cuando fue proclamado por primera vez y por mucho que nos envuelva el pecado, la desesperanza o la degradación, nada de ello será obstáculo para que el Evangelio siga llevando a todos la abundante gracia de Dios.
Mas, es triste que, aún entre los cristianos haya una ignorancia que dificulta la manera de proclamarlo y vivirlo, queriendo muchos tergiversarlo con la mayor tranquilidad, para afianzarse en su criterio. Pero también para esto hay una advertencia severa en Gálatas 1, 7 “No hay otro evangelio distinto al de Cristo, aunque muchos quieran manipularlo. Por eso, el que predique un evangelio distinto al que Jesús anunció y nosotros recibimos ¡caiga sobre él la reprobación!”

Por lo tanto no puede estar más claro. El creyente debe de expresar la misma convicción y la misma actitud que tenían los apóstoles, pues ellos no se avergonzaron del evangelio de Jesucristo, estaban muy orgullosos de él. Sin embargo, por mucho que queramos darlo por hecho, sería bueno que incidiéramos en ello y nos preguntásemos:
• ¿Cómo descubro yo como creyente, si me avergüenzo del evangelio de Jesucristo?
• ¿Cómo puedo saber si estoy avergonzado de él?

Pues hay evidencias que pueden sacarnos de esta duda, compartiré las que a mí me llegan en este momento, seguro que vosotros encontraréis muchas más.

1ª.- Antes de que Jesucristo ascendiera al cielo dio un encargo a los apóstoles: “Id y haced a todas las naciones discípulos míos” (Mateo 28, 19) Por lo que la tarea de la Iglesia y del creyente es predicar y compartir a todos el mensaje del evangelio. De ahí que cuando fallo en mi tarea, en mi deber, cuando no predico ni comparto mi fe, es porque me estoy avergonzando del evangelio.
¡Qué importante! Ahí lo tenemos. No intentar llevar a todas las personas a la fe en Cristo y al arrepentimiento es avergonzarse del evangelio. Nunca se me había ocurrido, ni me había detenido en ello.
Pero también, callar acerca de lo que Cristo hizo en la cruz en el calvario o en su resurrección… es una forma de avergonzarse del evangelio. Y Cuando preferimos no hablar de nuestra fe, no hablar de exigencia, no hablar de la salvación en Cristo Jesús… no solo estamos desobedeciendo el mandato que nos Él nos dio, sino que también estamos evidenciando y avergonzándonos del evangelio.

2ª.- Asimismo sabemos que el evangelio es ofensivo para el mundo, para los que no quieren creer, para los que tratan de ocultar sus equivocaciones… Y cuando nosotros estamos más preocupados por no ofender a esas personas, que por revelar el verdadero mensaje, aunque nos parezca que no, nos estamos avergonzando del evangelio.

3ª.- Y cuando queremos enfatizar más en los beneficios de la tierra, bienestar, éxito, vida sin problemas… que en la salvación que dice: “que el discípulo no puede ser más que su Maestro y que nadie puede ir a Dios si no acepta beber el cáliz que bebió Jesús”, nos estamos avergonzando del evangelio. No podemos olvidar que fue el mismo Él mismo, el que dijo a sus discípulos: “en el mundo tendréis tribulaciones y aflicción” Y Pablo, fue muy claro al decir “es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”… Sin embargo la frase repetida de hoy es “quiérete a ti mismo” mientras el evangelio nos dice: “el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la ganará” (Mateo 16, 25) Por tanto será necesario ver cómo nos afecta todo esto a nosotros. Deberemos pensar en las veces que primamos la cantidad de personas que visitan nuestras iglesias, a la calidad de vida y la auténtica experiencia de Jesucristo que hay en ellas, pareciendo –a veces- que somos hábiles vendedores que intentan promocionar un ”producto” llamado Cristo. Adornamos el mensaje para que las personas se sientan atraídas y lo acepten, aunque nunca les hayamos explicado la naturaleza del arrepentimiento y de lo que significa para la persona el haber optardo por Cristo.

Por tanto la conclusión no puede estar más clara, necesitamos predicar el Evangelio tal y como es. Para poder decir como Pablo a los corintios:

“He predicado el Evangelio tal y como lo he recibido,
sin quitarle ni añadirle nada,
pues solamente quiero que produzca salvación
a los que andan perdidos” (I Cor. 15,)

Dichosos los que son fieles a su promesa

Dichosos los que son fieles a su promesa

El día 9 de Mayo, se celebró la fiesta de Nuestra Señora de los Desamparados a la que se añade y de los inocentes y mártires… ¡Me encanta! Por eso, me ha parecido que no podía pasar por alto tanta grandeza, ya que si hay alguien que pueda decirnos algo valioso sobre nuestra manera de vivir, en la sociedad, en la familia, en nuestra comunidad de creyentes… es la Madre. Y pensaba, que si ella se acercase a nosotros, en este momento de la historia –en el que nos ha tocado vivir-, lo primero que nos hablaría sería de misericordia, de bondad, de acogida, de ternura…
Pues hoy día, parece que da un aire de prestigio el rodearse de gente “importante y privilegiada” aunque para ello haya que incumplir los compromisos, ponerse por encima de los demás y devolver un daño multiplicado… pero no nos basta con eso, además, nos quieren hacer ver que ese comportamiento es signo de coraje y valentía.
Sin embargo yo creo que, lo que hoy le gustaría decirnos a la Madre, sería: Dichosos los que son fieles a su realidad de vida, los que son fieles a su promesa, los que son fieles a Dios, porque ellos serán capaces de atender la miseria del mundo, acogiendo a los que nadie quiere aproximarse.

MAGNIFICAT
Si María fue capaz de proclamar el Magníficat, se debió a que entendió como nadie lo que había en el corazón de Dios. Entendió como nadie, lo que Dios tenía de acogida, de entrega, de ayuda, de auxilio al despreciado… De ahí que:

El Magníficat sea la lección más elocuente, que un alma puede recibir, sobre el modo de corresponder al amor de Dios.
Pues el Magníficat nos lleva a oír en el interior esa voz que nos dice: “Deléitate, profundamente, en tu Señor, porque solamente Él es capaz de dar cuanto desea tu corazón”

María sabe mucho de esto. No tenemos nada más que ver las palabras salidas de su fondo: “Porque ha mirado la humillación de su esclava” Solamente alguien que sabe ofrecerse puede hacer esta categórica afirmación, sólo los que se sienten poca cosa, los “anawin”, los pobres de Yahvé pueden dirigirse así a su Señor y ella pertenecía a esa familia.
Ella conoce que la donación concierne al canto del Siervo, en el que se sugiere una actitud de entrega, de no violencia, de valentía… para aceptar el ser tratado injustamente.
Ella sabe mejor que nadie, que entregarse a Dios, quiere decir que la vida hay que asumirla con ánimo de fortaleza, uno de los dones del Espíritu Santo que vamos olvidando porque, en nuestro entorno, ya no se habla de esas cosas.
Y para demostrarlo, aquí está ella, la Madre, porque ¿hay alguien que supiera soportar tanto y con tanta dignidad?
Por eso ya no nos queda la menor duda de que ella es la Madre de los desamparados, de los inocentes, de los mártires… y de los que tienen el corazón abierto para recibir a cuantos vienen magullados del camino y a cuantos, ya no les queda ni un motivo para esperar.
Y por eso puede seguir diciendo:

PORQUE EL PODEROSO HA HECHO OBRAS GRANDES EN MÍ…
María, cuando pronunció el Sí más fértil de la historia de la humanidad, ya había aprendido de todas las mujeres de la Biblia, que su maternidad era una vocación al servicio de la Vida. “Aquí está la esclava del Señor” son las palabras salidas de su boca. Aquí estoy dispuesta a recibir la Buena Noticia, porque mi corazón desborda de gozo al saberme elegida por mi Dios.
Estoy disponible, como tierra fértil para dar lo mejor de mi cosecha. No escuchemos, todo esto, de pasada. Detengámonos en ello. Dejemos que nos interpele hoy a nosotros. Que nos empujase a dar una respuesta, a adquirir un compromiso de vida. El compromiso de dejar tanto deterioro, como nos invade, para lanzarnos a la novedad de Dios, que nos dice:
Renueva el amor a los tuyos, a los que se cruzan en tu camino, a esos que te incomodan, a aquellos que te parece imposible amar.
Pídele que te haga dócil a su voluntad; esa voluntad que se manifiesta a través de su palabra.
Y junto a la Madre, abandónate en las manos de Dios.