Yo creo que nunca me había sentido tan pequeña y pobre como, en este momento, en el que me dispongo a ofreceros el tema sobre la Oración por la Unidad de los cristianos.
Y me siento así porque, al ponerme ante el texto que han elegido para este año, las iglesias de Malta y de Gozo (Cristianos unidos en Malta), me he dado cuenta de la grandeza que encierra su realidad. Ya que, ellos viven una situación que no podemos ni vislumbrar.

Ellos, acertadamente, han elegido para este año, unos versículos del libro de los Hechos en el capítulo 28, 2 que dice: “Nos mostraron una humanidad poco común” algo que habla mucho de su Fe y su agradecimiento a cuantos hicieron que esa Fe llegase a las islas cristianas.

Y han elegido estos versículos, del libro de los Hechos, porque en él se narra la tempestad que sufrió la nave que llevaba a Roma, a Pablo con algunos prisioneros y cómo fueron socorridos en Malta. Queriendo destacar, con este hecho, la verdadera humanidad de los nativos de esta isla poniendo como personaje principal a Publio, que acogió en su propia casa a los náufragos y los auxilió en todas sus necesidades.
Pero hay algo precioso en la narración. La autoridad y el poder la tienen el centurión y sus soldados, pero no les sirve de nada. Lo quieran o no, su vida depende de la habilidad y la experiencia de los marineros para solucionar la situación. Sin embargo algo les une, todos tienen algo en común, el miedo y su vulnerabilidad, aunque los prisioneros encadenados sean los más vulnerables de todos.

Y claro esta convivencia tan difícil, va haciendo aumentar la división entre los distintos grupos por la desconfianza y la sospecha; pero de nuevo aparece la sorpresa, Pablo se distingue de los demás en que va imponiendo paz dentro del alboroto y esto se debe a que Pablo sabe que su vida no está sujeta a la fuerza del destino, sino que su vida está en manos de Dios al que pertenece y da culto.

Pero, hay dos cosas significativas, que me parece hemos de tener en cuenta. Una de ellas es: “Que el temporal arreciaba y la tempestad no disminuía; sin embargo, lejos de arredrarse comienzan a echar al mar el aparejo de la nave para aligerar la carga”…

Que actual nos suena todo esto. ¡Cuántas cosas debemos desechar, nosotros, de nuestra vida para aligerar esa carga de prejuicios y obstáculos que nos impiden llegar a la verdadera unidad!
Pero hay una segunda digna de mención. Es “la recomendación de Pablo que, al ver que la tempestad no disminuía y que la esperanza se estaba perdiendo por momentos”, se pone en medio de ellos para decirles: ¡No perdáis el ánimo! Os aseguro que ninguno de vosotros perecerá aunque el buque se hunda. ¡Qué palabras tan alentadoras! Pablo sabe de quién se ha fiado y sacando fuerzas, en medio de tan difícil trance, comienza a dar gracias a Dios. Y, dice el texto que eso reconfortó a todos.

También nosotros debemos de estar muy agradecidos a que se nos ofrezca esta situación, en este momento que nos ha tocado vivir. Pues, ¿quién de nosotros no ve, que nuestra realidad hace aguas por todos los lados?

Es ahí donde llega la grandeza de contrastar la realidad de cada día, con una fuerte llamada a la unidad de los cristianos, a fin de ser capaces de responder con humanidad a cuantos piden nuestra ayuda. Solamente “la unidad hace la fuerza” ¡lo hemos oído tantas veces!
Los males sociales y los desórdenes de todas las clases se van instalando en nuestro mundo, viendo con dolor como obligan a la gente a buscar unas condiciones de vida mejor. Y ¿a qué es debido? A que los que intentan destruir se van uniendo porque han comprobado que es la única manera de conseguirlo.

¡Qué gran lección para nosotros! No pasemos por alto esta realidad. Necesitamos estar unidos, rezar unidos, vivir unidos… y juntos, ayudar a los países que los emigrantes abandonan. Ayudarles a promover en ellos el respeto a los derechos humanos, la libertad religiosa y el bienestar social para que tengan opción a una vida digna los que se ven obligados a emigrar, ya que la mayoría huyen de sus países de origen perseguidos por la fe y por sus ideas.

Pero la búsqueda de la unidad requiere abandonarse con fe a la Divina Providencia. Soltar tantas cosas a las que estamos atados. Saber que lo importante es la salvación de todos. Porque todos vamos en el mismo barco: La Iglesia. Todos nos dirigimos al mismo destino: Dios. Todos nos sentamos en la misma mesa: La Eucaristía.

Pero todavía nos falta algo que se hizo en esa travesía de la que venimos hablando. Cuando todos llegan a tierra, dice: “que hacen una hoguera para calentarse” para cantarse juntos alrededor de ella. Y allí están. Personas que no se conocen ni se entienden, pero que están viviendo una vicisitud idéntica, realidad que hace que las diferencias de poder, y el estatus social hayan quedado desvanecidos.
A través de la hospitalidad de los isleños, se van dando cuenta de que ya no están a merced de las fuerzas indiferentes, sino que son abrazados por la providencia amorosa de Dios que se hace presente a través de unas personas que los están tratando con “una solicitud poco común”

Y quizá sea esto lo que a nosotros nos falta. Reunirnos en torno a “la hoguera” Cristo, para que caliente nuestro frío corazón y nos haga sentir con los demás, hasta ser capaces de tratar a todos con “esa solicitud poco común”.

Pero no sólo es necesaria la virtud de la hospitalidad para buscar la unidad, es necesaria también la virtud de la generosidad. Hemos de tener en cuenta que los que ayudaron a Pablo y sus compañeros, no conocían aún a Cristo y gracias “a su trato poco común” el grupo dividido se fue uniendo.

Ya veis que son muchas y grandes las lecciones que todo esto nos deja y la responsabilidad que tenemos para que la unidad de los cristianos se logre. Hemos visto en la narración que “la autoridad y el poder la tienen el centurión y sus soldados, pero no les sirve de nada, porque su vida depende de la habilidad y la experiencia de los marineros para solucionar la situación” Es un calco de nuestra vida. No esperemos que los que tienen el poder solucionen la situación, somos nosotros los que debemos trabajarla poniendo todas nuestras cualidades, nuestro interés y nuestra oración.

Como veis, el tema es apasionante y parece no tener fin, pero como ya tengo que tratar de ir resumiendo os comparto las enseñanzas que a mí, me han llegado con más fuerza. Creo que será bueno orarlas desde el corazón.

  • Desechar de nuestra vida, esa carga de prejuicios y obstáculos que nos impiden llegar a la verdadera unidad. Reconciliación
  • Buscar y mostrar la luz de Cristo. Colaboración.
  • El mensaje de Pablo ¡no perdáis el ánimo! “Os aseguro que ninguno de vosotros perecerá aunque el buque se hunda” Confianza.
  • Pablo va imponiendo paz dentro del alboroto, porque sabe que su vida y la de sus compañeros, está en manos de Dios. Esperanza.
  • Partir el pan para el viaje, a fin de que llegue a todos. Fortaleza.
  • “Encontrar esa solicitud poco común” Hospitalidad.
  • Cambiar sus mentes y sus corazones tras la experiencia que habían vivido juntos. Conversión.
  • Y estar abiertos al dar y recibir. Generosidad.