Hemos venido, ante Ti Señor, para hablarte de los que pasan necesidad. Y, lo hacemos así, porque queremos reconocerte en cada uno de ellos, queremos ver en ellos tu rostro y ponernos a tu disposición. Pues… ¿quién mejor que Tú podrá decirnos cómo hacerlo?
Sin embargo, sabes bien que, aún teniendo buena voluntad, nos da un poco de pudor hablar de ello. Sabemos que tú ves lo de dentro y habrás observado que aquí, donde se valoran los proyectos de los más pobres, estamos muy calientes, se huele a perfume y se habla con educación, algo que confronta totalmente con lo que venimos a decirte. Pero, también sabes, que entre nosotros… también hay pobres, muy pobres.

Aquí hay pobres de certeza.
Mendigos de esperanza.
Pobres de ilusión.

Aquí hay gente que pide:

  • Una mirada de ternura.
  • Un gesto de misericordia.
  • Una palabra de perdón.

Por eso no podemos dejar de preguntamos:

¿acaso podríamos dar nosotros lo que nos sobra -de todas estas generosidades- o quizá tendríamos que tender la mano para pedir lo que nos falta?

TODOS JUNTOS
Señor, tú sabes que, un día:
Tuve hambre de compartir lo que tenía, pero mi dinero se invirtió en hacer grandes proyectos para que los admirase.
Sabes, que tuve hambre de conversar con los que estaban solos, pero me enseñaron que la “tele” tenía cosas mucho más interesantes.
Sabes… que, tuve hambre de libertad, pero no faltó quien apresara mi forma de pensar.
De pronto, aparecieron ante mí, tantos y tantos como tenían necesidades y quise unirme a ellos, a los que sufrían como yo, pero me dijeron que la gente no sufre, que son apreciaciones mías.
Entonces apareció, en lo más profundo de mí, el hambre de lo auténtico, pero me hablaron de paciencia y resignación.
Y Tú sabes… que, tuve hambre, mucha hambre de igualdad, pero me dijeron que vivía en un país inmensamente rico capaz de saciarla con otros recursos.
Mi hambre seguía y sentía necesidad de darme a los demás, pero me dijeron que lo importante era meterme en el consumismo, seguir la corriente e ir a la moda.
Mas… un día, al sentir que nada de lo que me ofrecían saciaba mi auténtica hambre, me acerque a Ti, Señor y escuché como me decías: “No sólo de pan vive el hombre; vive además: de fe, de consuelo, de esperanza, de donación, de amor… Por eso, la persona vive cuando deja que la acción de Dios se realice en su vida.

Sentirnos hermanos
Ahora comprendo, que al mundo de hoy le sobran razones y le faltan realidades. Que al mundo de hoy le faltan corazones de sangre caliente. Le falta sentir en el alma el abrazo de Dios.
Necesita, que sus labios sean capaces de decir la palabra Padre, y su vida rezume la grandeza de sentirnos todos hermanos.
Porque mientras esto no se haga realidad, podremos cubrir algunas necesidades de las que este año nos presenten (cosa fantástica), pero –sin contar contigo Señor- jamás podremos devolver a la persona la dignidad, que es precisamente la que nos grita desde el fondo del problema.
• ¿Cómo recibiré yo, este año, los proyectos de manos unidas?
• ¿Los recibiré con pasividad?
• ¿O los recibiré como algo que me interpela y me afecta?

Pedir perdón
Ante el mensaje que nos presenta Manos Unidas, vamos a pensar en primer lugar que, los bienes de la tierra son de todos, que nadie puede pasar hambre mientras la tierra siga produciendo bienes suficientes para que todos podamos vivir dignamente. Vamos a plantearnos un reto, vamos a compartir, a tomar una alternativa ante esta sociedad montada en el dinero y en el tener. Vamos… a pedir perdón:
– Perdón, por todas esas veces que cerramos los oídos, para no escuchar los gritos del pobre, pasando por alto la igualdad y la dignidad de las personas. PERDÓNANOS SEÑOR.
– Perdón, por las veces que nuestro corazón se refugia en lo fácil, en lo que no cuesta, olvidando las carencias y el sufrimiento de los demás.
PERDÓNANOS SEÑOR.
– Perdón, por las veces que olvidamos que los Derechos humanos, son el eje para ayudar y apoyar a las personas desfavorecidas.
PERDÓNANOS SEÑOR.
– Perdón, por las veces que sólo queremos figurar en primera página para que los demás nos vean, olvidándonos de las personas de otros países –sobre todo mujeres- que no tienen voz, ni independencia, ni seguridad…
PERDÓNANOS SEÑOR.
– Perdón, por las veces que no somos capaces de dejar a un lado nuestra situación, para reflexionar sobre la existencia de la igualdad –real- de oportunidades entre hombres y mujeres en todos los lugares del mundo.
PERDÓNANOS SEÑOR.
– Perdón, por las veces que almacenamos cosas y más cosas como si tuviéramos miedo al mañana, mientras los misioneros carecen de lo más elemental, por ayudar a los desfavorecidos. PERDÓNANOS SEÑOR.

TODOS JUNTOS
Señor, danos la gracia de compartir, de ser don para los demás, de llevarles tu alegría, tu firmeza, tu energía, tu paz.
Danos la gracia de ir sembrando a nuestro paso bondad, misericordia, felicidad… Haz que sepamos compartir, esos dones que derramas sobre nosotros a manos llenas.
Y, sobre todo, danos la gracia de saber que Tú eres nuestra única y gran riqueza, para que nuestro corazón se llene de gozo y se abra a la inmensidad del amor.

NOS AFECTA A TODOS
Ante nuestra sociedad materialista aparece un reto que nos afecta a todos, nadie puede dar la espalda ni escudarse en que esto no es cosa suya.
De ahí que os invite, a abrir las puertas de nuestro corazón de par en par, para dejar que entren todos los que van llegando porque necesitan algo de nosotros. Compartamos con ellos nuestros bienes, nuestro pan, nuestra comida, nuestro abrigo, todas nuestras cosas… Pero, sobre todo, regalémosles nuestra sonrisa, nuestro tiempo, nuestra bondad, nuestra delicadeza, nuestra paz… Y, como dice el Salmo 111 “Alzaremos la frente con dignidad”
• ¿Realmente, estoy dispuesto a acoger este reto que se me presenta? ¿O podrá más mi comodidad y mi bienestar?

En este rato de oración, vamos a tener un recuerdo muy especial para todos los que desinteresadamente entregan su vida a favor de los más necesitados. Pero nosotros también queremos paliar sus necesidades, aunque no podamos llegar a donde están. Por eso, después de leer en todas las parroquias los letreros de Manos Unidas pidiendo nuestra oración, nuestro compromiso y nuestra ayuda.
• ¿Queremos responder a ello, comprometiéndonos a ser misioneros?

TODOS
Queremos ser misioneros:
Llevando junto al hermano,
• La cruz de la enfermedad.
• La cruz de la pobreza y la soledad.
• La cruz del fracaso y la escasez.
Sufriendo con él,
• Su falta de recursos materiales,
• Su falta de educación y cultura.
• Su falta de compañía e incomprensión.
• La falta de cariño de unos padres.
• Y el que su piel no sea del mismo color que la nuestra.
Solidarizándonos con:
• Los que sufren las consecuencias de la guerra y el terrorismo.
• Con los que sufren las consecuencias del frío y del calor.
• Con los que están en el paro o tienen un salario insuficiente.
• Con los que son víctimas de la droga o el alcohol.
• Con los que sufren las consecuencias de la infidelidad matrimonial…

Porque así, podremos acercarnos a Dios para decirle: (Dos coros)

Que seamos, Señor, manos unidas
en oración y en el don.
Unidas a tus Manos en las manos del Padre,unidas a las alas fecundas
del Espíritu,
unidas a las manos de los pobres.
Manos de Evangelio,
sembradoras de Vida,
Unidas a tus Manos solidarias,
partiendo el Pan de todos.
Unidas a tus Manos traspasadas
en las cruces del mundo.
Manos abiertas, sin fronteras,
hasta donde haya manos.
Fieles al Tercer Mundo,
siendo fieles al Reino.
Manos que dan lo que reciben,
en la gratuidad multiplicada,
manos, manos siempre… más manos,
Pedro Casaldáliga
Bienaventurados, los que aman tanto y son tan libres, que se despojan de sus seguridades para vivir en plenitud.Porque ellos vivirán profundamente el riesgo de la fe y podrán decir al “otro”: me fío de ti, y he podido fiarme de esta manera, cuando he sido capaz de aceptar mis pobrezas.

• Canción a María.