Me vais a perdonar que, de repente, cambie la continuidad de mis reflexiones, para presentaros a un santo que, quizá muchos, ni siquiera conozcáis. Pero todo tiene su por qué.

San Pascual Bailón, es el patrono del pueblo donde he nacido y por lo tanto muy querido por mí. Es verdad que, nunca había hablado de él, pero este año es obligado. Hoy 17 de Mayo, festividad de S. Pascual, por la circunstancia que estamos pasando, no se puede celebrar su fiesta –como viene siendo costumbre- por lo que muchos se alegrarán de poder recordarlo.

De ahí que, aunque nunca haya escrito sobre él, os aseguro que es alguien con una vida tan apasionante que, quedaréis sorprendidos al terminar de leer, ya que no solamente haré la reflexión sino que la intercalaré con curiosidades del pueblo y pasajes de su biografía, para que todos podamos conocer un poco más la vida de este singular santo. (Perdonarme si es un poco más extensa que de costumbre)

UNA FIESTA EN HONOR DE SAN PASCUAL

Cuando te adentras en la vida de un Santo tan cercano como S. Pascual, te quedas sorprendido. ¿Qué tiene de extraordinario San Pascual como para que, un pueblo se fije en él y lo nombre su Patrón?

Al llegar la fiesta de San Pascual -día 17 de Mayo- parecía que el pueblo empezase a florecer. Hablo de Maranchón, (aunque sepa que, es patrono de otros muchos pueblos) un pueblo con clima extremadamente árido, que esperaba ansioso esta fecha para comenzar su primavera.

El día de San Pascual, era una fiesta grande. Había, cómo no, Misa con procesión. Algunos niños aprovechaban ese día para tomar la primera Comunión. También había música en la plaza, donde repartían torta y limonada y se ponían tenderetes de confites y variedades.

Al pasar los años y disminuir los habitantes de los pueblos, esto se fue perdiendo. La gente emigró a ciudades grandes y cuando la fiesta caía entre semana, apenas había gente.

Pero, hace ya bastantes años, se decidió recuperar la fiesta y ahora se celebra el tercer domingo de Mayo. Por supuesto, se mantiene intacta la Santa Misa seguida de la procesión, que al llegar a la plaza mayor, se detiene para bailar “El Pollo” delante de la imagen. -Esto se debe, a que años atrás bailaban “el pollo” delante del Santo los que querían que les concediese una gracia, echando después caramelos “a repelea” para los niños-  De ahí que se ha adaptado al tiempo presente, para no perder su esencia.

Al salir de misa se sigue repartiendo la torta y la limonada, mientras se rifan los rollos del Santo y se saca el número de una rifa, algo que se hacía para sacar fondos y pagar la fiesta. Sin embargo, aunque ahora se sigue haciendo, la fiesta ha tomado mayor relevancia y viene una dulzaina para acompañar los actos religiosos y hacer baile en la plaza. Acompañándola, también -por la noche- un conjunto musical, algo que tiene muy buena acogida por el pueblo y, todo ello se debe a que ahora, se cuenta con los fondos del Ayuntamiento que la paga o ayuda a pagarla.

Hasta aquí os cuento, escuetamente, lo que ofrece la fiesta de San Pascual, no sólo a los que viven en el pueblo, sino también, para los que desean acudir a pasar el fin de semana. (Espero no haberme dejado algo que debiera compartir, pero me he ajustado a lo esencial para no alargarme)

Sin embargo, yo me sigo preguntando: ¿Habrá leído alguno, de los que celebramos la fiesta, la vida de San Pascual? ¿Qué nos dice a cada uno, en nuestra realidad, la existencia del Santo?

Puedo decir que, ese día en la Eucaristía, comulga mucha gente pero ¿Cuántos saben que San Pascual es el Patrono de la Eucaristía? ¿Qué implicación tiene todo esto en nuestras vidas?

Me cuestiona pensar que si un reportero llegase a grabar la fiesta, para sacarla en algún medio de comunicación, grabaría todo lo que os relato en la primera parte, pero quizá, ni siquiera daría una pincelada a la faceta religiosa. Y, ¿por qué? Muy sencillo, porque lo que el reportero busca es audiencia y, desgraciadamente, lo religioso, “hoy no vende” pero nos hemos preguntado ¿qué le parecería a S. Pascual esta situación? Porque es a él a quien estamos honrando.

Realmente es triste comprobar esta realidad, por lo que quizá sería bueno preguntarnos ¿qué está pasando? ¿Qué es lo que verdaderamente importa? ¿Amamos a Dios a través de los Santos, o utilizamos a los santos para comprar a Dios?

SAN PASCUAL, UN SANTO CARCANO

Quizá desencante a muchos, saber que el nombre de Pascual Bailón, no le vino porque bailaba ante el Sagrario –como se suele pensar- le vino por haber nacido en Pascua y porque Bailón era el apellido de su padre, pues eso que pensamos de que se derivarse de bailar, no parece tener mucha certeza, ya que Pascual era una persona, realmente tímida y parece que el bailar no era lo suyo.

Así dicen de él sus biógrafos: “Su nombre era el de Pascual, por haber nacido en la vigilia de Pentecostés. Fue hijo de Martín Bailón, con cuyo patronímico se le conoce; y está bien lejos de ser llamado por este nombre, como algunos, sin ningún fundamento, afirman, por haber bailado ante el Sagrario”

Sin embargo nadie puede negar que la virtud característica de S. Pascual, era la de amar la Eucaristía.

Pascual nació en una familia pobre, por lo que estaba abocado a vivir olvidado y sin relevancia; pero, por si fuera poco, al no tener recursos tuvo que ejercer el oficio de pastor, desde los siete años.

Al llegar a esta situación, entran en juego las palabras pronunciadas por Jesús, y que tanto se alejan de nuestra realidad: “Bienaventurados los pobres…” ¡Cómo entender esto, en un mundo donde lo que prima es la riqueza y el bienestar!

La Gracia siempre llega a quien Dios elige. La gracia no se adquiere a base de “puños” ni sabiendo mucho sobre Dios. La gracia se adquiere cuando la persona es capaz de abandonarse en sus manos, siendo capaz de decir desde lo profundo del corazón: aunque no sé nada, aunque no veo nada… sé bien, que Tú eres mi Señor y mi Dios.

En el tiempo en que vivió Pascual, año 1540 – 1592, no había Eucaristía todos los días, ni a diversas horas, ni había un medio de transporte para poder acudir a ella cuando se estaba en el campo…; pero nada de esto impidió a Pascual enamorarse de la Eucaristía.

Sin embargo, lo que Pascual sentía en su corazón, era algo inexplicable -pero que existía- Dentro de su ser escuchaba a Jesús diciéndole, como a cada uno de sus seguidores: ¿A quién buscas? Y Pascual sabía bien a quién buscaba: buscaba a Cristo. A Cristo Eucaristía. Por eso, el momento de la Consagración, era lo más grandioso que podía encontrar. Cuando, el sacerdote elevaba la Sagrada Forma, todo su cuerpo se estremecía de gozo, pareciéndole que tanta dicha le iba a hacer explotar de un momento a otro.

Por eso estaba tan alegre. Por eso servía sin reproche. Por eso acogía a los demás con tanta dulzura.

Porque es imposible acercarse a Dios, sin que el alma se te llene de una ternura hasta entonces desconocida. Y esa ternura es la que recibían, cuantos se le acercaban; esa ternura es la que les hacía ver que estaba inundado de Dios.

PEDIR PARA PODER DAR

La vida de San pascual desborda a cualquiera. Él pide para dar. Pero ¿Qué pide? ¿A quién le pide?

Al mundo de hoy no se le puede hablar de este tema. ¡Qué degradación tener que pedir! Por eso hoy no se pide nada, ni a nadie, incluyendo en ese “nadie” a Dios. La gente lucha, con todas sus fuerzas, por sobresalir y cualquier indicio de pobreza hunde a la persona en una gran depresión. Todos queremos valernos por nosotros mismos, por lo que hemos dejado de necesitar nada de Dios.

Y estos somos los que, precisamente, tenemos como patrono a San Pascual y lo festejamos, pero ya veis estamos muy lejos de imitarlo.

Sería preciso que oyésemos, al menos, alguna vez lo que el Santo nos grita con su vida: Bienaventurados los que conocen y aceptan su propia pobreza, los que eligen ser pobres, los que prefieren servir a ser servidos, los que quieren caminar por las sendas del amor, los que son capaces de regalar retazos de su vida para que puedan vivir los que se van muriendo, porque nadie se acuerda de ellos.

Esa es la pobreza de Espíritu que, Pascual quiere compartir con nosotros. La pobreza:

  • Del descenso.
  • De la interioridad.
  • La de bajar a nuestra nada.
  • La de llegar, a ese fondo, donde podamos encontrar el principio infinito de la vida:

La pobreza… que, lleva a la persona, a la grandeza de saber vaciarse para llenarse de Dios. Y para eso no se necesita ser teólogo; ni estar horas discutiendo con la gente sobre Dios, ni creer saberlo todo sobre Él. Para ello se necesita adentrarnos en la vida de un santo como San pascual y ver su infinita sencillez. Él no sabe, él gusta; él ha conseguido la sabiduría saboreando el evangelio. Es más, él ni siquiera sabe leer, ni escribir y se auto enseña para poder leer la Palabra de Dios, aunque sea torpemente.

Vuelvo a mostraros un retazo de su biografía:

“El oficio de pastor era duro, pero dejaba mucho tiempo libre que podía degenerar en ociosidad. Yo lo empleaba rezando, hablando y cantando con los amigos y labrando objetos de madera, como suelen hacer los pastores. En el cayado grabé una cruz; e hice también una pequeña Virgen que me servía para concentrar mi oración cuando no encontraba una ermita donde dirigir la mirada. Pero aún así, me sobraba tiempo, y mi carácter reservado se compensaba con la necesidad de conocer más cosas, de saber más. ¿Por qué no aprendía a leer?

Mi madre Isabel que, además de lindo parecer, era muy buena cristiana, tenía un devocionario que heredó de mi abuela. Como tampoco sabía leer me lo dejó; y yo, con mucha constancia y cabezonería -por algo era aragonés- empecé a preguntar a los compañeros que sabían algo por el nombre de las letras. Después, con el mismo método, aprendí a juntarlas formando palabras, hasta que logré no sólo entender lo que leía sino escribirlo también.

Todavía queda por ahí un «cartapacio» que me hice, siendo ya fraile, con las cosas que iba escribiendo.

Pero la verdad es que no resultó fácil aprender a leer y escribir; y mucho menos conseguir papel, tinta y pluma. Sin embargo la compensación fue muy grande. Además del rabel, podía llevar en el zurrón el rosario de junco y las horas de Nuestra Señora para rezar.

Más tarde, se escribiría de él: Pascual compuso varias oraciones muy hermosas al Santísimo Sacramento y el sabio Arzobispo San Luís de Rivera al leerlas exclamó admirado: “Estas almas sencillas sí que se ganan los mejores puestos en el cielo. Nuestras sabidurías humanas valen poco si se comparan con la sabiduría divina que Dios concede a los humildes”

No puede estar más claro. San pascual, con su forma de vivir, nos muestra como la pobreza, de la que habla Jesús en las Bienaventuranzas, es el ascenso a la verdadera vida. Con ella llegan la libertad, la paz, el sosiego… la certeza, la esperanza… Pues cuando la persona logra quitarse todas esas ataduras que le aprisionan y deja de complacerse en las riquezas que le esclavizan, es capaz de entrar en esa verdadera paz que solamente puede darla el Señor.

LA EUCARISTÍA SACRAMENTO DE MI FE

Pascual necesitaba acercarse más a Dios, vivir más cerca de Él y el Señor, siempre rico en misericordia, pone en su camino a los Franciscanos. Nos lo sigue diciendo de esta manera:

“En los cuatro años que pasé trabajando como pastor por estas tierras hice grandes amigos, pero, sobre todo, me encontré con los frailes Alcantarinos que estaban fundando convento en Orito y en Elche. Estos religiosos pertenecían a la Orden Franciscana y, para ser más consecuentes con la vida de S. Francisco y con el Evangelio, habían hecho una Reforma -los Descalzos- de mayor austeridad y contemplación, siguiendo los pasos de S. Pedro de Alcántara.

Trabé una gran relación con ellos y pude comprobar que era la forma de vida que siempre había deseado vivir, hasta el punto de pedirles que me admitieran. Sin embargo las cosas grandes necesitan cierto tiempo para madurar; y mi decisión de hacerme fraile Alcantarino era para mí una cosa grande.

Como religioso franciscano sus oficios fueron siempre los más humildes: portero, cocinero, mandadero, barrendero… Pero su gran especialidad fue siempre un amor inmenso a Jesús en la Santa Hostia, en la Eucaristía. Durante el día, cualquier rato que tuviera libre lo empleaba para estarse en la capilla, de rodillas con los brazos en cruz adorando a Jesús Sacramentado. Por las noches pasaba horas y horas ante el Santísimo Sacramento. Cuando los demás se iban a dormir, él se quedaba rezando ante el altar. Y por la madrugada, varias horas antes de que los demás religiosos llegaran a la capilla a orar, ya estaba allí el hermano Pascual adorando a Nuestro Señor”

          Pascual ya se había dado cuenta de que, la Eucaristía no termina nunca. Que ella está con cada uno de nosotros hasta la consumación de los siglos. Y sabía que, mientras el mundo sea mundo, la mesa se abrirá y se servirá la comida: Cuerpo y Sangre de Cristo entregados en la Cruz para la salvación del mundo ¡Si nos parásemos a pensarlo!

Pero nosotros, al tener tan fácil el acudir a la Eucaristía no la valoramos, es más, hasta la sustituimos por otras cosas con el pretexto de que son más importantes.

Sin embargo esas personas que lo han vivido, como lo más grandioso de la vida, la han orado y la han experimentado han sido unos enamorados de la Eucaristía. Sólo tenemos que fijarnos en San Pascual, ¡Cómo buscaba el momento de fundirse con el Señor!

De su corazón salían las más bellas formas, de decirle al Señor, lo que su corazón sentía. Y, así sin ninguna cultura podía escribir cosas tan bellas como las que os dejo para terminar esta reflexión:

“Jesús, dulce enamorado,
del alto cielo ha venido,
a ser Pastor del ganado,
que anda en el mundo perdido:
y como de amor herido
está el divino Pastor,
con silbos de amor la llama,
y, ¡ay Dios, qué fuerza de amor!

También la Virgen tiene un lugar muy privilegiado en su vida. Lo plasma así:

“Está una Virgen y Madre
y un Niño, que es hombre y Dios;
y en el seno de los dos
reposa el Eterno Padre:
quien busca bien que le cuadre
contra la mortal herida,
en Belén está la vida”

Espero que, después de esta vida tan sensacional, hagáis en vuestro corazón un lugar muy predilecto para La Sagrada Eucaristía. Que el momento de Comulgar sea algo vivido y experimentado; y, que os acordéis, de ahora en adelante, que El Papa nombró a San Pascual –un pobre pastor analfabeto- patrono de los Congresos Eucarísticos y de la Adoración Nocturna.