Queremos felicitarte, Madre.

Queremos felicitarte,

aunque nuestros abrazos y besos tengan que ser virtuales,

aunque tengamos que presentarnos con mascarilla,

necesitemos  guardar la distancia de seguridad

y limpiarnos las manos para acercarnos a ti.

Porque bien sabes que, nada podrá impedir

que te regalemos todo el amor que llevamos en el corazón,

que te demos el abrazo que guardamos en el alma,

ni que, podamos demostrarte el cariño que destila,

nuestro agradecimiento, ante tantos favores recibidos.

Queremos que nos estreches entre tus brazos,

porque esta pandemia no puede ser un obstáculo,

para que dejemos de sentir,

como late nuestro corazón al ritmo del tuyo.

Felicidades Madre.

Felicidades de tus hijos que te rezan y te cantan,

aunque sea sin guitarras y en soledad

–por el miedo de los grupos-

entonando tu nombre –calladamente-

desde lo profundo de su corazón.

Felicidades Madre.

Felicidades… desde esa distancia,

que quiere llenarse de ti,

aunque sea desde las redes.

Y no sólo para verte, sino también,

para aprender a vivir como tú viviste.

Aprender a darnos como tú te diste.

Y… aprender a aceptar como tú aceptaste,

esos silencios de Dios, donde no entendías nada.

Porque… con pandemia o sin pandemia,

con muertes o con dolor,

queremos que seas la Madre de nuestro pueblo,

nuestra guía y… nuestra bendición;

queremos que, nos fortifiques y guardes,

y… que nos acerques, a Dios.

Por eso, Madre querida, tus hijos de Maranchón

te piden ser evangelio, en tan grave situación;

pues quieren ir de tu mano, a mostrar, al mundo… a Dios.