Al mirar que santos destacaba el santoral, en el día de hoy, me he encontrado con la sorpresa de que, se celebra la fiesta de los santos: Zacarías e Isabel –padres de San Juan Bautista- unos santos de los que no se oye hablar demasiado, pero que son un gran ejemplo de vida. Por lo que, he decidido ponerlos de guía en nuestra oración.
Zacarías e Isabel, parecen la imagen de una época acabada. Sin embargo es, cuanto menos chocante, que el evangelio de Lucas comience su relato con la frustración de una pareja estéril y en edad avanzada.
Nos dice que eran justos y, sin embargo, tenían que sufrir la humillación de la esterilidad ya que, en aquella cultura, se vivía como una auténtica tragedia el no poder tener hijos.
Los de la época lo consideraban como un castigo divino, aunque el texto lo contraste con la honradez de dos israelitas “que caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor”
Y, es esto, lo que me ha llevado a preguntarme: ¿No seremos, también, nosotros la imagen de una época acabada? ¿No tendremos que sufrir la humillación, de algo tan frustrante como es, estar atrapados por un diminuto virus -que nos está destrozando- para dejar “lo de antes” tomando conciencia de que, nuestra única defensa, consiste en dejarnos atrapar por el “virus” de la solidaridad y la misericordia? ¿Cuántos considerarán, como en aquella época, que todo esto es un castigo divino, incapaces de ver que es un aprendizaje de vida que, quiere enseñarnos los límites de nuestra autosuficiencia, dándonos una oportunidad que, desembocará en la existencia de una vida nueva?
MOMENTO DE ORACIÓN
Llegamos al momento de oración. Dejamos lo que estamos haciendo. Hacemos silencio, nos serenamos… dejamos a un lado todo eso que nos preocupa… respiramos profundamente… Tomamos conciencia de que estamos ante el Dios de la vida… y llenos de paz comenzamos la oración
PERSONAS DE FE FIRME
Al adentrarnos en el relato que, nos brinda el evangelio de Lucas, nos damos cuenta de que, el hilo conductor de todo lo que se nos muestra es la fe. La Fe de dos esposos que caminan al unisonó, apoyados en una gran confianza en Dios.
De ahí que, nada pueda detenerles. Juntos aceptan su realidad. La suya propia que, nada tiene que ver con la de los demás. Y saltando por encima de prejuicios y contrariedades viven una historia plena: de entrega, respeto, fidelidad y donación. Siendo su Fe el escudo de su opción.
Pero además, toda esta adversidad no los deja anclados en la negatividad y lo antiguo; sino que, –porque de verdad creen y aman- están abiertos a lo nuevo, están abiertos a los designios de Dios. Y esa apertura queda confirmada, en la vida que lleva Isabel en sus entrañas, algo inesperado e imposible, pero posible para Dios. Porque las leyes pueden caer derruidas, las palabras sublimes pueden desaparecer… pero lo autentico, lo grandioso… lo que sólo se puede ver y apreciar con los ojos del alma… eso siempre queda grabado en lo más hondo de la persona.
- Y yo ¿estoy abierto a la novedad de Dios?
- ¿Cómo acepto sus designios?
- ¿Tengo Fe, en que todo es posible para Dios?
PERSONAS DE ORACIÓN
“Hubo en tiempos del rey Herodes un sacerdote llamado Zacarías, casado con Isabel, una mujer descendiente del hermano de Moisés, el sumo sacerdote Aarón” (Lucas 1,5)
Zacarías e Isabel, habían puesto su confianza en Dios. Ellos eran personas orantes. Recitaban los salmos y pedían –sin cansarse- a Dios que, les diera un hijo, aunque… había pasado tanto tiempo sin obtener respuesta que, dada su avanzada edad, veían imposible que su petición pudiera ser escuchada.
Zacarías, además, era sacerdote del templo y había subido al templo a orar. Era una persona distinguida, pertenecía a la estirpe sacerdotal y ese día le tocaba ofrecer el incienso. Pero nada le hacía sospechar, la sorpresa que estaba a punto de recibir.
Dice el relato que, se le apareció un Ángel del Señor, venía a anunciarle que iba a tener un hijo. ¡Qué impresionante! Dios siempre sacando vida, de donde nosotros solamente somos capaces de ver, desolación e infortunio.
Y, ¿no es, precisamente eso, lo que nos está pasando a nosotros en este momento? ¿Acaso alguien puede encontrar vida en tanta desolación como nos acompaña?
Es significativo que, como le pasó a Zacarías, nuestra boca enmudezca. Vemos, como el tiempo va pasando y como los problemas surgen con más fuerza. Nos vamos encontrando con lo frágil, con lo perecedero, con lo humano, con dificultades de todo tipo… nos vamos decepcionando, desilusionando… y nos vamos hundiendo, sintiendo ganas de abandonar, de dejarlo todo… dándonos cuenta de que, ya no nos queda nada que decir.
Pero nos hemos olvidado de rogar a Dios, de suplicarle, de pedirle -no sólo que nos saque de todo esto- sino de que nos curé el corazón. Y, ahí estamos arrastrando este fardo pesado de “querer volver a lo de antes” y, creyendo que solamente con nuestras fuerzas podremos solucionarlo todo.
De ahí, lo importante de que, el Señor, nos diga hoy, lo mismo que a Zacarías: no os hundáis, Dios lo pude todo. ¡Pedidlo con fuerza! Sed constantes en rogarle, para que os libre de esta difícil situación.
Estad abiertos a la novedad que llega. ¡Lo bueno siempre está por aparecer! “Porque Dios hace nuevas todas las cosas”
- ¿Qué tristezas se han instalado en mi corazón, desde que comenzó la pandemia?
- ¿Qué momentos de desesperanza me quedan todavía por superar?
- ¿Pido a Dios sin desfallecer que nos saque de todo esto?
PERSONAS HOSPITALARIAS
Otra de las características de este matrimonio era la hospitalidad. La casa de Zacarías e Isabel siempre estaba abierta para los demás, incluso para socorrer a aquellos vecinos que tantos los criticaban.
Y entre los que llegan a ella, observan con asombro, la llegada de una joven familiar que vivía en Nazaret: María.
María llega sin ser llamada, porque ella acude siempre que se presenta una necesidad. Y su llegada llena de alegría desbordante a su prima Isabel.
La gracia de Dios se va adentrando en aquella casa y, sobre todo, en aquel hombre enmudecido. Y la fe de ambos va creciendo al exponerles María las grandezas de Dios.
¡Bendita tú porque has creído! Le dice Isabel y benditos todos los que crean, porque verán realizarse obras grandes, salidas del corazón de Dios.
Pero, no creamos que eso es para otros. Dios también es favorable para nosotros. De ahí que os invite a vivir en esperanza, junto a María, estos tiempos difíciles que se nos han presentado. Vivámoslos con mucha fe y oración, hasta que veamos aparecer esa nueva vida que se va fraguando.
- Y yo ¿cómo voy de hospitalidad?
- ¿A quién dejo entrar en mi vida?
- ¿Creo, que de verdad hay vida en tanto deterioro?
Y… en este momento de dicha y alegría, la boca de Zacarías se abre. Y se abre para alabar a Dios, para darle gracias, para cantar sus misericordias…
- ¿Estaremos preparados nosotros, para hacer eso mismo, cuando todo esto pase?
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